El virus de la rabia tiene la capacidad de alterar el comportamiento de los animales, y llevarles a morder
El virus de la rabia tiene la capacidad de alterar el comportamiento de los animales, y llevarles a morder - ABC

Mascotas: Ante la rabia no hay que bajar la guardia

Aunque en España la enfermedad está erradicada, la vacunación sigue siendo recomendable, ya que el tráfico de animales domésticos existente en nuestro país aumenta las posibilidades de contagio

MADRID Actualizado: Guardar
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La rabia es una enfermedad vírica. Se transmite principalmente por mordedura. El animal que la padece está afectado neurológicamente y manifiesta comportamiento furioso. Esta agresividad es lo que paradójicamente asegura su propagación. «Los virus parecen guiarse por un extraño instinto y perseguir una finalidad: matar para pasar de una animal a otro, de una especie a otra y preponderar así, destruyendo vidas para asegurar la suya propia», comenta el veterinario Javier Álvarez de la Villa.

«Observamos con pasmo, cómo este conjunto de moléculas víricas alteran el comportamiento de los animales, de forma que adquieren comportamientos agresivos y temerarios, perdiendo toda inhibición y, atacando para morder», añade el veterinario. «Los animales afectados actúan como autómatas, no son responsables de su actos, los guía “esa especie de instinto” del virus.

En su saliva millones de partículas infectantes esperan a su próxima presa, su nuevo huésped».

La rabia: en plena vigencia

Nuestra protagonista de hoy: la rabia, continúa en plena vigencia con una amplia distribución mundial en Asia, África, América y ,muy cerca, en Europa. Afecta a multitud de mamíferos, sobre todo a caballos, vacas, cabras, ovejas, perros, gatos, murciélagos, vampiros (en Sudamérica), lobos, zorros, mapaches....y entre ellos , al ser humano.

Los carnívoros son más sensibles al contagio, y la rabia parece haberlos elegido para cumplimentar su propósito, morder para colonizar nuevos inquilinos. La enfermedad cursa de manera mortal: produce inflamación de cerebro y meninges (meningoencefalitis). Además, el espasmo de los músculos deglutorios hace imposible ingerir el líquido que el enfermo intenta beber, de ahí, el terrible apodo de «hidrofobia».

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En África y Asia se cobra miles de vidas al año (unas 30.000). En estos continentes continúa siendo problema de primer orden, al mantenerse en los carnívoros silvestres o salvajes (rabia selvática) y, lo que es peor, en los domésticos (forma urbana). Como se puede deducir, allí donde impera la forma urbana, los casos humanos aumentan en mayor número debido a la proximidad del carnívoro doméstico : el perro.

«Así, el más fiel compañero del hombre, se convierte en estos continentes, cuanto menos, en “sospechoso” y créanme,es una situación de inseguridad nada deseable», comenta el doctor Álvarez de la Villa del Centro Veterinario Víctor de la Serna. Algo que gracias a las campañas oficiales de vacunación y otras medidas, se ha podido evitar casi totalmente en nuestra Europa Occidental.

Toda medida que se tome es aceptable y comprensible. No podemos permitirnos el lujo de bajar la guardia en ningún momento y cumplir con la misión de vacunar a nuestras mascotas anualmente. No hace mucho, en el año 1970, existió un brote en Málaga con dos víctimas humanas mortales y decenas de animales afectados. En dicha aparición, el virus estuvo a punto de saltar a nuestra fauna silvestre.

Finalmente todas las medidas de alarma epidemiológica fueron activadas y el foco se extinguió. Pero no fue una casualidad, en Francia también tuvieron un problema con un perro hidrofóbico que entró desde Marruecos (país donde, por desgracia, existe esta enfermedad) saltando los controles de frontera pertinentes. En Grecia, tras haber sido considerada «libre de rabia», se volvió a detectar su presencia en 2012, y en Turquía y Rumanía este virus también está presente.

Vacunación obligatoria

Es pues esta enfermedad, mucho más realidad que ficción. Como venimos diciendo, se distribuye mundialmente y se «intenta acercar» a la Península desde África del Norte y Europa oriental. Las autoridades sanitarias son bien conscientes de ello por lo que proponen las campañas de vacunación obligatorias en perros, además de la identificación de nuestras queridas mascotas (perros y gatos) y del férreo control existente en las fronteras.

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En las mismas, los animales de compañía han de ir identificados, vacunados, desparasitados, con el pertinente certificado veterinario (que acredite estén libres de enfermedades infecto contagiosas) y su pasaporte. Además, las autoridades vacunan también las poblaciones silvestres mediante cebos distribuidos por los bosques, para este propósito.

El resultado de las campañas oficiales es enorme. Según la OMS, si vacunamos al 80 por ciento de efectivos, la Rabia dejará de convertirse en un problema sanitario de primer orden en cualquier país. «Esta bien claro, entonces, que vacunar es un deber, una obligación y vitalmente, beneficioso. Participemos, pues», nos asegura el doctor Álvarez de la Villa.

¿Qué hace tras una mordedura?

En primer lugar el hecho ha de ser denunciado con el único fin de la prevención. Es decir, constatar que el perro «agresor» se encuentra sanitariamente al día, controlado mediante la vacunación de rabia, además de identificado. Tras una revisión veterinaria oficial se pasa a un control veterinario en el domicilio o en el centro de protección animal, según juzguen el caso, las autoridades sanitarias. La persona que denuncia no lo hace con el ánimo de revancha, únicamente responsablemente, como un eslabón más de la cadena preventiva.

A pesar de que España una encrucijada de tránsito de viajeros y animales de varios continentes, es también un país seguro desde el punto de vista epidemiológico. España está protegida, con sus animales, no solo de compañía, también de abasto o granja convenientemente vacunados, conformando un efecto pantalla o escudo, no solo ante la rabia, sino ante multitud de otras viremias (enfermedades causadas por la entrada de virus en el torrente sanguíneo desde donde se puede extender a todos los órganos). Estemos tranquilos y sigamos cooperando; la seguridad es cosa de todos.

La primera vacuna

Los perros reciben la primera vacuna antirrábica cuando son cachorros -9 y 16 semanas de edad- y después tienen que vacunarse periódicamente según marque la ley en cada comunidad (por lo general se realiza cada año). Es importante consultarlo con el veterinario para que establezca un calendario de vacunación.

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