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El 24 de marzo, la extensión del hielo marino en el Ártico alcanzó un máximo de 14,52 millones de kilómetros cuadrados

Un invierno «cálido y loco» en el Ártico

La extensión del hielo marino tras el invierno registra su mínimo histórico por segundo año consecutivo

Madrid Actualizado: Guardar
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«Nunca he visto un invierno tan cálido ni loco en el Ártico». Estas palabras de Mark Serreze, director del Centro Nacional para la Nieve y el Hielo (NSIDC, en sus siglas en inglés), definen a la perfección lo que está ocurriendo en la «cima» del mundo, un territorio de 30 millones de kilómetros cuadrados repartidos entre Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y Estados Unidos. «El calor ha sido incesante», insiste. Y no es para menos. La temperatura del aire sobre el océano Ártico para los meses de diciembre, enero y febrero fue de 2 a 6 grados centígrados por encima de la media en casi todas las regiones.

«El calentamiento ha sido excepcional en gran parte del Ártico y del hemisferio norte, con más de 4ºC de calentamiento.

Por ejemplo, la temperatura media invernal en las Islas Svalbard, a 78º de latitud Norte, ha sido de 10ºC por encima de la media», explica José Manuel Moreno, catedrático de Ecología de la Universidad de Castilla-La Mancha y que hasta el año pasado fue miembro del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC).

«El Ártico se está calentando dos o tres veces más rápido que el resto del planeta»
Julienne Stroeve , investigadora del NSIDC

Tanto es así que, aunque parezca un contrasentido, en el mes de diciembre se acuñó la expresión «ola de calor polar». Un evento sin precedentes en el Polo Norte que en los últimos días del año llevó las temperaturas hasta 23ºC por encima de la media en el extremo norte, haciendo que las temperaturas superficiales en el Polo Norte se acercaran, o tal vez incluso superaron, el punto de congelación. La prueba es que el 30 de diciembre de 2015 una boya de una estación meteorológica cerca del Polo Norte registró 0,7ºC.

Y es que el Ártico «se está calentando dos o tres veces más rápido que el resto del planeta y los cambios están ocurriendo en todas las estaciones y en todas las regiones», explicó a ABC Julienne Stroeve, investigadora del NSIDC, en una reciente visita a Madrid para participar en un simposio organizado por la Fundación Ramón Areces.

Lo cierto es que las temperaturas de récord en diciembre, enero y febrero, en todo el mundo y en el Ártico, han llevado al peor registro histórico de hielo marino invernal. Según los datos preliminares divulgados ayer por el Centro Nacional para la Nieve y el Hielo, la extensión máxima de hielo marino se alcanzó el pasado 24 de marzo, con una superficie de 14,52 millones de kilómetros cuadrados. Es la extensión más baja jamás registrada tras el invierno, y lo es por segundo año consecutivo. El año pasado el pico se alcanzó el 25 de febrero y fue de 14,54 millones de kilómetros cuadrados. Este año el hielo invernal se ha quedado 1,12 millones de kilómetros cuadrados por debajo de la media 1981-2010, que es de 15,64 millones de kilómetros cuadrados.

Además del calor, los patrones de viento durante enero y febrero también fueron desfavorables para el crecimiento del hielo porque trajeron el aire caliente desde el sur, conteniendo la expansión de la cobertura de hielo, explica Walt Meier, científico en el Instituto Goddard de la NASA. Y vaticina que, en última instancia, lo que probablemente va a jugar un papel primordial en la evolución futura de la extensión máxima del hielo ártico es el calentamiento de las aguas del océano. «La nieve y el hielo reflejan el 86% de la energía solar. A menor extensión de hielo, más calor absorbe el océano, que se calienta y vuelta a empezar. Es un calentamiento amplificado a medida que se va retrayendo el hielo marino», explica Julienne Stroeve.

La extensión del hielo marino en invierno ha ido descendiendo a razón de un 2,6% por década

Y este efecto es aún mayor en verano que en invierno, cuando durante meses el sol no sale dentro del círculo polar ártico. Así, la extensión del hielo marino en invierno ha ido descendiendo a razón de un 2,6% por década, mientras que en el verano el descenso ha sido de un 13,4% por década. Según los datos aportados por Stroeve, la pérdida media de hielo en verano entre 1850 y 2015 asciende a casi 20.000 kilómetros cuadrados al año. Pero esta pérdida se acelera, y entre 1979 y 2015 la cifra media es de 83.000 kilómetros cuadrados al año, un poco menos que el área de Portugal.

Aguas más calientes

Los datos revelan además que la extensión del hielo marino fue inferior a la media en todo el Ártico, excepto en el mar del Labrador, la bahía de Baffin y la bahía de Hudson. Y especialmente baja en el mar de Barents, debido a ese calentamiento del océano: «El descenso del hielo en el Mar de Barents era esperado, por la influencia de las aguas cálidas del Atlántico desde el mar de Noruega», dice Ingrid Onarheim, del Centro Bjerknes para la Investigación del Clima (Noruega).

El hielo marino es muy importante para muchas especies, desde el fitoplancton a las más emblématicas, como el oso polar. Para este níveo plantígrado el hielo es sinónimo de caza, pues le sirve de plataforma desde donde atrapar a sus presas, y cada semana que no puede hacerlo pierde 10 kilos de peso, cuenta Stroeve.

«El Ártico está en crisis. Año tras año, su estado va empeorando y es difícil pensar que esto no vaya a tener un efecto sobre el clima»
Ted Scambos , científico del NSIDC

La tendencia es clara: la extensión del hielo marino en invierno cada vez es menor, mientras que el mínimo de verano también decrece y se alcanza más tarde porque el frío se retrasa. Así, las trece extensiones más bajas de hielo marino en invierno se han dado en los últimos 13 años, mientras que en el verano los nueve años con extensiones más reducidas han ocurrido en los últimos 10 años. «El Ártico está en crisis. Año tras año, su estado va empeorando y es difícil pensar que esto no vaya a tener un efecto sobre el clima en todo el hemisferio norte», resume Ted Scambos, científico del NSIDC.

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