Charlotte Alvarenga, trabajadora de Plan Internacional en Guinea Bissau,
Charlotte Alvarenga, trabajadora de Plan Internacional en Guinea Bissau, - ISABEL PERMUY
Día Internacional de Tolerancia Cero

Más de 17.000 niñas en España están en riesgo de sufrir mutilación genital

Las cifras de esta práctica especialmente extendida en África Occidental son «muy alarmantes», según las ONGs

Madrid Actualizado: Guardar
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La ablación no es una realidad lejana. Unas 17.000 niñas residentes en España están en riesgo de sufrir mutilación genital, según las estimaciones que maneja el Gobierno. Este 6 de febrero se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero contra esta práctica a la que han sido sometidas hasta 140 millones de mujeres y niñas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Guinea, Egipto, Somalia, Malí o Eritrea son algunos de los países donde hay mayor prevalencia. En algunos casos supera el 90 por ciento de mujeres mutiladas. Son 28 los países africanos reconocidos por la práctica de la mutilación genital, pero también se encuentra en otros de Asia y Oriente Medio. Los flujos migratorios han trasladado el problema e inmigrantes residentes en España viajan para mutilar a sus hijas en África.

«La mutilación se produce fuera de nuestras fronteras y de nuestra jurisdicción», reconoció ayer Concha López, directora general de la ONG Plan International en un acto celebrado ayer en la Asamblea de Madrid. «Por eso no se puede trabajar solo con medidas coercitivas». Ellos trabajan sobre el terreno el enfoque educativo, cultural y económico. Pero las cifras siguen siendo «muy alarmantes y con pocos avances». Unos 85 millones de menores corren el riesgo de ser mutiladas hasta 2030 según la OMS.

Una tradición arraigada

La práctica se realiza desde el séptimo día de vida de las mujeres hasta su primera regla, antes de que las niñas puedan comprender qué está ocurriendo. «Hasta que no cumplí catorce años no empecé a entender lo que había pasado», dice Nkhata, de Kenia. Tenía nueve años cuando su abuela la llamó para hablar con ella. «Solo recuerdo sentirme aterrorizada y desear escapar de allí, pero estaba muy oscuro. Dos mujeres, una de ellas mi tía, me sujetaron. Lo siguiente que sentí fue un dolor muy agudo». Cuando años después le preguntó a su madre por qué lo había permitido, esta le contestó que «no quería ser etiquetada como rebelde y traidora de esta norma cultural».

En África la mutilación es una tradición arraigada por cultura y religión. También es el oficio de muchas mujeres. Ser mutilada supone aumentar la dote de la hija y ser aceptada por el resto de su comunidad, incluso aunque esté prohibido por ley en el país.

Pero los efectos sobre la salud de las mujeres son irreversibles. Según cuenta Charlotte Alvarenga, trabajadora de Plan Internacional en Guinea Bissau, las consecuencias van desde dolores, hemorragias, infecciones, dificultades para orinar o problemas sexuales hasta la fusión no intencionada de los labios o complicaciones durante el parto —como desgarros o hemorragias postparto—. En algunos casos, también la muerte. Por eso, dice, la lucha contra la mutilación debe ser una prioridad. No puede ser un problema invisible.

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