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Mascotas: «Truco o trato»

Dar una medicina a un perro o un gato no es tarea fácil. Hay que poner una vela a Dios y otra al diablo y emplear todas las mañas porque hace falta tener mucha habilidad y ellos aunque son perros o gatos son muy zorros

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Quien tiene un perro o un gato saben muy bien de lo que les hablo. Darle una pequeña pastilla, una cucharada de jarabe, aplicar una pomada o administrar un antiparasitario no es tarea fácil. Raro es el animal que se toma su medicina sin que esa sencilla labor no se convierta en un show, una especie de juego de al escondite en el que no siempre tiene las de ganar el propietario del animalito. Este siempre se buscará las mañas para expulsarlo con total naturalidad.

Como todo los premios, una recompensa puede ayudar; pero como decimos, hay muchos más casos en los que la cosa no funciona y hay que echar mano a lo que llamamos «truco o trato».

Tanto en perros como en gatos hay algunos «trucos» que facilitan la aplicación de los tratamientos prescritos por el veterinario y para realizar en casa.

Cuando tenga que hacerlo les recomendamos mucho ojo ya que en el caso de los perros, estos tienen gran habilidad para escupir las pastillas. ¿Cómo lo hacen? Las esconden debajo de la lengua... usted puede creer que las ha tragado; pero no es así. Pida consejo al veterinario cuál es la mejor y más fácil forma de administrar el medicamento.

Algunos trucos

Nosotros aquí les mostramos unos ejemplos: Esconder la pastilla -bien escondido no saben la capacidad de localización que tienen- dentro de un trozo de comida que les guste especialmente como por ejemplo una rodaja de salchicha tipo Frankfurt. Si el comprimido es muy grande -algunos laboratorios no saben lo que sufren los propietarios de mascotas cuando tienen que dar esas enormes pastillas a sus mascotas- se pueden dividir en partes. También se puede machacar y mezclar con el alimento... pero lo digo por experiencia el perro o el gato puede rechazar esa comida y todo irse al traste.

En el caso de los gatos, uno de los procesos que suele ser más efectivo es el de abrirle la boca, con cuidado, y colocar la pastilla con nuestro dedo al final de la garganta, por encima de la lengua, posteriormente le cerraremos la boca hasta asegurarnos de que se la ha tragado; para poder utilizar este método se requiere que el minino confíe mucho en quién va a hacerlo y que, además, sea tranquilo, puesto que si no lo es, nos exponemos a que nos muerda o nos arañe por muy cariñoso que sea habitualmente con nosotros.

Jarabes, polvos, gotas, colirios...

En el caso de los jarabes o soluciones líquidas se pueden administrar con una jeringuilla sin aguja. Se coloca en un lateral de la boca detrás de los dientes y se administra el contenido.

En el caso de polvos su administración es más fácil; pero no se fíe. Se les puede dar sin riesgo que los escupa ya que se quedan adheridos a la boca; pero también puede intentar administrarlos mezclados con otro alimento.

Las gotas para los ojos son un poco más complicadas de administrar y no lo puede hacer una persona solo, aunque el perrillo sea de pequeño tamaño. Hay que sujetar bien la cabeza del perro o gato y abrirle con cuidado los párpados para que otro mientras tanto deje caer las gotas. Después de está operación dar un pequeño masaje para que el medicamento haga su efecto.

Por otra parte, las gotas en los oídos como en los ojos es algo muy delicado. Los veterinarios aconsejan que hay que sujetar la cabeza del animal de tal modo que quede ladeada. Como en el caso de los ojos, tras echar la gota, es conveniente masajear suavemente en la base del oído (es una forma sencilla de que el líquido se extienda por el conducto auditivo).

Por último si hay que administrar una crema o simplemente echarle un poco de Betadine en una herida, lo primero de todo debe despejar el pelo de la zona y limpiarla para evitar infecciones. Tiene que evitar que el animal se rasque, lama o se trate de quitar lo que le acaba de echar. Algunos veterinarios recomiendan que se les ponga un bozal, pero eso puede «asustar» al animal y es más aconsejable ponerle un apósito y vigilar para que no se lo quite.

También están -el veterinario los tiene- los conocidos como collares isabelinos (esos que por unos días nuestras mascotas parecen más una lámpara), que rodean el cuello del perro, de forma que le impiden tocar o lamer cualquier zona del cuerpo. No son muy de su agrado, pero son muy efectivas.

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