El movimiento feminista oculta su desunión ante el temor de que se desinfle el 8-M

Muchas de las entidades que aglutinan la Comisión promotora de la huelga se descuelgan del manifiesto de la convocatoria, que tildan de «bochornoso»

Las mujeres, en el centro de la precampaña electoral VÍDEO: ATLAS

Belén Cáceres

« Caos organizativo y completa desunión en el debate ideológico. Este año cada corriente feminista ha barrido para un lado». Este es el resumen que, a pocas horas de otro 8 de marzo, realizan a micrófono (y grabadora) cerrados un sinfín de organizaciones de corte progresista y de izquierda radical que se aglutinan en torno a la Comisión del 8-M, un ente que promueve desde hace dos años que todas las mujeres se detengan en masa en su Día Internacional.

La llamada a la huelga feminista del año pasado no marcó escisiones. El movimiento internacional contra los abusos sexuales, etiquetado como el MeToo, y el malestar evidente por el juicio celebrado contra la Manada de San Fermín (que se materializó en una sentencia condenatoria el 26 de abril) espolearon que dicha Comisión del 8-M copiase a sus homólogas argentinas y organizase una huelga general, con paros de dos horas en la mayoría de las empresas auspiciados por los sindicatos. El hito en España se calificó como «un éxito rotundo e histórico». Este año todo hace pensar que no se repetirá tan elevado seguimiento. Pero las organizadoras no quieren «mentar esa bicha» y apelan al espíritu de comunión del movimiento. Pero ese no existe.

La Comisión del 8-M se compone de más de cien asociaciones de lucha por la igualdad, todas de corte progresista. No recibe subvenciones públicas, es un ente, un conglomerado de entidades, que sí concurren individualmente a los concursos para recibir ayudas (estatales, autonómicas y locales). La inyección del IRPF estatal, a través de la X marcada para fines sociales, sufraga también parte de sus actividades.

Una denuncia anónima

En conversación con este periódico, mujeres de algunas de esas Federaciones y asociaciones más importantes del país reclaman ampararse detrás del anonimato y no hacer pública la «división» evidente que se ha producido recientemente en el seno de la Comisión, ya que creen que podría torpedear o rebajar el vuelo que ha cogido la reivindicación plena por la igualdad en España. Algunas de ellas emplazan al «sábado 9 de marzo» para desmenuzar con detalle qué ha ocurrido en los últimos meses para que teman que «se desinfle» el impulso femenista.

El centenar de asociaciones (no hay representación de sesgo conservador) se arremolinarán el viernes en la cabecera detrás de una pancarta que llama a «parar porque hay más de 1.000 motivos» y porque «si las mujeres paramos, se para el mundo». En eso sí llegaron a un «acuerdo de mínimos», esgrimen estas mujeres, aunque no se reprodujo en el manifiesto. Muchas de ellas no están de acuerdo en la mayoría de los preceptos puestos, blanco sobre negro, en un manifiesto impulsado por el feminismo más extremo y al que organizaciones con más de treinta años de solera en la lucha por el feminismo en este país califican, sin ambajes, como «bochornoso» , con una mezcla de temas que diluye el mensaje, reprueban.

La lucha contra el medio ambiente, la protección a la migracióny el desprecio al capitalismo y las empresas transnacionales se han «colado» en una lucha que «comenzaron nuestras abuelas» y que deberían debatirse, a juicio de estas representantes de entidades de género, en otros foros.

Al borde del cisma

¿Qué ha ocurrido? Lo relata una histórica feminista: «En las últimas reuniones, hemos llegado a levantarnos, profundamente molestas por la manipulación de las que dicen llamarse feministas extremas. Todo apellido del feminismo -el ecofeminismo, el recién acuñado feminismo liberal...- va contra el movimiento, lo perjudica». Barcelona, el pasado mes de enero, y Valencia, días después, acogieron los últimos encuentros en los que representantes de cada una de esas asociaciones se sentaron a consensuar los puntos de esta segunda huelga feminista.

«Nosotras somos feministas radicales -dice otra destacada dirigente de una asociación-; por radical hay que entender las que luchan contra el uso del cuerpo humano y la explotación del de la mujer, ya sea en forma de trata o de prostitución. Nosotras somos abolicionistas, pero en la última reunión nos enfrentamos a las que piden su regulación. Nos levantamos y abandonamos la reunión». Fueron encuentros realmente «difíciles», define otra federada. La confrontación de ideas en torno a la gestación subrogada o la prostitución «es productiva» , pero en este caso, entre las sensibilidades diferentes que tiene el feminismo, «se debatió de forma airada y con malos modos», acepta.

«La Comisión del 8-M se reúne de modo asambleario. Nuestra asociación está en contra, pero eso viene impuesto, de la misma forma que se rotan los portavoces de la Comisión o se recogen ciertas ideas en el manifiesto que no queríamos», transmite la presidenta de otra asociación, que atiende a mujeres maltratadas de toda adscripción ideológica. Y ese, precisamente, la instrumentalización de la izquierda más radical que se ha hecho del manifiesto es motivo de gran enfado para algunas de estas representantes, reconocen.

El manifiesto arenga a las mujeres a «unirse al grito global frente a la derecha y extrema derecha que ha situado a mujeres y migrantes como objetivo prioritario de su ofensiva ultraliberal, racista y patriarcal». «En nuestras asociaciones asistimos a todas las mujeres -se quejan estas mujeres consultadas por ABC -. Y en el manifiesto se margina a una parte de la sociedad. Eso genera más desigualdad», asume, con gran pesar, otra. Y apuntilla: «No entiendo por qué algunas han querido coger protagonismo y han visto la luz con este movimiento, mientras otras llevamos décadas luchando por unos ideales comunes».

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