Terremoto México

Recorrido por la Ciudad de México: en el epicentro del terremoto

ABC se adentra en el corazón del movimiento sísmico tan solo horas después de que devastara el país azteca

Bomberos buscan supervivientes del terremoto de México AFP/ Vídeo: ATLAS

ADRIÁN ESPALLARGAS

«Estoy esperando a que venga mi hermano a por mí. Mi apartamento está pegado al edificio que se ha caído», dice Sara. Sentada en la acera, esta mexicana de unos treinta años espera sentada en la acera del Parque España, colonia Roma Norte, a que su hermano acuda a recogerla y se la lleve a pasar unos días con él a Toluca , a una hora al norte de la Ciudad de México. «Mi casa está bien, pero me han dicho que no es seguro que me quede», añade con una voz que ya no reverbera temor, sino extenuación tras pasar toda la noche en la calle bajo el calor de algunas mantas y tomando un poco de café para calentarse. La cara de Sara refleja una especie de calma tensa después de la tormenta. Tiene la mirada perdida y restos de maquillaje manchan sus mejillas después de tanto llorar. «Conocía a muchas personas que vivían en el otro edificio. No me puedo creer todavía que muchos de ellos estén muertos », continúa.

Las palabras de Sara a ABC se produjeron cuando todavía no habían pasado 24 horas desde que el pasado martes 19 de septiembre, un terremoto de intensidad 7,1 y con epicentro a unos 100 kilómetros agitó el suelo de la capital mexicana. El temblor casualmente se producía en el 32 aniversario del de 1985 , cuando un seísmo segó la vida de más de 10.000 personas en esta urbe de más de 20 millones de personas. En este momento, son 238 fallecidos los que se contabilizan en todo el país, unas cifras que es bastante seguro que seguirán en aumento según pasen las horas. En la Ciudad de México, más de 40 edificios se han colapsado y muchos se han continuado derrumbando a lo largo del día.

«Llevo desde las 12 de la noche levantando escombros . Y mientras me dejen voy a continuar», asegura Paul, un joven estadunidense que vive en México desde hace 5 años. Protegiendo sus manos con unos guantes de obra, caso y una enorme pala sobre el hombro, Michael se toma un descanso sentado después de horas trabajando para retirar escombros de uno de los edificios de la colonia Condesa, un área de clase media alta donde viven muchos extranjeros, entre ellos gran parte de los cerca de 130.000 españoles que habitan en México , según el Instituto Nacional de Estadística. Por ahora, la embajada ha confirmado la muerte de un español .

«Nos han evacuado a todos»

«Es lo más impactante que he vivido. Me estoy quedando en casa de un amigo porque mi edificio está al lado de un laboratorio químico que colapso y nos han evacuado a todos», dice Miguel, un gallego que lleva un par de años en la capital . Su casa, según asegura, está pegada al edificio de la calle Puebla 282 esquina con Salamanca, donde se estima que unas 100 personas trabajaban en el laboratorio del Grupo Cencon. La zona está totalmente acordonada y equipos de emergencia especiales ya trabajan para evitar el riesgo de que se produzca una fuga de químicos . Las autoridades apenas dejan acercarse a esta zona.

Son las 11:00 de la mañana y apenas hay personas en el metro de la Ciudad de México. Un día normal a esa hora, el tren aún es una lata de sardinas para muchos de los viajeros. Pero hoy, el día después del terrible temblor no es un día anormal. El movimiento telúrico del día anterior había durado cerca de un minuto, un tiempo que fue suficiente para devastar una parte de la ciudad. Y muchos de los pasajeros que realizan su trayecto en metro, viajan con miedo ante la posibilidad de que ocurra una réplica mientras se encuentran dentro de un vagón en las entrañas de la tierra.

« Nunca había tenido miedo dentro del metro. La verdad es que estoy deseando que el tren llegue a mi parada», comenta Xochitl Domínguez, una señora de unos sesenta años que se dirige hacia la colonia del Valle, una de las más golpeadas por el seísmo, para echar una mano a su hija para recoger algunos de los desperfectos que se produjeron en su apartamento. «Se le han caído los platos, varias estanterías y el televisor. Pero gracias a Dios no hay grietas en el edificio y estamos todos bien», agrega Xochitl, quien aún se acuerda de aquél trágico terremoto de 1985 . «Fíjese, el de ayer lo note igual o más que como recuerdo el de hace 30 años», concluye

La Gobernación de la Ciudad de México —el ayuntamiento— ha decretado este miércoles como día no laborable , ya que la prioridad es ayudar a los heridos y reportar qué edificios tienen daños en su estructura. Pero, aunque el metro hoy es gratis y funciona con total regularidad, son pocos los ciudadanos que se aventuran a tomar este medio de transporte. De hecho, no se ve ninguno de los cientos de vendedores ambulantes que habitualmente recorren los vagones ofreciendo varios de sus productos, lo que normalmente convierte al suburbano de México, sin lugar a duda, en uno de los metros más ruidosos del mundo.

Atrapados en los escombros

Un grupo de jóvenes sostienen unas piezas de cartón en las que se lee «silencio». Están encima de una pila de escombros. Y piden silencio para tratar de oír los lamentos de las personas que todavía puedan quedar atrapadas por la montaña de cascotes, bloques de cemento, mesas y barras de acero dobladas. La zona está acordonada por la policía y personal del Ejército mexicano, que permiten a decenas de voluntarios y miembros de Protección Civil retirar los restos de lo que antes era un bloque de viviendas . Pasan un par de minutos y no se oye nada , por lo que el equipo de rescate vuelve a retomar su trabajo.

«Yo vine a ayudar con mi primo y mi hermano para hacer lo que pueda. Aún no hemos dormido », afirma Marcos Rodríguez, un mexicano de unos cincuenta años que acaban de llegar la capital desde el cercano municipio de Ecatepec. «Ayer comprobamos que nuestra zona estaba bien, así que hoy decidimos venir para aquí porque vimos que era una zona bastante impactada», comenta Luis, su primo. Los tres aún no han tenido oportunidad de ponerse a trabajar y aguardan ansiosos a que las autoridades les permitan echar una mano . «Cuánto más tiempo nos demoremos, menos posibilidades hay de salvar vidas », dice Marcos con ojos llorosos.

Sólo bastan unos pocos minutos por la colonia del Valle para darse cuenta del devastador panorama que ha provocado el movimiento telúrico. Varios edificios tienen cristales rotos . En otros se observa una pila de escombros que se cayeron de la fachada. Centenares de mexicanos caminan de un lado para otro, tratando de proveer algún tipo de ayuda. Hay todavía personas que se abrazan y lloran 24 horas después de la sacudida y temen que haya una nueva réplica. «No hemos notado ninguna réplica todavía, pero apenas pude pegar ojo», comenta a ABC un vecino de la colonia del Valle.

Y de fondo se escucha una extraña banda sonora que mezcla entre ambulancias, helicópteros y siempre la presencia de la radio. Son varios ciudadanos los que caminan acompañados de sus transistores o que los apoyan en las ventanas de sus casas para que todos puedan estar enterados de qué está ocurriendo en las horas posteriores al terremoto. En muchas áreas colonias de la megalópolis llevan más de un día sin luz, sin internet y en algunos puntos no hay ni cobertura de móvil ni datos. Y en este contexto, la radio surge cómo el principal medio de comunicación a través del cual se informan los mexicanos.

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