¿Por qué asesinan a más mujeres en verano? España lucha contra el repunte estival de crímenes machistas

Este 2019 está siendo especialmente malo, con doce crímenes más que en el mismo periodo del año pasado

Florián, alemán de origen libanés, mató a Gema, natural de Fuenlabrada (Madrid) ABC
Érika Montañés

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El guirigay de legislaciones de los Estados miembros de la Unión Europea no han hecho posible todavía la existencia de un registro común de víctimas de crímenes machistas. Lo dice la Comisión Europea (incapaz de que Eurostat refleje una estadística comparada) y lo ratifica, en su último informe de junio, el Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE, por sus siglas en inglés). Las instituciones comunitarias advierten, además, a diez países de que no tienen datos fiables –a estas alturas– de violencia machista, por no alertar de que hay cinco casos sangrantes (Irlanda, Bulgaria, Polonia, Grecia y Bélgica) que carecen hasta de un recuento en cualquiera de sus magnitudes (familiar, sexual, doméstica o de género).

Con su ley de 2004, España sí hizo los deberes y fue pionera en el contexto supranacional. Así lo acredita Naciones Unidas. Es, junto con Suecia, el país más avanzado tanto en órdenes de protección como en medidas de vigilancia de la mujer. Miguel Lorente , exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género y profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada, apunta que esa disparidad de leyes y cifras quedó patente cuando se estaba negociando la propia estrategia de la Unión Europea para luchar contra la lacra, una intentona que tramó la Presidencia semestral de España en 2010. «No hubo forma y soprendía mucho la realidad que tenía cada país. Para unos, era un hombre loco, o borracho, que había acabado con su mujer por un accidente o una discusión», recuerda, y traslada con su reflexión al sangrante titular que utilizó el periódico germano «Das Bild» para informar del asesinato de la fuenlabreña Gema a manos de su exnovio alemán Florián. «¿Por qué este amor acabó fatalmente?», tituló el medio sensacionalista. La Alemania de hoy recuerda a la España de Ana Orantes (la granadina golpeada y quemada viva en 1997 por su marido cuando quiso separarse) y cuyo caso inició el vuelco necesario, tanto en la cobertura mediática para dejar de aludir a ellos como crímenes pasionales, como para el imperioso cambio de mentalidad social, acreditan Lorente y Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio del Poder Judicial contra la Violencia Doméstica y de Género, en conversación con ABC .

Aun con todo, apenas una horquilla de un 1-3% de los españoles entrevistados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) están preocupados por esta violencia. «El 44% de las encuestadas no denuncian porque consideran que la violencia que sufren no es lo suficientemente grave», alerta el exdelegado con el CIS en la mano, lo que no es propio de un país aventajado en la materia como el nuestro. «Lo que indica cada crimen es el historial de delincuencia que ha sufrido esa mujer, y ahí se debe trabajar y concienciar ahora», pide el profesor Lorente.

Un sangriento 2019

En la comparativa nacional, este 2019 está siendo especialmente malo, con 40 crímenes confirmados y varios en investigación, 12 mujeres asesinadas más que en el mismo periodo de 2018 y la tercera peor cifra de la última década. Jaén, Madrid y Cantabria han sido algunos de los últimos escenarios del azote machista. Sin querer invocar a la alarma , los expertos sí llaman la atención sobre el riesgo de estancamiento en la pelea diaria contra la violencia sexista.

El tratamiento informativo de los crímenes machistas tras el asesinato de Ana Orantes fue determinante EL IDEAL DE GRANADA

El verano, además, no ayuda. Las discusiones de ámbito familiar, la ruptura de la rutina y la percepción de pérdida de control sobre la pareja son motivos para que se recrudezcan los crímenes en periodo estival. Sobre todo, cada mes de julio, tal y como ha estudiado el Observatorio que preside Carmona y que se deduce en la serie histórica facilitada a este diario. En el periodo estudiado, de 2009 a 2015, julio, mayo y octubre fueron, por este orden, los meses más negros. «Es cierto que los patrones se repiten –matiza Carmona– Julio es el mes con más riesgo, aunque tímidamente. Se han determinado momentos de riesgo pero no espacios temporales concretos. Estas situaciones pueden producirse en cualquier instante del año». No se puede bajar la guardia.

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