El ecólogo finlandés Ilkka Hanski
El ecólogo finlandés Ilkka Hanski - ABC

La Fundación BBVA premia al descubridor del umbral de extinción de las especies

Los modelos desarrollados por Ilkka Hanski permiten diseñar estrategias de conservación a medida

Madrid Actualizado: Guardar
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El ecólogo finlandés Ilkka Hanski, catedrático de Zoología de la Universidad de Helsinki, ha sido galardonado con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación. Su trabajo -dice el acta del jurado- resulta «esencial para saber cómo afectará a las especies el acuciante problema de la fragmentación del hábitat por la acción del hombre». Hanski ha creado la conocida como biología de metapoblaciones, combinando trabajo de campo y modelos matemáticos, que permite determinar el umbral crítico o el grado de fragmentación del hábitat a partir del cual una especie puede extinguirse. Esta nueva rama de la ecología analiza la persistencia de especies distribuidas en fragmentos de hábitat distintos, cuyas poblaciones se mantienen conectadas por procesos de colonización.

Aunque su nombre no suena tanto como otros fuera de la comunidad científica se puede decir que el trabajo de Ilkka Hanski (Helsinki, Finlandia, 1953) está detrás de cada nueva gran infraestructura que se planea y del diseño o la mejora de las áreas protegidas por todo el mundo. Y es que los modelos desarrollados por el profesor Hanski se han aplicado a muchas acciones de conservación actuales, ya sea el diseño de áreas protegidas, la creación de corredores biológicos para conectar poblaciones dispersas o los estudios de impacto ambiental de grandes infraestructuras.

La cuestión clave que Hanski ha abordado es determinar cuál es el número, tamaño y productividad entre poblaciones que es preciso preservar para mantener a un especie en su hábitat; esto es, cuál es el grado máximo de fragmentación en el hábitat que tolera una determinada especie. Durante años realizó trabajos de campo haciendo censos anuales de la mariposa doncella punteada -que vive en un hábitat fragmentado en las islas Aland, en el Báltico-, con la que pudo perfeccionar sus modelos y poner a prueba sus predicciones.

Metapoblación

Como explica Jordi Bascompte, catedrático de Ecología en la Universidad de Zúrich (Suiza) y que actuó como secretario del jurado, Hanski «coge el concepto de metapoblación acuñado por el biólogo Richard Levins, lo generaliza y lo lleva al mundo real, lo cual le permite describir la dinámica de poblaciones reales en espacios reales, y a la vez realiza el trabajo teórico que le permite hacer predicciones muy certeras, algo con lo que no se cuenta a menudo en ecología».

Teniendo en cuenta que cada vez más paisajes, antes prístinos, están siendo transformados por la acción del hombre -explica Bascompte- «entender el comportamiento de las metapoblaciones es una prioridad tanto en ciencia básica como aplicada». Su trabajo tiene aplicaciones para optimizar el diseño de áreas protegidas y para definir estrategias de conservación ante situaciones de pérdida de hábitats como la deforestación, la urbanización, o el cambio climático.

Hanski destacó ayer, tras recibir la noticia del premio, el valor en sí mismo de conocer el comportamiento de las metapoblaciones: «En la naturaleza muchos hábitats no son homogéneos sino que están parcelados, fragmentados, y en esas situaciones las especies se distribuyen en metapoblaciones. Por eso si se quiere entender la dinámica natural de las especies es importante entender las redes de metapoblaciones».

Aplicaciones en oncología e inmunología

La biología de las metapoblaciones se aplica hoy a numerosas especies y a otras disciplinas. Algunas muestras son la oncología, por ejemplo para estudiar el comportamiento de las poblaciones de células de un tumor, o la epidemiología, donde el conocimiento sobre el tamaño crítico de una red de metapoblaciones puede ser útil para combatir una epidemia. «Hay una oportunidad muy interesante en este campo», afirma Hanski.

Otra derivación tiene que ver con la salud humana. Interesado por la relación entre el sistema inmune humano y las distintas poblaciones de microorganismos que pueblan el organismo, Hanski ha desarrollado una teoría en la que relaciona el grado de biodiversidad a la que se exponen las personas y el comportamiento de su microbioma, y su repercusión en el funcionamiento del sistema inmune. «Hemos demostrado que en los dos primeros años de vida de una persona el entorno influye en los microbios que se desarrollan en el niño, algunos de los cuales se establecen como poblaciones residentes». A partir de estudios experimentales en ratones el equipo de Hanski ha identificado un tipo de protobacteria que «podría tener un efecto muy poderoso a la hora de aumentar nuestra inmunotolerancia», explicó Hanski.

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