Los expertos apuestan por integrar a los niños con necesidades especiales

Un nuevo caso en Torremolinos de un niño rechazado por ser autista acrecienta el debate sobre si estos chicos deben estar en campamentos sin especialización

David, de 9 años, con su madre, en una imagen facilitada a ABC ABC

J. J. Madueño

David tiene nueve años y es autista, pero eso no le impide durante el año practicar patinaje, hípica o asistir a las actividades extraescolares. Su única dificultad es comunicativa. Sin embargo, el Patronato de Deportes de Torremolinos (Málaga) le ha rechazado, después de aceptarlo, para los campamentos de verano. La razón, la explica el ente dependiente del Ayuntamiento en un correo electrónico: «Debido a las necesidades especiales (TEA, autismo) que requiere la atención de su hijo y la falta de monitores especializados, sentimos no poder atender su petición para que pueda participar en los campamentos deportivos del Patronato Municipal de Deportes de Torremolinos».

En la misma comunicación se insta a los padres a que, «si viene acompañado de un adulto, puede participar en el campamento». «Al niño lo apuntamos porque los dos padres trabajamos. Ahora tenemos que dejar de trabajar para poder quedarnos con él», lamenta David Gil, padre del menor, que dice que no entiende cómo cogieron a su hijo y, al darse cuenta de que era autista, lo rechazaron, pidiéndole un número de cuenta en el que devolverle el ingreso del dinero del campamento. «Estaba aceptado. No había ningún problema y ahora lo echan. No es justo», afirma el padre.

El progenitor denunció la situación ante la Junta de Andalucía y solicitó al Patronato de Deportes de Torremolinos un monitor que se ocupara de su hijo. Demandas que no han sido atendidas hasta el momento, sino que el Consistorio ha expulsado al niño al no poder darle un servicio óptimo tras haberle concedido la plaza. La denuncia impuesta contra el Ayuntamiento es por vulneración de los derechos fundamentales, ya que sienten a que su hijo se le discrimina por ser autista. Con un agravante, hace tres años el niño acudió a los mismos campamentos sin que hubiera problemas.

La reclamación de David va en la misma línea de la que ha interpuesto el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) por el caso de Inés de 11 años en Aldeaduero (Salamanca). La pequeña fue expulsada de un campamento debido a que no podían cubrir las necesidades derivadas de su retraso madurativo.

Cermi explica que denuncian porque están en contra de cualquier tipo de discriminación y que los campamentos de este tipo deben ser abiertos. El Comité aboga por la diversidad para enriquecer a todos los niños. «Es muy positivo que los niños estén juntos, tanto para los que tienen un diagnóstico como para los que no, por los valores que se fomentan», señala la psicóloga Silvia Álava , quien remarca la necesidad de apoyos especiales.

Adaptados a cualquier necesidad

«Los campamentos deben estar adaptados para cualquier necesidad y deben tener personal cualificado. Luego los padres no deben ocultar el diagnóstico de su hijo, porque estos rechazos producidos pueden provocar en el menor una frustración difícil de gestionar», afirma la psicóloga, que recomienda a los padres explicar bien las necesidades de sus hijos, antes de que sean seleccionados para que no se produzca esa frustración. En la memoria retumban aquellas palabras de Inés a su padre cuando fue a recogerla al campamento salmantino de inmersión lingüística. « ¿Es culpa mía que me echen?» , narró el padre que le dijo su hija cuando fue a recogerla.

Culpa, frustración y un daño profundo en la autoestima de estos menores son algunos problemas que pueden acarrear este tipo exclusiones, como la que sufrió Álvaro, de 8 años, en un campamento en San Sebastián de los Reyes (Madrid). Allí se le rechazó la inscripción por sufrir atrofia muscular espinal. Los padres del menor le inscribieron, pero fue la organización quien le negó la participación argumentando que en silla de ruedas no podía participar en las actividades físicas. 

Sus progenitores reclamaron a los responsables una rectificación y el niño se pudo incorporar a las actividades después de que el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes reconsiderase su decisión. Sus padres iniciaron una petición en Change.org y amenazaron con una demanda por discriminación. «Es algo que se va a dar cada vez más, porque los padres ya no se callan. Antes si pasaba esto se ocultaba para que no se supiera que el niño tenía un problema, pero ahora ya no. Los padres están denunciando esta discriminación», explica Antonio Guerrero , presidente de la plataforma de Atención Temprana de Andalucía, que reseña un caso parecido en Marchena (Sevilla).

Allí explica que un niño está apuntado a clases municipales de natación, pero que el monitor lo tiene apartado al sol fuera de la piscina porque tiene dificultades comunicativas y se niega a darle clases en el agua.

Antonio Guerrero, como el resto de expertos, apuesta por una integración dentro del resto de niños. «El problema es que estas empresas compiten dando precios bajos y ahorran en personal. No es más que un problema de rentabilidad de las compañías que explotan este tipo de campamentos, que reducen los monitores que hacen falta para integrar a estos niños para ser más competitivas», explica Guerrero. La solución para el presidente de la plataforma andaluza es que se contrate al personal necesario y se haga una regulación que obligue a que haya personal adecuado para atender a estos niños. «En estos campamentos debe haber monitores especialistas y eso debe ser exigido por la normativa, porque en muchos de los casos nos encontramos a la hermana del dueño o su mujer, que no tienen titulación», sentencia Guerrero.

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