Francisco: «La misa no es momento para charlar o hacer fotos; es el Calvario, no un espectáculo»

Bendice el estruendo de los jóvenes polacos en la audiencia general

El Papa Francisco al término de la audiencia general EFE
Juan Vicente Boo

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El Papa Francisco está preocupado, se diría dolido, por el problema de banalización de la misa del domingo en algunos lugares, y lo ha comentado ampliamente el miércoles de modo espontáneo a varios miles de peregrinos que desafiaban el frío otoñal en la plaza de San Pedro.

Dejando de lado el texto de su discurso a los participantes en la audiencia general, el Papa ha insistido –como ya hiciera la semana pasada- en que «la misa es un encuentro con Jesús en el Calvario, justo cuando va a dar su vida por nosotros. No es momento para charlar o hacer fotos. No es un espectáculo».

El Santo Padre, que suele subrayar el valor del silencio exterior para poder entrar en relación con Dios, ha aconsejado vivirlo de modo especial en la misa, evitando cualquier conversación con las personas de al lado, un consejo que se aplica también a los mensajes en el teléfono móvil.

Naturalmente que está bien hacer fotos en ceremonias como bodas o bautismos, lo mismo que se hacen fotos en cada misa del Papa, incluso en la de cada mañana en la capilla de Casa Santa Marta.

Pero Francisco sale al paso de los excesos, en general bienintencionados, de querer tener recuerdos de los niños en la misa o de lanzarse a compartir alguna idea de la homilía en las redes sociales en tiempo real, sin esperar siquiera al final de la ceremonia.

La misa es un momento serio pero no un momento triste, pues hay lugar para los cantos de alegría y, como ha dicho en la catequesis de hoy, no solo se recuerda la muerte de Jesús sino también su resurrección y su presencia entre los fieles.

Según el Papa, «la Santa Misa es el ‘memorial’ de su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo, que nos hace partícipes de su victoria sobre el pecado y la muerte».

Y es también el momento en que «Jesús, haciéndose ‘pan partido’ se nos da y nos comunica toda su misericordia y su amor , renovando nuestro corazón, nuestra vida y nuestras relaciones con él y con los hermanos».

A diferencia de otros estilos, la religiosidad de Francisco no es severa y tristona sino alegre, como se ha vuelto a notar en su recuerdo a santa Cecilia, justo en el día de su fiesta, invitando a los peregrinos a pedir su ayuda en el cielo para aprender a cantar mejor.

En la misma línea, también ha hecho bromas con un letrero escrito en italiano por un divertido grupo jóvenes polacos: «Bendiga nuestro estruendo».

Al Papa le hizo gracia porque, efectivamente, eran muy ruidosos y alegres. No solo se ganaron la bendición sino también que el Papa leyese para todos el texto tan original de su pancarta, lo cual les ha valido, además, un aplauso del resto de los peregrinos.

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