Mascotas: Parásitos externos del gato, todo lo que necesita saber

Un parásito es, como su nombre indica, un organismo que vive a costa de otro, de distinta especie. Se alimenta de él y aunque no suele matarlo si le produce una gran molestia; así como deteriora su estado físico

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A la hora de hablar de parásitos estos se pueden dividir en externos, pulgas y garrapatas, e internos, entre los que se encuentran el gusano del corazón, gusanos gancho, gusanos planos y gusanos redondos. Las pulgas son los parásitos más frecuentes. Pueden producir picores y dermatitis alérgica y lo peor algunas enfermedades. Aunque parece que sean patrimonio de los perros, la infestación por garrapatas es también frecuente, pero más difícil a la hora de detectar en los gatos.

Estos «bichitos» pueden transmitir aún más enfermedades que las pulgas, como es el caso de la ehrlichiosis felina. Los síntomas de esta enfermedad en el gato pueden incluir letargo o apatía, depresión, pérdida de apetito, vómitos, diarrea, fiebre, mucosas pálidas, anemia, dificultad para respirar, articulaciones hinchadas y ojos llorosos.

Como siempre decimos, ante el primer signo de alarma acudir al veterinario, despejar dudas y tomar las medidas preventivas adecuadas. La terapia con antibióticos es la base del tratamiento para lograr una pronta recuperación.

Desde Advance Affinity aseguran que las ectoparasitosis (dermatosis parasitarias) son muy frecuentes, sobre todo en dermatología veterinaria, tanto en pacientes urbanos como rurales y todas son contagiosas excepto los ácaros del género Demodex. Las pulgas, los ácaros, las garrapatas, y los piojos son los más habituales. Para prevenir y controlar su presencia, la administración de productos antiparasitarios, teniendo siempre en cuenta las indicaciones del veterinario, es fundamental. Aquí ofrecemos un listado informativo y les insistimos en que hay que tener siempre vigilado al gato y si este sale a la calle, debería estar bajo supervisión o procurar por que transite por una zona segura.

Aunque parezca exagerado nuestro consejo es que cualquier gato que tenga acceso al exterior debe ser revisado todas las noches para detectar garrapatas, especialmente durante los meses cálidos del año.

La pulga

Se trata del parásito que nos podemos encontrar de forma más frecuente en los gatos es la pulga Ctenocephalides felis felis; sin embargo, muchas veces únicamente sospecharemos de su presencia pues el acicalamiento diario del gato le lleva a deshacerse de las pulgas que le molestan y a que a nosotros nos cueste más localizarlas en su piel o entre su pelaje. Si esta pulga entra en nuestros hogares costará deshacerse de ella pues, sobre todo, habrá que luchar contra los huevos, las larvas y las pupas.

La pulga adulta deposita sus huevos en el gato pero lo habitual es que éstos caigan al suelo donde comenzará su desarrollo entre uno y diez días dependiendo de las condiciones ambientales. De los huevos salen las larvas que, huyendo de la luz acaban ubicándose entre las fibras de alfombras y moquetas, bajo los muebles y electrodomésticos o en zonas de sombra si están en un jardín o un exterior. Este parásito se alimenta de la sangre capilar del gato y puede llegar a vivir entre 10 y 62 días si el ambiente le resulta benigno.

Las pulgas puede que no afecten al gato, sin embargo, muchos ejemplares sufren dermatitis por alergia a la picadura de pulga -una reacción del organismo a algunas sustancias que contiene la saliva del parásito-. Esta afección se caracteriza por la aparición de costras, coloraciones del pelo por el lamido, y eritemas en diferentes partes del cuerpo. Además, desarrollada la alergia, se pueden producir infecciones secundarias como las producidas por Malasezzia –un hongo- o el estafilococo –una bacteria-. Inmediatamente hay que acudir al veterinario para iniciar el proceso de eliminación de las pulgas del animal y de esta manera evitar que vuelvan al ataque. Si el gato tiene picor provocado por la reacción alérgica probablemente el veterinario indicará administrarle un tratamiento para evitarlo.

Otros «animalitos» encargados de amargar la existencia de nuestros mininos son los ácaros. Son los causantes de la sarna y no se pueden ver a simple vista pero pueden producir estragos en el animal ya que penetran hasta las capas profundas de la piel y se multiplican mediante huevos produciendo reacciones inflamatorias, además de picor intenso –prurito-, costras húmedas y alopecia –caída del pelo-.

