La elevadísima contaminación que sacude a Pekín ha obligado a las autoridades del país a adoptar medidas drásticas
La elevadísima contaminación que sacude a Pekín ha obligado a las autoridades del país a adoptar medidas drásticas - AFP
MAPA DE LA CONTAMINACIÓN MUNDIAL

Madrid no es Pekín

La capital española quiere limitar el dióxido de nitrógeno restringiendo  el tráfico rodado, mientras la china ha ordenado el cierre de 2.100 fábricas

Madrid Actualizado: Guardar
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Muchas veces se habla de contaminación en las grandes ciudades sin tener en consideración que, aunque hay un denominador común que radica en el efecto sobre la salud de las personas de la mala calidad del aire que respiran, pueden proceder de un origen bien distinto. Si Pekín está en alerta máxima por la cantidad de partículas en suspensión que se hallan en su atmósfera (partículas sólidas y líquidas que desprende, sobre todo, la potente industria metalúrgica, las refinerías, las centrales térmicas que envuelven la capital china y la proporción del uso de carbón, de peor calidad), Madrid quiere activar hoy un escenario que consiste en prohibir el aparcamiento en el centro. Si continúa la situación contaminante, se adoptarán más restricciones.

La razón es que la capital española afronta un nuevo episodio contaminante por el buen tiempo y, aquí, el 65% de las toneladas de emisiones al aire se deben únicamente al tráfico rodado.«Si medimos lo que respira un ciudadano, nos movemos en torno al 85% de afección a la población», completa Xavier Querol, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Este experto en contaminación aporta un dato, común en la urbe española y la china: la situación orográfica de la capital, en el interior de la Península, es casi calcada a la de Pekín en la plataforma china y en otra de las urbes con más polución del planeta, México. Esa situación condiciona que el tiempo anticiclónico, como el que vive estos días Madrid y se prolongará hasta después del Puente, cuando se registra «entre noviembre y febrero», tenga un efecto: la masa de aire contaminada se queda estanca. En verano, no obstante, en los tres sitios se dan episodios de concentración de ozono, por motivos como la fortísima radiación solar.

Y el punto que diferencia a una y a otra sobremanera es el foco contaminante. Para empezar, Pekín tiene prohibido el uso del motor diésel, dicen tanto Querol y Francisco Segura, coordinador de Ecologistas en Acción, de modo que la emisión de dióxido de nitrógeno que se origina en la combustión de dicho tipo de vehículos no vicia, allí, la calidad del aire. Pero mantiene en vilo a Madrid.

En vilo por el diésel

El nitrógeno supone el 78% del aire que respiramos, y es inocuo. Sin embargo, los vehículos diésel al utilizar un motor de explosión que requiere oxígeno adicional, en su proceso de combustión a 2.500 grados generan una elevada cantidad de dióxido de nitrógeno, provocando un efecto muy dañino sobre la salud.

De hecho, hay que recordar que en la ciudad del Manzanares se pasó a reducir la velocidad de acceso a la ciudad, de 90 a 70 km/h, y a limitar el aparcamiento toda vez que se superó la barrera de los 200 microgramos por metro cúbico (mcg/m3) durante periodos consecutivos (y en algunas estaciones de medición hasta los 400, nivel «extremadamente desorbitado» , en palabras de los expertos consultados por ABC). En los primeros siete días del año, se rebasó durante 18 horas los límites de emisiones de NO2 autorizados para todo 2015. «Madrid afronta sanciones si no actúa», inquiere Querol.

Pekín prohíbe salir al patio

El caso más extremo del planeta es Pekín. La ciudad amaneció ayer 25 veces por encima de los máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), así que las autoridades mantuvieron la alerta naranja y ordenaron el cierre de 2.100 fábricas. Además, aconsejaron a los ciudadanos que permanecieran en sus casas y prohibieron a los niños que jugaran al aire libre en el patio de los colegios durante el recreo. Debido a la escasa visibilidad, el aeropuerto principal de la ciudad canceló decenas de vuelos a Shanghái y a la provincia de Shaanxi.

Por tercera jornada, fue un día gris en el que la niebla volvió a ocultar el cielo y eclipsar el sol, dando a la ciudad un aire apocalíptico. Según las autoridades, la nube de polución ha llegado a cubrir desde el fin de semana una superficie similar a España: 530.000 kilómetros cuadrados. Tras la alarma por contaminación más grave del año, los pequineses devoran con ansiedad los partes meteorológicos porque saben que la nube tóxica volverá a formarse en cuanto deje de soplar el viento, que se levantó por la noche y ayudó a dispersar, en este caso sí, las partículas en suspensión. Como cada invierno, la polución se dispara en cuanto se encienden las calderas de la calefacción, la mayoría de las cuales funcionan con un carbón muy prosaico.

Como en enero, ayer se registraron 598 microgramos por metro cúbico de partículas de 2,5 micras, tan pequeñas que se cuelan en los pulmones y provocan serias enfermedades respiratorias. El origen de las partículas se reparte en Pekín entre un 30% los tubos de escape (con un parque móvil mucho más numeroso); un 22% el carbón; y las obras, otro 14%. China asegura haber reducido un 40% de emisiones de dióxido de azufre este año y un 19% las de partículas PM 2,5.

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