Los festivales son una excusa para algunos jóvenes, que se emborrachan y pierden el control
Los festivales son una excusa para algunos jóvenes, que se emborrachan y pierden el control - ABC

Las dos caras de los festivales de verano

La mayoría de los asistentes reivindica que acude a disfrutar de la música

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«He ido todos los años, menos uno, y cada vez hay más desparrame. Yhay bastante». Con esta franqueza se expresa, en charla con ABC, Nieves, treintañera pero veterana cuando se trata de acudir al Bilbao BBK Live, el festival que se celebra cada mes de julio a las afueras de la capital vizcaína, en las campas de Kobetamendi. «He visto gente, dentro del público, ponerse hasta las cejas», añade María, que ha acudido en las tres últimas ediciones.

Ambas matizan que el «desfase» no es «generalizado», sino que se da en «grupos concretos» y especialmente cuando llega la madrugada. Cuando los conciertos tocan a su fin y el público se traslada a las carpas donde los DJ pinchan otro tipo de música, que poco tiene que ver con las actuaciones de Pixies, Arcade Fire o Tame Impala, algunos de los grupos que acudieron al BBKLive entre los pasados días 7 al 9 de julio.

«La gente, en la carpa, va a bloque completamente», cuenta Nieves. «Nada que ver con los conciertos. Es como si en el festival hubiera dos partes diferenciadas». Peru, otro habitual del festival bilbaíno, considera que «hay de todo» y que, en último término, «depende de las intenciones de cada uno». María subraya que no es en el BBKLive donde se dan los mayores excesos. «En un festival de electrónica –asegura– es el 90% del público».

«Botellón» en el exterior

La estampa al acceder al recinto de Kobetamendi es reveladora: grupos de jóvenes que consumen alcohol sobre la hierba para regatear los precios, más elevados, de los puestos del festival y predisponer el ánimo para aguantar hasta el cierre. «Todo el mundo va borracho», asume Marta, de 20 años, que revela que «otros años te echaban de la entrada del recinto, pero este año no. Al menos, hasta las nueve de la noche».

Peru reconoce que «no es igual que estar en las fiestas de Bilbao». La gente se excede más. «El aire libre, el verano, cierta música que puede incitar un poco...», teoriza Nieves. En cualquier caso, nada que pudiera hacer sospechar lo ocurrido el pasado sábado:un australiano fue denunciado y detenido por abusar sexualmente de una chica a la que realizó tocamientos. «Me sorprendió mucho», reconoce María, si bien admite que «la gente se pasa de rosca y, a veces, te encuentras incómoda entre el público». Fue la primera denuncia en este festival.

María pone un ejemplo. No lo sufrió ella, pero sí una amiga suya, en el festival madrileño Mad Cool, celebrado el pasado mes de junio: «En varios momentos tuvo que subirse la camiseta y los pantalones, porque la gente le tiraba de la ropa».

Es la cara B de un cóctel de alcohol, música e inconsciencia que a algunos jóvenes se les llega a ir de las manos.

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