Por los caminos del cerebro

De vez en cuando tenemos noticia de muertes por abuso de la combinación entre opioides y tranquilizantes

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La revista Nature publica esta semana un hallazgo fundamental para entender aspectos del funcionamiento del cerebro y de la transmisión de señales entre sus neuronas. El estudio describe las propiedades de una proteína compleja , que actúa como receptor del GABA, sustancia neurotransmisora que funciona en las sinapsis, es decir en las conexiones entre las neuronas. Descubrimiento de este tipo nos vuelven a recordar la genialidad de Cajal, quien mediante estudios exclusivamente de microscopía del tejido nervioso, nos abrió al funcionamiento de la neurona, con su capacidad de recibir, procesar y transmitir estímulos y señales.

El receptor GABA se altera en trastornos como la epilepsia , la ansiedad o el insomnio. Y es sobre esta proteína sobre la que actúan familias enteras de fármacos tranquilizantes, sedantes, anestésicos o, incluso, el alcohol. Desde hace décadas se prescriben tranquilizantes como el valium (del grupo de las benzodiacepinas) para la ansiedad. La combinación de tranquilizantes de este tipo con analgésicos fuertes como la morfina y otros derivados del opio incrementa notablemente el riesgo de sobredosis. De vez en cuando tenemos noticia de muertes por abuso de la combinación entre opioides y tranquilizantes y en un tercio de las situaciones de sobredosis concurren ambos fármacos.

En USA el dolor crónico afecta a un tercio de la población , más que los afectados por diabetes o enfermedad cardiaca. Las autoridades constatan que ha estallado la crisis de los opioides; desde 1990, se incrementó el uso inadecuado de morfina y otros derivados del opio, muy potentes para combatir el dolor físico pero con otros efectos, desde la confusión mental a la euforia. Desde el año 2000, aumentó el síndrome de abstinencia neonatal y murieron 300.000 personas por abuso de los opioides.

Avances científicos como el comentado demuestran que hay espacio en la Farmacología para desarrollar nuevos y potentes fármacos analgésicos y antidepresivos que no tengan efectos adictivos. Además, un manejo no exclusivamente farmacológico del dolor como la atención psicológica resulta un pilar fundamental, que puede lograr desde la reducción de dosis, hasta la atención a otros aspectos como la depresión, la ansiedad, y la propia adicción.

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