España y el mundo pendientes de un pozo

El rescate imposible de Julen en Totalán ha sido retransmitido en directo en todo el planeta, demostrando que la fe es capaz de mover una montaña, la que engulló al pequeño

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Fernando del Valle

De tanto usarlas, hemos desgastado las etiquetas. Arropados en el sofá, hemos llegado a creer que tirar de teléfono móvil y escribir un hashtag —del tipo #Yotambiensoyloqueahoratoca— nos hace mejores personas. Limpia nuestras conciencias , que una vez enfundado el aparato que todo lo consigue, quedan convenientemente reseteadas para poder elegir dónde encargamos la cena.

De repente, un pozo. Pequeño. De apenas un palmo de diámetro. Y un niño. Ha tenido que precipitarse un niño de dos años a un pozo sin fin para que aprendamos a distinguir lo real de lo virtual. Es la principal lección que sacamos de la desdicha del pobre Julen : no está perdida toda la esperanza. La ola de solidaridad que ha despertado esta tragedia en torno a un agujero de sólo 25 centímetros es de tal calibre que nos lleva a pensar que no todo está perdido. Que si hay un motivo, somos capaces de unirnos todos a una para mover una montaña. Aunque sea aferrados a una esperanza imposible .

Así ha sido desde la tarde de aquel fatídico 13 de enero . Cuando los teletipos empezaron a despertarnos del sopor dominical con la noticia. El Cerro de la Tortuga se había comido a un niño de dos años que comía gusanitos. Totalán, un pequeño municipio de la Axarquía malagueña, se convirtió desde el primer momento en el centro del mundo. España y el planeta asomados a un pozo . Los almendros que rodean este pueblito blanco de sólo 700 habitantes empezaban a florecer sin esperar que se convertirían en el escenario universal en torno a una sola fe: la de que se obrara el milagro.

Desde entonces, la habitual cascada de etiquetas tuiteras de apoyo dejó de tener importancia. Porque la fraternidad se hizo de verdad, tangible. En el preciso momento en que se daba aviso al 112 de lo ocurrido se desató un maremoto inédito de ayuda palpable que simplemente se explica oteando la transformación orográfica que en tiempo récord se ha hecho del antes tranquilo paraje. Lo han relatado los técnicos en innumerables ocasiones. El megaproyecto de obra civil que se ha llevado a cabo en pocas jornadas emplearía meses, si no un año, en condiciones normales.

Valgan los números, fríos en su escritura pero de asombroso calor humano. Han sido unas 300 las personas que han colaborado en el operativo de rescate . Agentes de la Guardia Civil, bomberos, mineros llegados de Asturias. No ha existido el cansancio. Ni el miedo a pesar de estar permanentemente jugándose el pellejo. Desde que en las primeras horas de búsqueda aparecieran restos biológicos del niño sólo había un fin. Que apareciera . Vivo.

Ingenieros, también, que han aparcado sus despachos y han liderado una tarea titánica, explicándola concienzudamente casi al minuto a los centenares de periodistas que desplazados desde todo el orbe al cerro han detallado cada dificultad en la bajada al infierno. La sobrevenida capacidad didáctica de estos profesionales ha permitido que todos, de repente, nos hiciéramos expertos en mineralogía, distinguiendo la dureza de materiales que conocíamos de oídas. Que supiéramos que encamisar , además de vestirse por la mañana, servía para dar seguridad a una oquedad profunda.

Más. En busca de un único objetivo, y sin preguntarse nunca cómo había sido posible tal desventura, se han desplazado 40.000 kilos de tierra . En la hercúlea labor de desmochar un monte ha participado una docena de empresas... pero es que se había ofrecido más de un centenar. Sin importar balances, lucro cesante y demás relleno de las hojas de cálculo que maneja el director financiero, hasta Totalán ha llegado maquinaria pesada que ni siquiera cabía por las estrechas carreteras que llevan hasta el fatídico agujero. Y se han inventado y fabricado ingenios en horas imposibles para descender en pos del chico.

En el pueblo, igual. Los bocadillos que llegaron la primera noche de búsqueda eran sólo el aperitivo. Una casa habilitada para el puesto de mando, alojamientos para la familia, operarios y voluntarios que también de manera desinteresada han colaborado en trabajos adyacentes. Caldo y potajes calientes elaborados por las vecinas para combatir aunque fuera en parte el frío helador que el termómetro y los sinsabores de no avanzar lo pretendido calaba en los huesos de todos. Un rezo común en la vigilia del jueves noche .

El bulo inevitable

Como siempre ocurre en situaciones de adversidad, no todo ha sido candor alrededor del pozo. El conocimiento, a las pocas horas de la caída, del funesto historial de la familia Roselló, la anterior pérdida del hermano de Julen , ha hecho que las mismas herramientas digitales que sirven para lanzar al viento inanes muestras de confraternidad también escupieran toda suerte de bulos . Replicados hasta la extenuación en la peluquería o en la cola del bus. Como siempre ha ocurrido en la plaza pública, sólo que ahora ésta es universal.

Pero también, y esto es peor, retransmitidos en directo por determinados medios de comunicación que para mayor desdoro advertían en sus textos, en sus alocuciones, de que «no provienen de fuente oficial» . Ni las llamadas de las autoridades han servido para detener la abyecta trituradora. Por eso, en el halo final de luz del túnel, mejor quedarse con los héroes cuya esperanza ha cambiado un paisaje con un solo argumento:la fe mueve montañas. En Totalán, concretamente.

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