«Si doy una orden a la tripulación masculina, tiene que obedecer»

Nelago J. Kwedi, primera capitán de barco de Namibia

Negalo Johanna Kwedi, en la cabina de mando de un buque JAIME GARCÍA

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Cuando tenía un año, su madre se separó de ella y dejó su educación en manos de su abuela. Durante parte de su infancia, pensó que era porque no la quería, pero con el paso de los años ha visto que lo que su progenitora buscaba era hacer de ella una mujer fuerte. Su nombre es Nelago Johanna Kwedi , una namibia de 41 años que se ha convertido en la primera mujer con título de capitana de barco del país (se cuentan con los dedos de una mano en el continente) gracias a su constancia y a la convicción de que podía prosperar y conseguir lo que se propusiera.

Nació en una aldea de Ondangua , una pequeña región al norte de Namibia. Desde muy niña, supo que no quería imitar a sus vecinas , pues todas eran maestras o enfermeras, sino que sus aspiraciones iban más allá. Se mudó para estudiar en el instituto marítimo y de pesca hasta que consiguió un empleo como oficial de barco. Ahora, la que da las órdenes es ella.

Sus hazañas se presentaron ayer en Madrid a través del documental «La ciudad que nació del mar», que narra la historia de cómo el Grupo Nueva Pescanova llegó a Lüderitz, una pequeña localidad entre el desierto y el mar en el sur de Namibia, para transformarlo en un motor pesquero. En este lugar es donde Nelago ha conseguido su sueño de ser capitana de barco.

Pero no todo ha sido bonito, pues sus aspiraciones han conllevado muchos sacrificios , como separarse de su hijo de 9 años. «Dejas a tu familia, no tienes contacto con ellos, la vida en el mar es muy difícil, hay mal tiempo y te mareas, pero al final tienes que trabajar para poder llevar pan a la mesa», explica en una entrevista concedida a ABC. Pese a todo, para esta mujer ha valido la pena: «Si dices que no, nunca vas a lograr nada. Hay que tener una actitud positiva y sacrificarse . Así se consiguen las cosas».

Limpiar el barco

Una de las mayores dificultades a las que se enfrenta a diario es el hecho de trabajar en un mundo tradicionalmente masculino . Ella, además, manda, lo que en ocasiones no ha sido bien recibido por sus compañeros. En una ocasión, recuerda, vio que uno de los miembros de la tripulación a los que les tocaba limpiar el barco no hacía bien su trabajo. Se acercó a él y le pidió que lo mejorara, pero su respuesta no fue agradable: «Me dijo que yo no era nadie para decirle lo que tenía que hacer. Yo soy joven y mujer, ellos son más mayores. Le tuve que encarar y decirle que yo era la encargada.

Al día siguiente llamé a toda la tripulación y les dije que tenían que leer lo que ponía en mi gorra –la palabra capitán– y así ver que cada vez que yo hablara se tenía que respetar lo que decía. Me pidieron perdón y entendieron que cuando doy una orden tienen que obedecer». Palabras que son toda una revolución en el continente africano.

Cree que desempeñar este trabajo en Europa puede ser más fácil por la mentalidad de la sociedad . Aunque en Namibia hay cada vez más mujeres con poder, considera que la discriminación sigue patente, sobre todo «en la cabeza de muchos hombres que no contemplan que esté al mando una mujer». «La educación es muy importante, pero también lo es saber que, si tienes una capacidad, nadie te puede decir lo contrario. Si tú sabes que puedes hacerlo, tienes que seguir adelante y no centrarte en lo negativo. Tenemos que ser fuertes y luchar . Igual que las mujeres tienen derechos en Europa, queremos tenerlos en África».

Grandes dificultades

Su caso, considera, puede servir de ejemplo a miles de mujeres africanas que no se han decidido a dar el paso y luchar por lo que quieren. Además, aunque asegura que trabajar con hombres «supone todo un reto», cree que por las circunstancias que muchas han vivido podrían hacerlo sin grandes dificultades. «Desde pequeña tenía que cuidar al ganado o cortar madera para poder calentarnos. En África, siempre hemos tenido que conseguir todo por nosotras mismas».

Le gustaría que las mujeres de su familia abandonen sus aldeas para prosperar, sea en el mar, como ella, o en otros campos. «Hay muchos empleos que siguen siendo mayoritariamente de hombres. Me encantaría que las mujeres sigan mis pasos y luchen por conseguirlos. Quiero que sepan que puedan alcanzar lo que quieren».

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