Irak despide al Papa Francisco después de una visita histórica

Más de 10.000 personas dan una calurosa despedida al Santo Padre en una de las zonas más castigadas por la guerra iraquí

El Papa en el estadio Hariri de Erbil REUTERS

J. I. Mota

En un ambiente festivo y ante 10.000 personas el Papa Francisco se ha despedido de Irak celebrando una misa multitudinaria en el Estadio Hariri de Erbil , capital del Kurdistán iraquí. En este punto acaba la travesía del Santo Padre por Irak , una visita histórica de tres días que ha movilizado a todo el pueblo iraquí de norte a sur. Cristianos de ciudades como Duhok, Suleimania y Erbil no han querido perderse el evento para decir adiós a su figura religiosa más importante en una zona del país marcada por el éxodo cristiano desde 2014, después de pasar calamidades y tener que huir de sus hogares por la violencia de los radicales wahabitas en las llanuras de Nínive. El Santo Padre viaja este domingo a Bagdad para partir hacia Roma en la mañana de este lunes después de un viaje intenso e inolvidable para la sociedad iraquí.

Eran poco más de las cuatro de la tarde cuando el Papa llegaba al estadio Hariri, que lleva el nombre de un político cristiano asesinado en 2001. Gente ondeando banderas del Vaticano, de Irak y del Kurdistán, mujeres con vestidos tradicionales, música en varios idiomas y cánticos de '¡viva el Papa!' es la imagen que se ha encontrado el Santo Padre. «Comienza una nueva era para Irak», afirma el jóven Endi Slawa , de 24 años y que ha venido al estadio con sus amigos y familia, procedentes de Duhok. Slawa, que sujeta una pancarta de Francisco, asegura que no tenía pensado venir, pero que cambió de idea. «Cuando vi a la gente en Bagdad y en Ur, supe que tenía que venir. Esto no se ve todos los días», afirma.

Con el perímetro del estadio repleto de seguridad y helicópteros volando el área, llegaba el Papa al estadio. En ese momento, la gente se volcaba y Francisco daba la vuelta de cortesía saludando a los presentes. «Estoy muy alegre, hacía muchos años que no veía tantos cristianos así, unidos», cuenta emocionada Kalima Mihael , de 58 años y procedente de Telknaf, una ciudad al norte de Mosul. Francisco comenzaba el evento con una Virgen a un lado del escenario. Los terroristas la destrozaron cuando llegaron a Karamles, un pueblo cristiano de las llanuras de Nínive. Le cortaron las manos y la cabeza y tras una larga restauración ha sido bendecida por el Santo Padre para llevarla de vuelta a Karamles. El Papa comenzaba la ceremonia recordando el calvario que lleva sufriendo la comunidad iraquí durante años. «Aquí en Irak, cuántos de vuestros hermanos y hermanas, amigos y conciudadanos llevan heridas de guerra y de violencia, heridas visibles e invisibles», explicaba.

El evento ha durado algo más de media hora en la que se podían apreciar las caras emocionadas de los presentes ante las palabras traducidas del Santo Padre. Varios sacerdotes han pasado por las gradas para ofrecer la comunión a los iraquíes después de la misa. El Papa ha finalizado dando las gracias a la sociedad iraquí y a los cristianos por su acogida. «En medio de una gran pobreza y dificultad, muchos de ustedes han ofrecido generosamente una ayuda concreta y solidaridad a los pobres y a los que sufren. Este es uno de los motivos que me han impulsado a venir de peregrino entre ustedes, a agradecerles y confirmarlos en la fe y en el testimonio». Francisco también ha dado esperanzas a la comunidad cristiana en el país. « H oy, puedo ver y sentir que la Iglesia de Irak está viva, que Cristo vive y actúa en este pueblo suyo , santo y fiel». Al finalizar, después de un gran aplauso, la música ha comenzado a sonar y los iraquíes, con ganas de más, se han quedado en el estadio balanceando las luces de sus móviles y con una pequeña esperanza de que el Papa volviera a dar una vuelta a la cancha.

Vana Hikmat está saliendo del estadio con su marido, Nobel Resan y su hijo. Todos son de Erbil. «Me voy a casa feliz. Esto ha sido un sueño hecho realidad», afirma. Resan, con la gorra y la acreditación en la mano, explica lo que ha significado la ceremonia. «Es un día muy valioso para nosotros. Un día para el cristianismo en el Kurdistán» , explica. Ayman Sabwi , de 41 años y vestido de chaqueta para la ocasión, está visiblemente emocionado y dándose abrazos con la gente al salir del estadio. «Estoy lleno de paz. Deberíamos reducir en este país el sonido de las balas y aumentar el sonido de la paz», zanja.

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