La comida que sobra ya no se tira

El consumo colaborativo se dispara en Alemania. Lo último, depositar alimentos en neveras distribuidas por los barrios

Una joven deja fruta en una de las neveras disponibles en Hamburgo Alda Janssen

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A todos nos ha sucedido alguna vez. Restos de comida que fueron a parar a la nevera para ser consumidos más tarde pero que terminaron enmohecidos en la basura. Para evitar esto último, en Alemania cada día es más frecuente el denominado «consumo colaborativo», que consiste en compartir la comida que te sobra a tiempo para que alguien pueda consumirla gratis. Solo en Berlín hay más de una docena de neveras bautizadas como FairTeiler. La primera fue instalada en 2013 en el barrio de Kreuzberg, en el interior de un mercado de moda, y Prenzlauer Berg es el barrio en el que más han prosperado. Uno pasa por allí y, sencillamente, se lleva lo que le guste o deja lo que ha venido a depositar.

El ideólogo de la iniciativa es Raphael Fellmer , un auténtico convencido de que para luchar contra el cambio climático no sirven ni exquisitas cumbres internacionales ni pantagruélicas subvenciones estatales, sino el valor de ponerle el cascabel al gato del consumismo en el que está basado el crecimiento de nuestras economías. Raphael vive desde 2010 sin recibir ni utilizar dinero junto con su mujer y sus dos hijos. Su propia experiencia le llevó a crear la asociación «Lebensmitterlretter» (Salvadores de comida), que ha llegado a acuerdos con cadenas de alimentación como Biomarkt para recoger partidas no vendibles, pero en perfecto estado de consumo, y distribuirlas también de forma gratuita a través de las neveras de intercambio. Después llegó la página web , que informa sobre el reparto de grandes partidas de alimentos. También hay muchos particulares que bajan a la nevera del barrio menudeo de su propia cocina.

«El futuro pasa por encontrar nuevas formas de compartir lo que nos sobra», explica una voluntaria de la asociación, Lisa Fialik, que dedica varias horas a la semana a recoger a domicilio comida que sobra para depositarla en las neveras u ofrecerla a través de la web. No hay inspectores que controlen la comida ofrecida, pero se permite e incluso se recomienda a los usuarios que puntúen la comida que han recibido a modo de control interno de calidad. «Hemos recibido alguna queja sobre el trato, pero nunca sobre la calidad de la comida», dice Fialik.

Lisa Hankoch compra semanalmente en un mercado de Tiergarten y cocina a diario para toda la familia. «A veces las niñas han comido ya por el camino, de manera que lo que cocino queda como sobras. Llevo tres años registrada en la página web y comparto esos alimentos, pero no los dejo de forma anónima en las neveras porque considero que la comida nos une, de forma que me la llevo personalmente al destinatario que la ha pedido y conozco a personas que sienten como yo que tirar comida es indigno», explica. El servicio es gratis y la web se financia con donaciones y subvenciones. Hay más de cien puntos de reparto distribuidos en el territorio alemán y «los turistas españoles, por supuesto, están invitados a participar», dice Hankoch, «pueden acercarse a una de las neveras y servirse lo que quieran o dejar la parte de la paella que no vayan a consumir hasta el final, ¡será bienvenida!».

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