El Papa pide respeto a los derechos humanos de los débiles en la ofrenda a la Inmaculada

Agradece al presidente Bouteflika la beatificación de diecinueve mártires en Orán

La alcaldesa de Roma saluda a Francisco tras la celebración de la Inmaculada Concepción EFE
Juan Vicente Boo

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En la antevíspera del 70 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos , cada vez menos respetados en muchos países, el Papa Francisco ha pedido este sábado que los inmigrantes y refugiados -como lo fueron María de Nazaret, José y el Niño Jesús- « no sean abandonados a su suerte sino que se protejan sus derechos, los derechos humanos, que tienen prioridad sobre cualquier otro por exigencia legítima».

En su tradicional plegaria ante la altísima columna de la Inmaculada en la plaza de España, Francisco ha recordado a María «los días en que tú y José vivíais en ansiedad porque se acercaba el nacimiento de vuestro hijo, preocupados por el censo y por tener que dejar Nazaret para ir a Belén».

Y ha añadido que en ese viaje, como en el de los refugiados e inmigrantes, «tú sabes lo que es llevar la vida en tu seno y sentir alrededor la indiferencia, el rechazo y el desprecio».

Contra la resignación

En presencia de la alcaldesa de la Ciudad Eterna, Virginia Raggi, que le había dado la bienvenida, el Papa ha agradecido a María «una gracia ordinaria que concedes a la gente que vive en Roma: la de afrontar con paciencia las incomodidades de la vida cotidiana ».

Pero al mismo tiempo ha pedido «la fuerza de no resignarse, es más, la fuerza de que cada día cada uno haga su parte para mejorar las cosas, de modo que Roma sea más hermosa y habitable para todos».

Al término de la plegaria, el Papa ha saludado a la nueva embajadora de España en el Vaticano, María del Carmen de la Peña Corcuera, a quien recibió el jueves para la presentación de sus cartas credenciales.

Este sábado el Santo Padre ha tenido muy presentes a los diecinueve mártires de la guerra civil de Argelia (1991-2002) entre los que se cuentan los siete monjes trapenses del monasterio de Tibhirine, conocidos por la película «De Dioses y hombres» , y dos agustinas misioneras españolas, Esther Paniagua y Caridad Álvarez, cuya beatificación se celebraba en Orán.

En su encuentro con los fieles para el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro, el Papa hizo notar que se trata de «un obispo, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos, mártires de nuestro tiempo», que han sido «constructores humildes de la paz y testigos heroicos de la caridad cristiana» en un conflicto que costó la vida a 200.000 personas, incluidos 114 imanes asesinados por islamistas por predicar en contra de la violencia.

Acontecimiento inédito

En un mensaje leído por el cardenal Ángelo Becciu durante la ceremonia de beatificación, Francisco ha dado las gracias al presidente Abdelaziz Bouteflika «por haber facilitado la celebración en tierra argelina» de un «acontecimiento inédito en vuestro país que traza un gran símbolo de fraternidad en el cielo argelino, destinado al mundo entero».

En su mensaje, el Papa ha invitado a rezar «por todos los hijos e hijas de Argelia que han sido, como ellos, víctimas de la misma violencia por vivir con fidelidad el respeto a los demás».

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