El Papa considera «cuento chino» que digan que su viaje a Chile fue un fracaso

Explica que casó a la pareja de la tripulación de Latam porque los interrgó bien y juzgó que estaban preparados

El Papa Francisco a bordo del avión EFE
Juan Vicente Boo

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Aunque el viaje era difícil, pues resultaba necesario condenar lacras como los abusos sexuales, la esclavitud o la corrupción, el Papa Francisco regresaba muy contento a Roma la noche del domingo, conmovido por el entusiasmo popular en Perú y sorprendido por la abundancia de gente en las calles de Chile, un país de mayor frialdad religiosa.

En su encuentro con los periodistas a bordo del avión, Francisco se manifestó conmovido por la fe de los peruanos, «un pueblo creyente que pasa muchas dificultades», y por la abundancia de niños, que asegura el futuro del país.

De Chile, un país más frio y con menos interés por la religión, ha vuelto muy contento porque «no esperaba tanta gente en la calle. La espontaneidad de Chile fue muy bonita. Las calles de Santiago hablaban por sí mismas».

A una periodista chilena que le preguntó por «el fracaso del viaje a Chile», el Papa ha respondido con toda sencillez: «Eso es un cuento chino», añadiendo que «la responsabilidad del informador es ir a los hechos concretos. Hubo esto, y esto». Su impresión de Chile «fue fuerte y gratificante».

Resultaba curioso que los periodistas chilenos hiciesen solo preguntas negativas, repitiendo una llamativa anomalía de fijarse obsesivamente en lo que sale mal o en las personas que protestan, aunque fuesen solo unas docenas frente a cientos de miles de participantes entusiastas en los encuentros con Francisco en Santiago, Temuco e Iquique.

Respecto al obispo de la localidad sureña de Osorno, a quien algunos acusan de no haber denunciado abusos sexuales de un sacerdote amigo y maestro suyo, Fernando Karadima, el Papa ha reiterado que no hay pruebas convincentes sobre ninguna culpabilidad de Juan Barros, «y si yo condenara sin evidencia o sin certeza moral, cometería un delito de mal juez». Significativamente, Francisco mencionó que cuando alguien repite una acusación infundada incurre en calumnia.

En cambio, ha pedido disculpas por un comentario al paso en Iquique sobre la falta de «pruebas» de abusos sexuales, matizando que el hecho de que las víctimas no las tengan no significa que no haya habido delito. A lo que quería referirse es a pruebas convincentes.

Sus palabras fueron muy claras: «Debo pedir disculpas, porque la palabra ‘prueba’ ha herido a muchos abusados. Y pido disculpas. Es una herida sin querer. Y a mí me duele mucho, porque en Chile recibí a víctimas: dos se saben, y hubo otros más escondidos. Me doy cuenta de que mi expresión no fue feliz, porque no lo pensé».

«Tolerancia cero»

El comentario del Papa coincidía con el ya realizado por el cardenal Sean O’Malley, coordinador de la Pontificia Comisión de Protección de Menores, cuyo trabajo continuará plenamente en cuanto se terminen de comprobar la idoneidad de algunos miembros nuevos propuestos por la propia comisión.

Francisco ha reiterado a los periodistas su firmeza en la política de «tolerancia cero» en cuanto a abusos sexuales de menores , que se está aplicando también al Sodalicio de Vida Cristiana en Chile, donde los ha cometido incluso su fundador, quien vive en Roma, pero apartado de toda tarea de gobierno desde hace tiempo. Curiosamente, la justicia de Perú no ha pedido su extradición a la justicia italiana.

El Papa reveló algún detalle más de la boda de un asistente de vuelo y una azafata, que celebró el pasado miércoles durante el vuelo de Santiago de Chile a Iquique. Ambos habían contraído matrimonio civil siete años antes y son padres ya de dos hijas, pero habían retrasado el matrimonio religioso porque un terremoto destruyó la iglesia el día anterior a la ceremonia.

Francisco reveló que «los interrogué un poco, y las respuestas eran claras: ‘matrimonio para toda la vida’. Y me dijeron que habían hecho el curso prematrimonial. Me lo pidieron. Los sacramentos son para las personas, y era claro. ¿Por qué no hacerlo hoy? No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy».

El Papa añadió que después de hacerles algunas preguntas «juzgué que estaban preparados. Y cada uno se preparó ante el Señor, con el sacramento de la penitencia. Y los casé. Eran conscientes de que estaban en situación irregular. Pueden decir a los párrocos que el Papa los interrogó bien, y que habían hecho el curso prematrimonial».

Lo que más ha impactado al Papa de este viaje ha sido la visita a la cárcel de mujeres en Santiago de Chile, donde muchas de las quinientas internas tenían con ellas hijos menores de dos años: «Yo tenía el corazón ahí… Soy muy sensible a la cárcel, y siempre me pregunto: ¿por qué ellos y no yo? Y ver la creatividad de estas mujeres, el querer cambiar su vida, con la fuerza del Evangelio… Quedé muy conmovido. Fue de las cosas más hermosas del viaje».

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