A favor de volver a clase: «Teníamos que devolverle a los niños la vida que les arrebatamos»

Cristina Alonso tenía muy claro que iba a llevar a sus dos hijas (Leire, de 8 años y Julia, de 4) al colegio Vedruna de Pamplona. Y por tres razones muy concretas: «Primero, por la seguridad y tranquilidad de nuestro cole. Yo no la hubiera llevado si hubiera visto que estaba mal organizado , pero es que desde el primer momento nos informaron y nos dejaron todo muy claro. Han puesto unas medidas de seguridad que, como padres, no han convencido», relata Alonso, mientras le prepara el desayuno a sus hijas. La segunda razón que esgrime para llevar a sus hijas a clase es la importancia que para ella tiene la educación: «No se puede paralizar más porque por mucho que se ha intentando suplir con la online, la educación presencial no se puede supera r. La idea de las cámaras o pantallas despersonalizan y deshumanizan». Además, cree que el contacto directo con el docente es clave, sobre todo en el caso de los más pequeños: «Los padres no son maestros y no pueden ayudar a sus hijos a aprender, y tanto en Infantil como en Primaria los niños no son autodidactas», defiende esta madre navarra.

El tercer motivo, y no por ello menos importante es el psicológico: «A nivel emocional, ellas necesitaban volver, es importante retornar a la normalidad, que ellas estén con sus amigos, con sus profesores, devolverles la vida que le arrebatamos en marzo. Nosotros lo pasamos mal, pero los niños también. Necesitaban una dosis de tranquilidad aunque sea en un contexto un poco modificado », defiende Alonso. Para ella, hay que aprender a convivir con la incertidumbre: «No podemos vivir encerrados eternamente», defiende. Cristina aclara que no manda a sus hijas al colegio porque «la ley me obliga, lo hago voluntriamente y la ley coincide con mi voluntad». Eso sí, reconoce el derecho de sus hijas a ser educadas. «Como miembro de sociedad tienes la responsabilidad de educar esa sociedad y tus hijos son el futuro de la misma. En ese sentido sí veo la obligación de llevarlas, pero si no lo haces y les proporcionas una enseñanza online no lo veo mal», señala.

Otra razón en la que pensó para llevarlas a clase es la conciliación. «Tanto mi marido como yo teníamos que volver a nuestros puestos de trabajo». De ahí la importancia, apunta su marido, de que las empresas « también sean comprensivas con la situación ». De hecho, Cristina se pregunta qué hacer en caso de que alguna de las niñas se contagie o tengan que ponerse en cuarentena. «No podrán quedarse con mis padres como hacían antes de la pandemia. Ellas no son población de riesgo y por eso estoy tranquila también; me preocupan más mis padres, si uno de ellos coge el virus va a la UCI, en el caso de las niñas es bastante menos probable», relata.

Sus dos hijas mostraron una emoción enorme al volver al colegio. A Leire le coincidió el primer día de clase con la llegada del ratoncito Pérez y pese a que se ilusionó con el libro que recibió de regalo a cambio de su diente, se centró durante el desayuno en contar lo muy contenta que la ponía volver a ver a sus amigos. También así lo manifestó la pequeña Julia. Al volver a casa, su madre relató que llegaron muy felices, aunque la mayor, algo más consciente de la situación, notó todas las limitaciones que ahora toca afrontar. «Me decía que no la dejaron mezclarse con otros compañeros o compartir material», relata su madre. Sin embargo, es consciente de que todo será cuestión de acostumbrarse