Estimular la inteligencia emocional y social incrementa la creatividad y reduce la agresividad de los jóvenes

Son las conclusiones del «III Informe del Plan de evaluación psicológica del Programa Educación Responsable» de la Fundación Botín. El informe también revela que los niños que trabajan su desarrollo emocional, social y creativo a edades tempranas son más generosos, sociables, felices y optimistas

Javier Botín, presidente de la Fundación Botín, durante la presentación del informe en Santander Belén de Benito

ABC

Los niños de 5 a 9 años que trabajan la inteligencia emocional y social en los centros educativos mejoran su orientación prosocial, definida por aspectos como la generosidad, la empatía y la colaboración ; reducen los comportamientos agresivos; y potencian su estado de ánimo en relación a conceptos como la felicidad y el optimismo. Del mismo modo, a partir de los 12 años se produce un menor retraimiento, un incremento del autoconocimiento emocional y una mayor capacidad de manejar el estrés. Así se refleja en el «III Informe del Plan de evaluación psicológica del programa Educación Responsable» de la Fundación Botín .

El documento, presentado esta mañana por la Fundación Botín en su nuevo centro de arte en Santander, evalúa la eficacia que tiene estimular la inteligencia emocional, social y la creatividad en las aulas, así como el proceso de mejora que experimentan las competencias emocionales, sociales y creativas del alumnado. Esta evaluación de carácter externo, realizada por Raquel Palomera , Mª Ángeles Melero y Elena Briones de la Universidad de Cantabria, confirma que el programa Educación Responsable tiene un impacto positivo en el 27% de las habilidades socioemocionales evaluadas .

Los datos cosechados durante los dos años y medio que ha durado el estudio son extrapolables y robustos. Es decir, no sólo se sostienen, sino que mejoran en el medio y largo plazo , aunque es cierto que se aprecian mejores resultados si se empieza a aplicar a edades tempranas (educación Infantil y primeros cursos de Primaria). Así, destaca el impacto positivo generado en los participantes menores de 9 años en cuatro de las ocho variables analizadas por sus docentes: agresividad (-23%), manejo del estrés (+20%), creatividad (+15%) y estado de ánimo (+6%).

Javier García Cañete , director del programa, ha destacado que la Fundación está «muy satisfecha» con los resultados que aporta el estudio, del que se desprenden «los grandes beneficios de trabajar la inteligencia emocional y social, así como la creatividad, a edades tempranas». Así, García Cañete ha mencionado, a modo de ejemplo, que «la agresividad se reduce drásticamente si se realiza un trabajo adecuado en las primeras etapas del desarrollo».

Además, los menores que se inician en estas prácticas a partir de los 12 años también experimentan mejoras significativas. Son menos retraídos (-19,8%) y canalizan mejor tanto la tolerancia al estrés como el control de sus impulsos (+3%) . También han incrementado un 8% la Competencia Intrapersonal a través del autoconocimiento emocional. Por último, cabe destacar un aumento del 11,65% en inteligencia emocional mediante un proceso de identificación y comprensión de las emociones.

En ambos grupos de estudio se aprecian efectos beneficiosos sobre la creatividad del alumnado, que mejora en más de un 15% . No se trata de un dato baladí, ya que la creatividad tiende a decrecer en esta etapa evolutiva.

Finalmente, el informe revela que el profesorado tiene una importancia capital a la hora de impartir con éxito el programa. Así, las variables relacionadas con él demuestran su influencia, cada vez mayor, sobre las competencias emocionales, sociales y creativas de los niños; en concreto su inteligencia emocional, el sentimiento de ser eficaz como docente y su grado de satisfacción con el quehacer laboral. Además, los efectos del programa son especialmente visibles en el último año de evaluación, tras dos años y medio desde su puesta en marcha, lo que podría tener que ver con una mayor formación y experiencia del profesorado y no sólo con los efectos acumulativos de las actividades del Programa.

Para Raquel Palomera, investigadora responsable de esta evaluación y directora del máster en Educación Emocional, Social y de la Creatividad de la Universidad de Cantabria, esta circunstancia es muy favorable ya que confirma que podemos influir en el desarrollo del programa mejorando las capacidades de los docentes . «De hecho, la Universidad de Cantabria es pionera en ese proceso de formación del profesorado al incluir una asignatura específica sobre educación emocional, que desarrollamos conjuntamente con la Fundación Botín».

250 colegios

Estas conclusiones se desprenden del trabajo que la Fundación Botín realiza desde hace más de una década a través de su Programa Educación Responsable. Esta iniciativa pretende introducir la inteligencia emocional y social, así como el desarrollo de la creatividad, en las aulas. De este modo, la Fundación Botín contribuye a optimizar la calidad de la Educación y promueve el crecimiento saludable de niños y jóvenes.

Además, el desarrollo de esta propuesta potencia la comunicación y mejora la convivencia en los centros escolares a partir de un trabajo dirigido también a docentes y familias. A estos colectivos se les facilitan los conocimientos y herramientas necesarios para promover entre los niños las capacidades, actitudes y habilidades que les permitan ser autónomos, competentes, responsables y solidarios.

Un total 15.000 docentes y 150.000 estudiantes participan en este programa que ya está presente en más de 250 centros de España , Chile y Uruguay. En nuestro país, se desarrolla en siete comunidades autónomas (Cantabria, Madrid, La Rioja, Navarra, Castilla y León, Murcia y Galicia).

El programa obtiene dos tipos de impacto: por un lado, genera un impacto promotor, que consiste en lograr construir competencias emocionales, sociales y creativas que no se mejoran en los grupos ajenos a la iniciativa. Hay seis casos demostrados de este tipo de efecto y se han producido en las variables inteligencia emocional, retraimiento, estado de ánimo, prosocialidad y creatividad, en el caso de los pequeños, así como en retraimiento en el caso de los mayores.

Por otra parte, produce en el alumnado un efecto protector o preventivo, que hace referencia a las situaciones en las que el programa evita el declive en el desarrollo de estas competencias que sí se observa en otros grupos. Es el caso de la agresividad, el retraimiento y el manejo del estrés en el caso de los pequeños, y de la competencia Intrapersonal o el manejo del estrés con los más mayores.

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