La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo y otras enfermedades exóticas que han venido a España para quedarse

Los casos de Crimea-Congo ejemplifican el efecto del cambio climático en la salud

Estas son las comunidades autónomas donde el virus hemorrágico de Crimea-Congo está presente

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Fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, infección por el virus del Nilo Occidental, Anaplasmosis, Debonel, Rickettsia monacensis...Estas enfermedades, cuyos nombres apenas pueden pronunciarse, han llegado a España para quedarse . Se trata de patologías, algunas viejas conocidas, que han vuelto a ponerse en el foco, o más bien en la lente de los microscopios porque, por diversas causas, están reapareciendo dentro o muy cerca de nuestras fronteras.

Quizás, el más inesperado ha sido el virus de Crimea-Congo . El virus, que utiliza como vector (el “vehículo” para atacar) una garrapata, la Hyalomma marginatum, se cobró la vida de un hombre de 74 años en Ávila . El paciente había participado a finales de julio en una actividad cinegética en la localidad pacense de Helechosa de los Montes, donde sufrió la picadura de una garrapata, lo que hizo sospechar sobre sobre una posible infección transmitida por este ácaro, informe Ep.

Pero no es la primera vez que se registran casos en nuestro país. En agosto de 2016, un hombre de 62 años murió también por esta enfermedad. El caso obligó a la Consejería de Sanidad de Madrid a activar un protocolo similar al del ébola al comprobar que una enfermera se contagió al atenderlo en el Hospital Carlos III de Madrid.

¿Por qué, de repente, surgen casos de Crimea-Congo?. Teníamos los ingredientes necesarios para que ocurriera: los animales que actúan como reservorios (garrapata, roedores…), el virus circulando y las condiciones climatológicas necesarias . El contagio de una persona que paseaba por el campo o realizaba una actividad cinegética al recibir la picadura de una garrapata parecía solo una cuestión de mala suerte. Sin embargo, algunos expertos ven razones que van más allá de las casualidades, entre ellas, el cambio climático y el aumento de las temperaturas.

«Sabemos por modelos experimentales que algunas garrapatas se vuelven más agresivas y pican más al elevarse la temperatura», señala José Antonio Oteo , jefe del departamento de Enfermedades Infecciosas del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja. El cambio climático, de hecho, también puede haber influido en las modificaciones de las rutas realizadas por aves migratorias que también actúan como distribuidoras de vectores. «La hipótesis mejor documentada es que este virus ha entrado recientemente en España a través de garrapatas vehiculadas por aves migratorias, ya que las secuencias genéticas de los virus de las garrapatas de las aves que recogimos en Marruecos, son las mismas que las que encontramos en España y son de estirpe africana».

Justo Menéndez , responsable de Enfermedades Tropicales del Hospital HM Sanchinarro y miembro de la plataforma Doctoralia suscribe esta hipótesis. «Lugares donde las temperaturas eran frías y ahora son templadas están haciendo que virus, bacterias o parásitos subsistan en zonas donde antes no era posible».

El factor suerte

Sin embargo, no se deja de lado el azar. «Este virus está presente en Asia, América, África y Europa. Pese a ello, es difícil contraer la enfermedad ya que de 100 picaduras de garrapatas infectadas, solo el 10 por ciento producen síntomas », señala Menéndez. Pero evitar la aparición de casos es imposible porque acabar con las garrapatas supondría un gran desequilibrio para el ecosistema. La única solución son las vacunas.

«Tiene más impacto la globalización que el calentamiento global. España, además, tiene una localización especial en el mundo, clima subtropical y puente entre Europa y África donde pasan inmigrantes, turistas y aves migratorias. Es un corredor de importancia», opina José Antonio Pérez Molina , médico del Centro de Referencia Nacional de Medicina Tropical del Hospital Ramón y Cajal. Estos desplazamientos, en los que también se cuentan los realizados por motivos comerciales, hacen difícil descartar la aparición de enfermedades como el zika.

Otra afección que «ha viajado» gracias al movimiento migratorio es el virus del Nilo Occidental. En 1999, provocó un brote en Nueva York y se propagó por Estados Unidos. En España, concretamente en Andalucía, se han confirmado este verano dos casos de Virus del Nilo.

No bajar la guardia

Mayor atención merece la encefalicitis centroeuropea, transmitida por un virus que tiene como vector una garrapata, igual que en el caso de Crimea-Congo y que afecta al sistema nervioso central. Está presente en Alemania, Austria, o Suiza. Y se dan las condiciones para que aparezca en España. «No hay que bajar la guardia, podrían aparecer nuevas enfermedades pero España tiene una infraestructura sanitaria que impediría una epidemia», defiende Ángel Gil, del Comité técnico español que investiga el Crimea-Congo. Gil recuerda que ya hay otras patologías transmitidas por garrapatas en España.

Las que se consideran emergentes y que se han dado en humanos son la Anaplasmosis, la Rickettsia monacensis o Debonel. Esta última, de hecho, la transmite una bacteria «nueva» y descubierta solo en España, concretamente en la Rioja, de ahí su nombre: Rickettsia rioja. Otra enfermedad emergente es la Neoehrlichia mikurensis, que aún no ha provocado casos «pero habrá porque está circulando y lo transmite una garrapata que pica a personas», sentencia Oteo.

Nada de esto parece preocupar demasiado a Europa. «Hay mucha distancia entre la percepción del riesgo por la aparición de enfermedades infecciosas y el riesgo real. Tanto la la infra como la sobrevaloración suelen ser muy comunes. Por ejemplo, no consideraría un riesgo para los turistas viajar a España después de estos casos de fiebre hemorrágica. Ni siquiera Turquía, en donde ha habido unos cientos de casos», señala Matthias Niedrig , miembro de la Red Europea para el Diagnóstico de Enfermedades Víricas Importadas (ENIVID, por sus siglas en inglés).

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