«BULLYING»

«Cuatro compañeros de clase me aplastaban contra la repisa de una ventana»

Víctima de «bullying» o acoso escolar durante dos años, Enrique A. Fonseca, que tiene hoy 28, ofrece su testimonio personal para ABC

Madrid Actualizado: Guardar
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Tiene 28 años, es consultor de marketing político, coautor del libro «El método Podemos», tan de actualidad estos días, tiene pareja y confiesa no arrastrar grandes secuelas de aquellos dos años tremebundos que pasó vejado en las aulas de un colegio concertado del barrio Las Casas Militares de Valladolid. No obstante, Enrique A. Fonseca reconoce que no es fácil entonar un «yo fui víctima» de acoso escolar. «Tenía 14 años cuando cuatro compañeros de clase me aplastaron la columna contra la repisa de una ventana. Hay pocos dolores tan intensos como el que produce una esquina clavándose entre dos de tus vértebras», reproduce. Recuerda que el eslogan entre los muchachos era «hazle un bollo a Fonseca», que no consistía en otra cosa que en derribarlo en el cambio de clase entre cinco o seis compañeros de pupitre.

Y el profesor, cuando el joven Fonseca se quejaba, preguntaba: «¿Por qué siempre te pasa a ti?». Por eso, Enrique clama contra la falta de responsabilidad de la figura del docente. «Decir que no hicieron nada es poco y no se ha resuelto el debate. No se ha mejorado, ni cambiado la perspectiva de los profesores, ni mejorado la sensibilidad de la sociedad. Tampoco vi jamás en mi colegio una autoridad que llegara a expulsar a los acosadores», objeta este vallisoletano, a quien los problemas se le resolvieron al saltar de ESOal Bachillerato y cambiar de centro. «Mi refugio fue el cine, era como el pilar de mi vida, no me cerré ni dejé de hablar».

De hecho, agrega: «Cuando me pasó, ni siquiera se usaba la palabra “bullying” y yo mismo trataba de verlo como algo normal». Enrique no le dijo nada a sus padres. Se sentía como «una “nenaza”, no es un concepto machista, sino que quieres pensar como chico de 15 años que los hombres de verdad no lloran». Al hablar de acoso escolar, «no se trata de peleas de chicos, sino de palizas sistemáticas a una persona. Como me explicaría años más tarde uno de ellos a los que me encontré y me pidió perdón, se cebaba conmigo para evitar que le pegaran a él. Y tubve que darle la razón». Se trataba de «sobrevivir», colige Enrique. Y ese acosador oposita hoy a juez. «Todos los chicos terminan asumiendo que hay que pegar al más “pringado”, de la clase y no es fácil reconocer entonces ni ahora que “eso” eres tú», remacha.

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