Virus China

La ratonera de Wuhan

En vísperas del Año Nuevo Lunar, la ciudad origen de la nueva neumonía mortal de China ha sido cerrada para poner en cuarentena a sus once millones de habitantes

Aeropuertos de todo el mundo toman medidas para evitar la propagación del virus de China

Ya son tres las ciudades bloqueadas: además de Wuhan, Huanggang, de seis millones de habitantes, y Ezhou

El virus de China ha provocado el cierre de la ciudad de Wuhan, origen del coronavirus
Pablo M. Díez

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Tomando una drástica medida sorpresa para frenar el virus de China causante de una neumonía que ya ha matado a 17 personas y contagiado a casi 600, las autoridades de China han cerrado este jueves la ciudad donde se originó el mes pasado: Wuhan . Anunciada durante la madrugada, mientras sus once millones de habitantes dormían, esta insólita decisión ha puesto en cuarentena a toda la ciudad, que es la séptima de China y tiene más población que otras grandes capitales del mundo. A las diez de la mañana (tres de la madrugada, hora peninsular española), todos los transportes públicos han quedado suspendidos y Wuhan se ha convertido en una ratonera. También se ha puesto en cuarentena a ka ciudad de Huanggang , con seis millones de habitantes, y a la de Ezhou, donde también se han tomado medidas similares como la supresión del transporte público para evitar la propagación.

Mientras se paraban los autobuses, el metro, los trenes y los barcos que navegan por los dos ríos que la bañan, el Yangtsé y el Han, cerraban sus tres estaciones de tren, por las que pasan un millón de viajeros diarios, y su aeropuerto internacional, que recibe entre 600 y 800 vuelos cada jornada y tiene conexiones con Nueva York, San Francisco, Londres, París, Roma, Moscú y Tokio.

Aunque algunos aviones han podido despegar de Wuhan antes de la hora límite, las aerolíneas han suspendido otros que tenían previsto llegar antes de las diez de la mañana. Así lo ha comprobado – y sufrido – este corresponsal en el aeropuerto de Shanghái-Pudong , cuando se encontraba en la puerta de embarque y el vuelo ha sido suspendido en el último minuto. «¿Y ahora qué vamos a hacer? ¡Queremos volver a casa con nuestros familiares para pasar el Año Nuevo (Lunar)!», se quejaban los pocos pasajeros que, con máscaras cubriéndoles el rostro, tenían previsto viajar a Wuhan en las vacaciones más importantes de China. Y únicas para muchos.

En la medianoche del viernes al sábado se celebra la entrada en el año de la rata y, con bastante mala suerte, los habitantes de Wuhan han quedado atrapados como si estuvieran en una ratonera. Antes de la entrada en vigor de la cuarentena, los que habían madrugado y visto el anuncio corrían a los aeropuertos y estaciones ferroviarias en busca de billetes de última hora. Montando a la familia en sus coches, miles de conductores se apresuraban a salir de la ciudad, pero en las autopistas había controles médicos para medir la temperatura a todos los que intentaban marcharse. Si presentaban fiebre o algún otro síntoma de la nueva neumonía, como tos o respiración fatigada, los sanitarios les impedían el paso y los ponían en cuarentena. Según informa el periódico «South China Morning Post», en sus coches pueden salir quienes no muestren síntomas de la enfermedad, pero en las autopistas se han formado largas por estas inspecciones.

En el interior de la ciudad, tal y como muestran las imágenes que circulan por las redes sociales, muchos comercios y restaurantes están cerrados y está cundiendo el miedo al desabastecimiento. En los supermercados y tiendas que quedan abiertos se están agotando las existencias por el temor a un aislamiento prolongado, ya que la incertidumbre es total y no se sabe cuánto durará la cuarentena. Los precios también se han disparado para las máscaras, ya que ha desatado la psicosis a que el número de infectados sea mucho mayor, hasta 6.000 según algunas informaciones.

Los hospitales están desbordados y en los pasillos se agolpan los pacientes, que han acudido en masa al sentirse mal. Aunque es probable que muchos de ellos solo sufran los síntomas de una gripe normal, corren el riesgo de contagiarse al estar muy cerca de otros que sí se han infectado con el nuevo coronavirus . Como si fueran escenas de una película apocalíptica, en Twitter circulan vídeos de tiendas de campaña montadas en los patios de los hospitales para aislar a los enfermos y de enfermeros pertrechados con trajes especiales recogiendo del suelo a pacientes desplomados por ataques de tos.

En vísperas de la Fiesta de la Primavera, como también se conoce al Año Nuevo chino , al régimen de Pekín le ha estallado no solo un serio problema médico como esta nueva neumonía para la que todavía no hay vacuna, sino una grave crisis social por el cierre de toda una ciudad. Mientras unos aplauden la medida para contener la epidemia y que no se propague gracias a los 3.000 millones de desplazamientos previstos para estos días, otros alertan del riesgo de confinar en el mismo lugar a los enfermos y los sanos, que acabarán contagiándose sin remedio. En el año de la rata, Wuhan se ha convertido en una ratonera.

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