El Sínodo de los Jóvenes pedirá erradicar los abusos de menores y dar más tareas de gobierno a las mujeres

Tres semanas de encuentro en Roma han rejuvenecido a la Iglesia

EFE
Juan Vicente Boo

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En las últimas 48 horas previas a la clausura este domingo, el Sínodo de Obispos sobre los jóvenes está elaborando la versión definitiva de un documento final que pedirá erradicar los abusos de menores y dar mayor presencia a las mujeres en tareas de liderazgo y gobierno, como sucede en las mejores diócesis de Europa y Estados Unidos, donde la mayor parte de los cargos los ocupan mujeres y laicos con experiencia profesional previa.

En el encuentro iniciado el 3 de octubre han participado los cardenales españoles Ricardo Blázquez , arzobispo de Valladolid y presidente de la conferencia episcopal; Carlos Osoro , arzobispos de Madrid; y Juan José Omella , arzobispo de Barcelona; así como el obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, Carlos Escribano , el más joven del grupo, con 54 años. Entre los expertos ha destacado por su entusiasmo la religiosa jesuitina vallisoletana María Luisa Berzosa.

Para los 267 padres sinodales -cardenales y obispos de todo el mundo, elegidos en su mayoría por las respectivas conferencias episcopales- el rasgo más característico y más grato de este Sínodo ha sido la presencia en el aula de 37 jóvenes de todo el mundo, que no criticaban ninguna intervención pero aplaudían las buenas y hacían coro de estadio al final de las mejores.

Junto con los oyentes adultos y los 23 expertos, los participantes en el Sínodo suman 347, por lo que los 37 jóvenes -entre los 18 y los 29 años- suponen más del diez por ciento del total, y se ha notado.

Aunque no votan el documento final -que se hará público el sábado por la noche-, sus intervenciones y testimonios en el aula han sido aplaudidos, lo mismo que se elogian sus comentarios en los 14 grupos de trabajo por idiomas comunes. El Sínodo no es un parlamento, sino un encuentro para hacer reflexiones internas, por eso su equipo informativo no identifica a los autores de cada propuesta, aunque cada participante es libre de hacerla pública y decir lo que quiera fuera del aula.

La apuesta mayor de Francisco se ha traducido en un debate más fresco y más alegre

La apuesta mayor de Francisco -invitar a cardenales y obispos a escuchar a los jóvenes- se ha traducido en un debate más fresco y más alegre, que será reflejado el documento final, respetuoso y acogedor con la diversidad de creencias o de orientaciones sexuales, pero sin mencionar el acrónimo LGTB, demasiado politizado en occidente y poco conocido en las culturas africanas y asiáticas.

El tema central del encuentro ha sido el modo de acortar la brecha abierta entre jóvenes y ancianos y el distanciamiento de los jóvenes de la practica religiosa, a pesar del deseo de espiritualidad.

Enseguida se constató que si bien «los jóvenes se han apartado de la Iglesia», en buena parte se debe a que «la Iglesia se ha apartado de los jóvenes», no solo por los malos ejemplos sino por no ir a los lugares donde están muchachos y muchachas que, a diferencia de generaciones anteriores, no se acercan a las iglesias y viven en un mundo digital.

Varios padres sinodales han insistido en que «no se trata de acercar los jóvenes a la Iglesia, y menos todavía a las estructuras eclesiásticas, sino de acercarlos a Jesucristo», sobre todo mediante el testimonio personal de adultos y de otros jóvenes . «Escucha personal» y «acompañamiento espiritual» han sido los grandes temas.

Quizá la frase más repetida ha sido una de san Pablo VI, canonizado este 14 de octubre: « El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros , o si escucha a los maestros es porque son testigos».

Como en todos los Sínodos de los últimos veinte años, la sugerencia de ordenar sacerdotes a hombres casados como se hace en las iglesias católicas de rito oriental, mencionada por cuatro o cinco padres sinodales, no ha tenido eco en los debates ni los grupos de trabajo pues hay consenso muy amplio en que plantea más problemas de los que resuelve.

«Ponernos a la escucha»

En la apertura del Sínodo, el Papa había pedido a todos los participantes «considerar a los demás superiores a nosotros mismos», y «ponernos a la escucha los unos de los otros para discernir juntos lo que el Señor le está pidiendo a su Iglesia”.

También les advirtió que vigilasen «para que no domine la lógica de autopreservación y autorreferencialidad que termina convirtiendo en importante lo superfluo».

Han seguido sus consejos: han denunciado lo negativo pero se han centrado en lo constructivo. En la recta final domina el optimismo y el deseo de rejuvenecer la Iglesia de cada país en cuanto vuelvan a casa.

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