Sus lugares favoritos son la zona de la cabeza, cuello y orejas, y se puede sospechar si el animal sacude la cabeza con mucha frecuencia o se observan las lesiones. Ante la primera sospecha de sarna -desde Affinity Advance recomiendan trasladar de forma inmediata al veterinario quien tendrá que estudiar el caso y determinar la clase de ácaro que hay que tratar. Casi todas las ectoparasitosis en dermatología veterinaria son fáciles de curar con un tratamiento eficaz y tenaz, ya que los parásitos son muy resistentes a las moléculas antiparasitarias, que son cada vez más específicas ante el parásito y más inocuas para la mascota.

El cuidado de todas las patologías producidas por ácaros consiste en tratar a la mascota, al resto de animales con los que pueda estar en contacto y todo el entorno contemplando medidas más estrictas de higiene en la vivienda.

La garrapata

Son arácnidos del grupo de los artrópodos que se alimentan de la sangre de su hospedador y pueden necesitar a más de uno para vivir para cumplir su ciclo: huevo, larva, ninfa y garrapata adulta. Aunque no son habituales en los gatos domésticos; sí podrían aparecer en los ejemplares que tienen acceso al exterior.

Las garrapatas pueden producir enfermedades, infecciosas severas que provocan síntomas como anemia y pérdidas de sangre lo que puede ser grave si no se controla a tiempo. Se pueden detectar en cualquier parte del cuerpo, principalmente en las orejas, en la cabeza y entre los dedos, que son las zonas donde los capilares sanguíneos de la piel son más accesibles.

Hay que revisar desde la cabeza a la cola del animal y, si hubiera algún ejemplar de garrapata en algún punto, se ha de comprobar que no haya infestado de forma invasiva a la mascota. Si no es así hay que eliminarla. Aunque lo mejor y más adecuado es acudir al veterinario, si son pocas puede atreverse, pero eso sí empleando unos guantes de látex. Verter alcohol o aceite de oliva sobre la garrapata de este modo se debilitará. Cuando empiece a ceder, se extrae con unas pinzas desde la parte más cercana a la piel en la misma dirección a la que está adherida y teniendo cuidado de que no se rompa la cabeza y que la boca no se quede incrustada en la piel de la mascota. De ser así no se habrá hecho nada y puede producirse una pequeña infección.

Los piojos

La especie subrostrata -Felicola subrostrata- es el piojo que afecta el gato. Pueden producir pediculosis, una enfermedad de la piel, que es frecuente tanto a través de la presencia de adultos, como de larvas y huevos –liendres-, depositados en el pelo. Las lesiones que se observan son pápulas, costras, alopecia secundaria por lamedura y la presencia de seborrea seca. Es una parasitosis pruriginosa –con picor- y muy contagiosa.

Las tres fases del ciclo de vida del piojo son visibles y el cuidado es sencillo y muy eficaz: se debe tratar el paciente, el entorno y el resto de animales que están en contacto con éste. El tratamiento incluye baños de inmersión, la aplicación de pipetas de antiparasitarios de acción prolongada y el cepillado diario con cepillos y peines desinfectados.

Los hongos

Los hongos no son estrictamente parásitos pues no pertenecen al reino animal pero queremos hablar de ellos porque su acción muchas veces se confunde con la presencia de parásitos. Se trata de organismos que han desarrollado la capacidad de parasitar a otros organismos para alimentarse y son seres con los que estamos en contacto permanente. Únicamente causan dermatofitosis, también llamadas tiñas, cuando el animal está bajo de defensas o en cachorros débiles. De hecho, el gato joven, recién destetado y un poco debilitado, es el que sufre de micosis con más frecuencia.

Los dermatofitos que producen la infección son el micropsporum canis, y el trichophyton. Los hongos aparecen y se multiplican dentro de la piel y dentro de la queratina del pelo y las uñas. Los síntomas más frecuentes son unas zonas circulares sin pelo –alopecias- que van creciendo en diámetro con los días, prurito de intensidad variable y cierta descamación. Suelen localizarse en la cara y las extremidades.

La causa más habitual de contagio es el contacto directo con un animal afectado, a través de esporas que haya en el ambiente o mediante material infectado –como cepillos, peines o juguetes-. También predisponen al animal a la infección por hongos los baños frecuentes y la limpieza excesiva al eliminar la barrera natural de sebo.

Tres puntos a seguir

1.- Trate a su gato regularmente frente a los parásitos externos e internos.

2.- Lávese las manos después de jugar con su gato.

3.- No deje a su gato deambular fuera de casa y si es así vigile cualquier reacción alérgica extraña.

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