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Periodismo, la mejor receta contra la posverdad

La jornada de ponencias por el 15 aniversario de Vocento concluye revalorizando el papel de los profesionales de la información

Madrid Actualizado: Guardar
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Cuando existen países en los que no se distingue entre la verdad y la ficción, y las mentiras vuelan por redes sociales e internet, influyendo hasta en los procesos electorales, el valor del periodismo es más importante que nunca, pero no está exento de retos, ni tampoco de oportunidades. A esta materia se ha dedicad o la jornada «Periodismo y posverdad», organizada por la Fundación García Márquez y el foro empresarial Futuro en Español con motivo del 15 aniversario de Vocento, y patrocinado por Gas Natural Fenosa.

«Hay que diferenciar la información de lo que es periodismo. Nos hemos confundido pensando que cualquier cosa es periodismo», ha explicado Benjamín Lana, director editorial de Medios Regionales, Suplementos y revistas de Vocento, durante la primera mesa de la jornada, en la que también han intervenido María Jimena Duzán, periodista de la revista Semana de Colombia, Nacho Cardero, director de El Confidencial y Juan Pablo Colmenarejo, director de La Linterna en Cope.

En un momento en el que la información por internet viaja descontextualizada, mediante agregadores como Google o redes sociales, el periodismo tiene la oportunidad de volver a ocupar la confianza perdida, ha defendido Lana. Al final, la posverdad ha existido siempre, y hasta ahora se ha llamado mentira. Lo que ha cambiado, en resumen, es la rapidez con la que se transmiten y se replican los bulos, el número de agentes implicados, las ganas del ciudadano de participar y, también, los problemas de los medios para encontrar su modelo de negocio.

Duzán ha puesto como ejemplo Colombia. Según ha relatado, la posverdad existía cuando los medios colombianos defendían que Pablo Escobar era un narcotraficante, pero todo el mundo prefería creer que era un representante público. «Nos demandaba por injurias si se decía lo contrario». Después volvió a ocurrir cuando los medios defendían la existencia de un ejército financiado con el dinero del narcotráfico. En defensa de esta verdad murieron muchos profesionales. «Hoy no nos matan, pero el fenómeno de la posverdad sigue funcionando, y lo hace de una manera distinta que tiene que ver con la credibilidad».

Elegir intermediarios

La pérdida de credibilidad es una preocupación compartida, a la que también contribuyen hoy las noticias falsas. Pero tras una época en la que los medios descuidaron la información y formación para irse hacia el entretenimiento «porque creíamos que íbamos a sobrevivir así, pero no», ha dicho Colmenarejo, los medios tienen ya la oportunidad de recuperarla. «Cada ciudadano lleva en su bolsillo la posibilidad de saberlo todo, y de escoger los intermediarios». Un hecho especialmente relevante con la irrupción de las noticias falsas, un fenómeno «derivado del exceso de información», ha defendido Cardero, que hace que los ciudadanos sean incapaces de discernir entre lo que es cierto y lo que no.

Mesa «El periodismo profesional y su papel en la era de la posverdad»
Mesa «El periodismo profesional y su papel en la era de la posverdad» - ISABEL PERMUY

«Me pregunto si nuestro rol es desactivar todas las mentiras que circulan en las redes», ha dicho Duzán. «Necesitaríamos 25.000 vidas para desactivarlas», ha respondido Cardero. Precisamente, las luces y sombras de las redes sociales a la hora de transmitir información las conoce bien Tulio Hernández, columnista de El Nacional de Venezuela, que ha participado en la segunda mesa de la jornada, moderada por Bieito Rubido, director de ABC; y en la que también han participado Jaime Abello, director general y cofundador de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, y John Müller, director adjunto de El Español.

En Venezuela, ha explicado Hernández, ha llegado un punto en el que las mentiras volcadas en las redes sociales, —«esa ágora loca, ese espacio sin control ni orden», como las ha definido—, generan grandes perturbaciones sociales, más aún porque la mayoría de los medios de comunicación están desactivados por el poder. «Venezuela es un país en el que no sabemos dónde están los límites entre verdad y ficción», ha reconocido.

El pasado o el futuro

Allí, el chavismo cuenta con toda una estrategia para crear un mundo paralelo: robots que ponen de actualidad los temas que dicta el Gobierno y que generan contenidos falsos, a la vez que existe un gran vacío informativo. «No tenemos los medios para discernir qué es verdad», ha dicho Hernández. Porque el papel de los medios ha quedado anulado. «Y no sé si Venezuela es el pasado, o es el futuro».

Para Abello, Venezuela no es la excepción. «Se repetirá cada vez más en el mundo entero», ha asegurado. También para Müller está claro que «no está garantizado que no podamos ser Venezuela». Porque el populismo, según ha explicado Abello, no es ideología, sino el método para conseguir y mantener el poder. Y en España, ha dicho Müller, el periodismo ya ha detectado los primeros casos, como los protagonizados por Pablo Iglesias en diversos ataques a la prensa.

Las consecuencias derivadas de la difusión de las nuevas tecnologías son infinitas: no solo se trata de la forma en la que la sociedad consume la información, sino también la forma en la que entiende el mundo, se relaciona, persigue el poder. «Estamos en la prehistoria de una gran transformación», ha asegurado Rubido.

En el campo informativo, ahora «esto es una guerra, y el periodismo debe demostrar el valor de su ética, de su creatividad», ha dicho Abello. Porque, aunque sigue vigente la búsqueda de un modelo de negocio adecuado para los medios, todos los ponentes han defendido que sin reporterismo, sin investigación, sin comprobación de datos y sin una forma narrativa atractiva, no hay futuro posible. Ni para los medios, ni para la democracia.

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