Dos millones de españoles se sacan selfis mientras conducen

Una encuesta revela que más de un tercio de personas admiten compaginar el teléfono y el volante. La mayoría dicen ignorar los riesgos y sanción que supone

Captura de la grabación de un helicóptero Pegasus a un conductor cuando usabe el móvil al volante y se hacía una autofoto DGT
Érika Montañés

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La sanción  por hablar con el móvil en el coche es ridícula. Es lo que durante meses musitaron expertos en seguridad vial al oído de Pere Navarro, director general de Tráfico , sobre lo que está ocurriendo con la telefonía en los habitáculos. Las distracciones al volante «cazadas» por los helicópteros Pegasus y sistemas de vigilancia parecen cada vez más locas, hasta el punto de convertirse en «asiduo» ver a conductores hacerse autofotos. Dos millones de automovilistas confiesan sin rubor hacerlo, de hecho.

Los motivos de despiste al volante dejaron hace tiempo de estar protagonizados por el GPS, es más, han quedado minimizados a la mínima expresión, mientras se disparaba el manejo sin pudores del móvil. El año pasado los teléfonos dieron un salto tal que llegaron a provocar un tercio de los siniestros en la carretera, así que Navarro se coaligó con los partidarios de aplicar esa «mano dura» y propuso como medida estrella duplicar la detracción de puntos, de 3 a 6, por cada uso. La multa seguiría siendo de 200 euros. Esa reforma, pese a estar preparada, sigue sin aplicarse por la parálisis política desde abril.

Disparates al volante

Pero cada vez hay más estudios que refrendan que ya no se puede seguir mirando por el retrovisor en este asunto. La escalada del móvil como gran tormento en la carretera sigue un rumbo disparatado. El dislate llega cuando un conductor se saca un selfi en plena conducción, adelanta a varios coches mientras chatea y sigue una conversación durante minutos por WhatsApp para hacer más llevadero el freno en cada semáforo. Otros se han hecho adictos a enviar audios mientras mueven el volante, comenta de soslayo un experto en seguridad vial, como si grabar el sonido no fuese igualmente arriesgado. El mismo especialista suscribe lo que recientemente dio a conocer un novedoso estudio: que los conductores españoles nos distraemos más con las aplicaciones de telefonía, somos el doble de intensos en tiempo que los franceses o los americanos, por poner unas comparaciones.

Ahora, además, un estudio que acaba de publicar Fundación Línea Directa ha cifrado por primera vez el coste en número de vidas que acarrea en nuestro país el uso del terminal dentro del vehículo: 390 personas fallecen cada año por esta causa; el 20% del total de fallecidos en carretera.

600.000 adictos

Como citábamos, además de los os millones de españoles confiesan sin decoro en la misma encuesta que se hacen autofotos mientras están conduciendo; otros 600.000 reconocen que son adictos a mirar el «smartphone» todo el rato, que no pueden dejar de hacerlo pese a estar atravesando pasos de peatones o sortear obstáculos en la ciudad.

El reguero de locuras al volante llega cuando un 37%del total de entrevistados confiesan que van chateando en varias aplicaciones o llegan a consultar noticias y webs diversas. Una auténtica barbaridad cuando se exponen los riesgos que ello conlleva: la Dirección General de Tráfico (DGT) concluyó, con una sencilla prueba, que a 120 kilómetros por hora, una distracción de un segundo implica que el conductor aparte la vista de la carretera 30 metros. Si se envía un mensaje de WhatsApp, por ejemplo, al frente del vehículo, esa persona no mantiene la atención que requiere la conducción durante nada menos que 600 metros. Así que puede arrasar, sin verlo venir, con lo que encuentre a su paso en ese tramo.

No es un chiste. El móvil es una máquina de matar como lo es el coche. Combinados, el resultado es todavía peor de lo que dicta la encuesta, se atrevió a vislumbrar el director de Fundación Línea Directa, Francisco Valencia. En su informe colisionan, no obstante, dos realidades: por un lado, once millones de ciudadanos (el 40% de los conductores) dicen desconocer la normativa que fija en 3 puntos la pérdida de puntos por la mala práctica. Tampoco saben cuánto tendrían que pagar si les pillan, aseguran. Así que siguen haciéndolo. Lo más llamativo es, sin duda, el total de 320.000 personas que todavía piensan que hablar con el teléfono móvil en la mano al mismo tiempo que se conduce no es ninguna infracción, que es correcto y está permitido.

Por otro, nueve de cada diez españoles están perfectamente de acuerdo en regular con más firmeza esa negligencia. Un 86% de los encuestados piden retirar el carné si se reincide; y el 87% implantaría controles «antimóvil» específicos de los agentes. Piden que provocar un accidente de tráfico y causar daños a terceros manejando el terminal sea considerado un delito contra la seguridad vial. Reclaman la contundencia que prometió para este año el responsable de la DGT.

«Modo avión» en el coche

Detrás de las normas se ocultan ejemplos concretos; realidades que golpean conciencias como la pérdida de su hijo para María Ángeles Villafranca, provocada por un conductor que ni siquiera advirtió que se cambiaba de carril mientras tocaba el teléfono; o la del más conocido caso de un camión que, en julio del año 2000, chocó contra un autocar escolar, lo que dejó 27 muertos, 22 de ellos niños. ¿El motivo? El camionero se despistó por una llamada en el móvil del acompañante. ¿Y por qué nos remontamos tan atrás en el tiempo? La realidad es tozuda, y a pesar de que el empleo del móvil está a la orden del día , «en muy pocos atestados se confirma con certeza» que es la causa del siniestro, concede Valencia desde la aseguradora. De hecho, la DGT aún carece de estadísticas oficiales que cuantifiquen los muertos y heridos que produce el teléfono en España.

Conforme a los datos de Tráfico, se sabe que el año pasado 200.000 personas fueron sancionadas por esa mala conducta al volante y que, en los últimos cinco años, los españoles han perdido más de 2,8 millones de puntos del carné por el peligroso hábito.

Extendida como está la práctica –en Suecia y Finlandia, hasta dos tercios de los conductores admiten compaginar volante y telefonía–, la industria de la automoción idea ya fórmulas que compaginen ambos sistemas y la manejabilidad perfecta del móvil con un dedo o el habla del humano que va en el coche. Pero la DGT alerta de que las tecnologías no extinguen el 100% del riesgo , ya que precisan cierta participación (aunque sea exigua) del conductor, que llega a ningunear ciertas señales o no ve algunas maniobras . Su mente está en dos cosas a la vez. Para Navarro, la única solución pasa por implantar el «modo avión» también en el coche.

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