Inundaciones Mallorca

«Mi hija gritaba y miraba al cielo pidiéndole a su padre que no quería morir»

Los vecinos de Sant Llorenç des Cardassar, resignados y entre llantos, empiezan a sacar de sus casas todas sus pertenencias, completamente destrozadas por el agua

J. MATEU | Vídeo: Los supervivientes de la riada narran el peor día de sus vidas ATLAS

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Una señora anda sola, en medio de la calle, y deja que sus lágrimas caigan una tras otra por su rostro . Llora y gime de pena. No hace falta preguntarle los motivos.

Sant Llorenç des Cardassar es barro. Hoy, afortunadamente, lo ilumina un sol radiante pero que pone más en evidencia que en el lugar solo reinan el barro y los muebles destruidos , en medio la calle. Los vecinos los apilan junto a su ropa, junto a todas sus pertenencias, absolutamente destruidas . A veces lo hacen solos, otras, ayudados por voluntarios de pueblos vecinos como Artá o por los propios militares.

Apenas se puede andar por Sant Llorenç , el barro y el agua han convertido este municipio de Mallorca azotado por un tromba de agua el pasado martes que desbordó el torrente Ses Planes, en un territorio completamente destruido, desolador. Camiones de bomberos, de la Unidad Militar de Emergencias, personal de Cruz Roja, periodistas y hasta chefs estrellas Michelín como Koldo Royo que vino a preparar «platos de cuchara», conviven con los vecinos, con los rostros llenos de barro . Pero «estamos vivos», dice Toñi Zamora. Esta mujer de 46 años vivió junto a su hija de 8 el horror de su vida. «Me moriré de vieja, otra cosa así no nos puede pasar», dice pasando de la broma al llanto en segundos. Toñi estaba mirando la televisión junto a su hija, a la que le insistía con que saliera de casa a hacer ejercicio , cuando el agua entró con toda su fuerza a su hogar. Se subieron a una mesa de mármol, pero de poco sirvió. Intentó escapar del agua como pudo y se metió en el lavadero. El agua las cubría por completo cuando se le ocurrió subirse a una verja. «Mi hija se pegó a mí y empecé a pedir ayuda, usaba la luz de mi reloj para dar señales al exterior, pero fuera solo veía el agua, que hacía un ruido tan fuerte que apenas escuchaba a mi hija, los coches giraban, eran las cataratas del Niágara», relata.

La desesperacion duró unas dos horas hasta que llegó la Guardia Civil. «Mi hija gritaba y miraba al cielo pidiéndole a su padre que no quería morir» . Toñi lo recuerda y se derrumba. «Se le murió su padre en agosto del año pasado, ahora esto...».

Cerca de su casa, Antonia, de 34 años, saca los muebles destrozados por el agua de la casa de su madrina, Francisca, de 87 años. Francisca se quedó casi sepultada por el agua y su instinto la llevó a refugiarse en la cocina. «Sentí que me tiraban cubos de agua», cuenta. Ahora, vive en el piso de arriba de su vivienda derruida y le impiden ver el estado en que quedó su hogar. «Gritaba como loca, hasta que pudimos rescatarla solo se nos ocurrió decirle que se subiera a un mueble pero es que tiene 87 años, ha perdido la cabeza después de esto», dice entre llantos su ahijada.

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