Niños silenciados por la violencia de género

Desde 2013, 27 menores han sido asesinados por sus padres o parejas de sus madres. A otros 215, la violencia machista les ha dejado huérfanos

Uno de los mensajes dirigidos a las niñas asesinadas en Castellón MIKEL PONCE

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Madrugada del martes 25 de julio. A las 5.30 horas, la Policía Nacional de Castellón de la Plana recibe una llamada en la que se le informa de que hay una persona tirada en la vía pública de la capital de la provincia. Cuando los agentes llegan, se encuentran el cadáver de Ricardo Carrascosa, de 48 años , quien se ha lanzado desde una de las ventanas de su domicilio. Son los vecinos los que alertan de que sus dos hijas, de dos y seis años , deberían estar en el interior de la vivienda. Tras llamar varias veces al timbre y no recibir respuesta, echan la puerta abajo, y dentro se encuentran con los cadáveres de las dos pequeñas .

Estas niñas no pudieron contar a los agentes lo que habían vivido. Antes, según apunta la investigación, el progenitor las había silenciado matándolas . Tampoco pudieron contar sus historias los otros 25 menores que han sido asesinados por sus padres —o parejas o exparejas de sus madres— desde el año 2013, buscando el dolor de las mujeres. Así lo explica Olga Barroso, psicóloga experta en violencia de género que lleva años trabajando tanto con mujeres como con menores víctimas. «Lo que quieren los maltratadores es poder, control y dominio . Cuando se rompe la relación se acaba esa posibilidad de seguir controlando, de seguir jugando con la vida de la mujer, y el acto final es este, matar a los niños , porque piensa que así la mujer se acordará siempre de él por lo que hizo», relata.

Pero la violencia de género ha dejado también a 215 menores huérfanos desde el año 2013 . Niños y niñas que han perdido a sus madres y que, en muchos casos, se han quedado en una situación de desamparo por falta de recursos. En 2015 se modifica la ley y se empieza a reconocer a los hijos de mujeres víctimas de violencia de género —tanto asesinadas como vivas— también como víctimas , ampliando del mismo modo las medidas de protección y de asistencia para estos casos. Sin embargo, las trabas administrativas a las que tienen que hacer frente las familias para asumir la tutela de los pequeños continúan siendo duras.

A Guacimara Rodríguez — Guacy para sus seres queridos— la mató su ex pareja el 20 de febrero de 2013 en Santa Cruz de Tenerife. El asesino perpetró el crimen delante de la madre de la víctima y de sus dos hijas, de cinco y ocho años . Un hermano de la víctima fue quien asumió la tutela de las pequeñas, y desde entonces no han dejado de intentar que la situación se regularice, tal como explica otra hermana de la víctima, Lucy Rodríguez. «Llevamos cinco años luchando, y cuando solucionamos una cosa surge otra. Primero conseguimos la patria potestad, luego la guarda y custodia, que tardó entre seis y ocho meses, después hay que tramitar la orfandad...etc.», cuenta. Y una vez se consigue, llegan más procesos , como la hipoteca de la vivienda —generalmente puesta también a nombre del asesino— o los seguros de la víctima.

«Son menores que se han quedado sin padre y sin madre y tienen que tener un futuro », reclama, al mismo tiempo que critica «el abandono» de las instituciones. «Al final te encuentras con una familia destrozada que no ve la ayuda de las instituciones. Te llevan de un lado a otro y no se resuelve nada, y todo supone gastos», explica. Y aunque en los últimos años se han tomado medidas para ayudar a los niños que se encuentran en esta situación, esta canaria explica que no las han notado. «Estamos igual. Se ha modificado la Ley, está el Pacto de Estado... todo queda muy bonito en papel, pero si después no se sabe llevar a cabo... Hay muchos propósitos, pero falta coordinación», lamenta.

«No lo cubre nadie»

A todo esto se suma el apoyo psicológico que necesitan familias y niños, ya que en ocasiones, además del trauma que supone de por sí haber vivido esta situación, no se encuentra el respaldo necesario en la sociedad. «Cuando hay algo así estás señalado, quieras o no . Y la gente te quiere ayudar, no lo hace a malas, pero te sientes agobiado. Hay muchas familias que tienen que irse a otros lugares a vivir para poder sobrellevarlo. Muchas veces no tienes tiempo ni para el duelo», asegura Lucy Rodríguez. La ayuda psicológica, explica, suele estar cubierta durante un tiempo, aunque nunca será suficiente para superarlo: «Es un proceso en el que estás soltando el dolor y la rabia que tienes . Y eso no lo cubre nadie».

Con el objetivo de ayudar a estos niños huérfanos por la violencia de género nació en 2016 el Fondo de Becas Soledad Cazorla Prieto , que lleva el nombre de la primera fiscal de Sala contra la Violencia sobre la Mujer, fallecida en 2015. Durante sus últimos años de vida, manifestó su preocupación por la situación de desprotección en la que se encontraban muchos menores t ras los asesinatos de sus madres . Su familia, en colaboración con la Fundación Mujeres, puso en marcha el proyecto precisamente con el objetivo de mejorar la situación de los niños y ayudarles a tener un futuro. Desde su fundación, se han destinado un total de 38.285,32 euros en ayudas dirigidas a menores huérfanos por violencia de género.

Pese a la solidaridad de quienes colaboran con el Fondo para que este a su vez pueda ayudar a estos niños, está en manos de las instituciones —algunas comunidades autónomas ya lo hacen— la regulación de los diferentes tipos de ayudas económicas que deben recibir los menores que se encuentran en esta situación. «Necesitan un futuro», repite Lucy.

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