Paso a los herederos de la edad de oro

Jóvenes talentos y el sector femenino siguen el rumbo marcado por Nadal, Alonso, Gasol o Márquez

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Nada enaltece más el sentido de pertenencia que el éxito en el deporte. Pocos acontecimientos o episodios de la vida unen más que las andanzas de los héroes deportivos. ¿Alguien recuerda mayor concentración de humanidad que aquella marabunta por las calles de Madrid al compartir la selección de fútbol la Copa del Mundo en 2010? España ha vivido una edad de oro que tal vez nunca se repita: los nuestros eran estrellas mundiales, únicos en su especie, campeones de todo. Nadal, Gasol, Alonso, Márquez, la selección en Sudáfrica. Hemos regateado con Iniesta, alargado el brazo con Nadal, taponado canastas con Gasol y acelerado al salir de la curva con Alonso. Un país entero enganchado a sus líderes. Y ABC siempre ha informado en cada punto del planeta siguiendo a las figuras. No son hijos de la necesidad, como los pioneros Ángel Nieto, Severiano Ballesteros o Manolo Santana, sino comandantes preparados en las pistas y formados en la vida para ejercer una hegemonía mundial. Lo que viene detrás de ellos es la explosión, al fin, del deporte femenino y dignos herederos que perpetúan la senda del triunfo y la fama.

Será misión imposible recordar las conquistas y honores de los españoles sin olvidar a alguno, tal es el caudal de los últimos lustros. Más allá de los integrantes de la edad de oro, florece una expansión del deporte femenino, con atletas en edad ya madura y el palmarés cargado de trofeos. Cada una llegó de sus circunstancias y exprimió talento y esfuerzo, apoyadas en un soporte institucional que cada vez descubre más beneficios en el deporte.

Carolina Marín, Mireia Belmonte, Lydia Valentín, Ruth Beitia, Garbiñe Muguruza o Vero Boquete encarnan la evolución total de las féminas, desligadas de patrones y clichés. La mayoría han impulsado sus modalidades minoritarias hasta reflotar deportes medio clandestinos, el bádminton, la halterofilia, el fútbol femenino incluso.

La globalización se detecta en algunos deportistas. Javier Gómez Noya, campeón mundial de triatlón, nació en Suiza, se crió en Ferrol y se entrena en Nueva Zelanda. El atleta Bruno Hortelano nació en Australia, estudió en universidades estadounidenses, su padres científicos trabajan en Kazajistán y él pasa largas temporadas en Barcelona. Es la versión en deportes de los españoles por el mundo que salieron a buscarse la vida más allá de los Pirineos.

Funciona siempre el fútbol, el opio del pueblo. Aunque motivo de orgullo por los triunfos internacionales (las Champions del Madrid, los antiguos éxitos de Messi y su tropa, el cholismo del Atlético o el Sevilla y las Europa League), el fútbol rara vez une si no es con el tiqui-taca de la selección.

Los pasajeros de la edad de oro han instruido a un carrusel de sucesores. Gasol fue el avanzado a su época al lanzarse a la aventura de la NBA cuando todos le decían que era demasiado joven, y la mejor liga del mundo se pobló de españoles que están o estuvieron: Ricky Rubio, Marc Gasol, Calderón, los hermanos Hernangómez, Garbajosa o los nacionalizados Ibaka o Mirotic. En tenis Nadal ha soterrado el interés mediático de jugadores inmensos como Ferrer o Bautista, pero a su sombra han crecido otros talentos que hoy reclaman su cuota, como Pablo Carreño.

Fernando Alonso, que vuelve y se resiste a colgar el casco, era el ídolo de Carlos Sainz júnior y por eso éste ejerce en la Fórmula 1 con gran notoriedad. Lo ha fichado Ferrari. Maverick Viñales, los hermanos Espargaró o Joan Mir representan la esencia de la tradición de motociclismo en España y una secuencia potente para la meteórica carrera de Marc Márquez, el número uno mundial.

Rahm, en la cúspide

Jon Rahm ha ocupado ese pedestal cumbre en el golf, herencia de tantos genios, Severiano Ballesteros, José María Olazábal, Miguel Ángel Jiménez o Sergio García. El legado ciclista de Induráin, Perico Delgado y Contador se plasma en Enric Mas o el adolescente Juan Ayuso…

Y queda espacio para los veteranos, campeones irreductibles que nunca bajaron los brazos. Carlos Sainz ha ganado tres veces el Dakar con tres coches diferentes. Y Alejandro Valverde se agenció al fin el título de campeón del mundo de ciclismo a los 38 años.

La nueva normalidad brinda por los jóvenes que crecieron a la sombra de las leyendas y que, como ellos, son el activo de una industria del deporte. Nadal, Alonso o Gasol son multinacionales desplegadas en diversos campos: academias, museos, circuitos, empresas, equipos de fútbol y hasta la Copa Davis en manos de Piqué… Los deportistas invierten en deporte. Y los nuevos alimentan esa explotación comercial que se verifica en las campañas publicitarias y la asociación a determinadas marcas.

Negocio y deporte al servicio de un sentimiento.

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