Grenoble cierra sus piscinas por la polémica del burkini

Varios colectivos de jóvenes musulmanas comenzaron el mes de mayo pasado una «batalla» que amenaza con prolongarse indefinidamente

Imagen de archivo de una mujer con burkini REUTERS

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El alcalde de Grenoble, Éric Piolle (46 años, ecologista), amenaza con cerrar sistemáticamente las dos piscinas municipales si «persiste» el enfrentamiento entre francesas musulmanas con burkini y francesas «laicas» que desean bañarse desnudas, en señal de protesta.

El alcalde comenzó con cerrar las dos piscinas de la ciudad , el miércoles pasado. Una de las piscinas se abrió a las diez de la mañana del viernes, pero debía cerrar a primera hora de la tarde. A juicio de Piolle, «no se han reunido las condiciones para una apertura plena de las piscinas municipales».

Por su parte, bastantes empleados municipales denuncian el comportamiento de las musulmanas que se obstinan en bañarse vestidas con burkini, la prenda de baño que les permite «cumplir con sus creencias religiosas», incumpliendo las normas de higiene de las piscinas municipales.

Varios colectivos de jóvenes musulmanas piadosas comenzaron el mes de mayo pasado una «batalla» que amenaza con prolongarse indefinidamente , diciendo defender su «derecho» a bañarse vestidas como lo consideran oportuno. El alcalde comenzó por intentar dialogar, sin llegar a ninguna solución concreta.

En vísperas de la gran canícula, los colectivos «burkinistas» decidieron relanzar su «combate», provocando la cólera e irritación de varios colectivos de jóvenes «laicas», que lanzaron un llamamiento, a través de las redes sociales, anunciando que se bañarían completamente desnudas, a la misma hora que las musulmanas se bañasen en burkini, para «denunciar» con su cuerpo, desnudo, la «cerrazón» de las musulmanas.

Ante el riesgo de una agravación de la crisis, el alcalde de Grenoble decidió cerrar temporalmente las dos piscinas de la ciudad, prometiendo reabrirlas a lo largo del fin de semana, «si se tranquilizaban los ánimos». Las temperaturas de 40 grados centígrados no han tranquilizado a nadie. Y han agravado la cólera de los usuarios de unas piscinas convertidas en campo de batalla.

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