Educar a los perros debe ser una premisa imprescindible para regular su comportamiento
Educar a los perros debe ser una premisa imprescindible para regular su comportamiento - ABC
Mascotas

Perros agresivos: cuestión de educación

El perro atacante puede pertenecer a diferentes razas, será poderoso y parece tener aprendida de memoria la acción abusiva. Puede, como decimos, ser macho o hembra y, lo que es peor, es posible que sea reincidente

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En los parques, que son lugares de encuentros caninos, las imágenes de agresividad son frecuentes. Comenzamos con un patrón en extremo peligroso. El ataque de perros machos o hembras de gran porte hacia sus congéneres pequeños o diminutos que huyen despavoridos. Serán perseguidos, atrapados y posiblemente destrozados a mordiscos hasta la muerte. Así de crudo, tal y como suena. El perro atacante puede pertenecer a diferentes razas, será poderoso y parece tener aprendida de memoria la acción abusiva. Puede, como decimos, ser macho o hembra y, lo que es peor, es posible que sea reincidente.

El animal en cuestión aparece en escena. Un perrito lo ve y percibe algo que le invita a una huida desenfrenada. La velocidad de los perros pequeños es mínima, sus «galopes a minipaso» apenas suponen avance si lo comparamos con los gigantes que agreden.

En el último suspiro de la persecución, se rinden, e instintivamente se postran, sometidos, presentando su vientre, es decir, se tumban «boca arriba». El agresor no lo piensa: muerde, zarandea, destroza y mata.

Agresividad depredadora

La escena es bastante frecuente. Gritos y lloros de propietarios hundidos por la tragedia. El daño, ya consumado, no tiene remedio, pero lo peor es que podría repetirse. «Un perro de gran pose no puede vagar libremente sin control. El problema es que muchos lo hacen a expensas de dueños poco o nada responsables. Dueños sin empatía, sin respeto alguno por lo ajeno, serán los principales protagonistas. Tener un perro de gran porte añade un plus de responsabilidad. Son, muchos de ellos, potencialmente peligrosos», comenta el veterinario Javier Álvarez de la Villa y añade que «la fuerza de mordida de ciertas razas es enorme es una realidad de la que tendremos que ser muy conscientes. La nueva Ley de Protección Animal prepara cambios de importancia a este respecto. Serán bienvenidos”.

El patrón expuesto se denomina «agresividad predatoria». No es normal, canino ni natural. Constituye un indeseable parásito de la domesticación. El perro ha de ser noble, leal, previsible y nunca agresivo. Un comportamiento como el referido es inaceptable. «El agresor se ha "saltado a la torera" todas las líneas rojas. Ha perseguido y lacerado con frenesí al otro perro. No respetó e hizo caso omiso de las inequívocas señales de sumisión. En definitiva, consideró a su compañero de especie, como una presa de caza. Dicho patrón agresivo es tal vez el más grave e inquietante, pues se correlaciona con frecuencia con posibles ataques contra el ser humano», aseguran desde el Centro Veterinario Víctor de la Serna.

Asuntos de familia

Otro tipo de agresividad frecuente es el presentado contra integrantes de la familia. Nuestro cachorro, animal fiel, ha crecido y sin darnos cuenta, se ha convertido en el macho alfa de la manada. Nos ha gruñido y finalmente mordido. Comportamiento inaceptable y en ocasiones, si el perro es de gran porte, podrá considerarse peligroso. Lo peor de todo es que este patrón de agresividad que denominaremos «agresividad jerárquica dominante intrafamiliar» es muchas veces reflejo de una inadecuada educación, algo que puede ser evitable, y en el peor de los casos, corregible.

El perro ha de integrarse adecuadamente en la familia. Los mensajes cotidianos lo ubicarán en un lugar jerárquico adecuado y no preponderante. Les ilustramos con algunos ejemplos: cachorro macho de gran porte que duerme en la cama de sus propietarios o que descansa en los sillones, lugares elevados destinados a los «jefes de la manada», elevarán sin duda la dominancia de nuestra querida mascota y un día, al intentar ordenarles que se bajen del sillón o de la cama, nos responderán con belfos elevados y gruñidos amenazantes y esto podrá ser, por desgracia, sólo el comienzo del comportamiento agresivo.

«Es preciso educar, integrar en la familia y ordenar con un lenguaje adecuado. Mimar por mimar y ser del todo permisivos no será la mejor opción. Es frecuente que muchos propietarios no puedan comprender cómo después de tantos mimos y caricias, su querido amigo les ha pagado de manera ingrata. La consecuencia es que su perro les quiere, no cabe duda, pero ha ejercido como macho alfa de la manada», afirma Álvarez de la Villa. Este patrón es pues, natural, pero indeseable y no aceptable. Es preciso poder evitarlo con cierta reglas. Su veterinario podrá aconsejarle.

La competencia entre machos

Un tercer patrón de agresividad que hoy les comentamos, es el que pueden protagonizar entre perros machos al hacerse adultos. Marcan el territorio un sin número de veces, elevan su cola, «erizan» el pelo de su dorso y gruñen guturalmente ante la sola visión de otro macho competidor. En numerosas ocasiones, se produce el ataque y la pelea, que no terminará hasta que uno de los contendientes se imponga. Las consecuencias pueden llegar a ser desastrosas.

Muchos perros «estigmatizados» no serán aceptados en la «pandilla del parque». Propietarios y mascotas vagaran en soledad. El problema no es fácil de resolver. Puede ser necesario simplemente un «cursillo de obediencia» con un educador canino y en muchas ocasiones, será casi imprescindible la orquiectomía. “Ese último método, artificioso, disminuirá el superlativo aumento de testosterona (híper libido) y dulcificará adecuadamente su carácter, haciéndolo mucho mas predecible y aceptable», asegura nuestro veterinario consultado.

Cuestiones patológicas

Un grupo de perros puede presentar patología orgánica. El perro en cuestión pudo haber sido un animal de compañía ejemplar, y con el tiempo involucionó hacia el ataque agresivo. En la consulta veterinaria se examina y pueden encontrar patología médica de importancia que explique, y por supuesto, disculpe el acto. No es infrecuente el dolor crónico como causa. Un ejemplo: la artrosis, que entumece, aprisiona y lacera las articulaciones. Nuestro animal de compañía sufre en silencio y la vida se le puede hacer tan cuesta arriba, que deje de estar de humor para nada. Existen otras patologías como el hipotiroidismo o la epilepsia, que actúan a la sombra, «mutando» el carácter de nuestro compañero. Nuestro consejo desde estas páginas es que acuda a su centro veterinario. El diagnóstico y tratamiento serán imprescindibles para el bienestar animal.

Existen más tipos de agresividad. Ante un ataque canino a sus congéneres o personas, tendremos que categorizar acerca de su naturaleza, móviles y posibles consecuencias. La agresividad puede llegar a ser un comportamiento peligroso y muy incómodo y por lo tanto, inaceptable. Seamos conscientes. Eduquemos con responsabilidad y, sobre todo, los propietarios noveles debemos dejarnos aconsejar por especialistas veterinarios y educadores. Los resultados merecerían la pena.

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