Madrid más cerca de cielo

Hace diez años dos millones de jóvenes de 193 países convirtieron la ciudad en la capital de la fe

Catedral de La Almudena ERNESTO AGUDO

José Francisco Serrano Oceja

Un día como mañana 16 de agosto, hace diez años, Madrid se convirtió en la capital mundial de la fe, un tsunami de ilusión juvenil y de esperanza que consiguió captar la atención del mundo. Dos millones de jóvenes, procedentes de 193 países, aterrizaron en la Plaza de Cibeles, en la Gran Vía, en el Retiro, en La Almudena, en Cuatro Vientos, para encontrarse con el Papa tranquilo, con el nuevo san Agustín de nuestra historia . Madrid, ciudad de Dios y de los hombres. Fue la mayor concentración juvenil de la historia en la capital de un reino y Estado ya por entonces convulso.

No parece que hayan pasado diez años, ni para el mundo, ni para la Iglesia. Da la impresión de una mayor distancia en el tiempo, quizá por eso de la aceleración de la historia. No puede ser que aquella explosión de gozo y de esperanza que fue la XXVI Jornada Mundial de la Juventud se haya agotado con tanta celeridad o haya pasado tan pronto a las desgarradas páginas del libro de las crónicas . Por cierto que aquellas jornadas no hubieran sido posible sin una Iglesia tan viva y tan fecunda como la de Madrid, pastoreada entonces por el cardenal Rouco Varela.

Por mucho que los entusiastas del adanismo, también en la Iglesia, consideren que el pasado, pasado está, no podemos obviar que lo que ocurrió en Madrid, con Benedicto XVI, hace diez años , cambio la vida de no pocos jóvenes hoy adultos.

Dada la exigua memoria institucional que nos rodea, es hora de reivindicar lo que en aquellos días nos legó el Papa emérito. Es hora de releer sus discursos y de reflexionar sobre lo que hizo posible que Madrid se convirtiera en la ciudad del milagro de la vida plena que trae la propuesta cristiana. Una invitación viable, visible y creíble, en la que el Evangelio era el santo y seña . Hay quien dice fue una época de masas, de triunfalismo, de medidas macro. Nada hubiera sido posible sin el tú a tú, sin la sorpresa de la fe que se hizo vida en un Madrid cerca del cielo.

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