Calentamiento globalAlarma en Alaska por el deshielo temprano del Ártico

El observatorio de la NOAA en Barrow confirma que la nieve desaparece desde el pasado 13 de mayo, la fecha más temprana en 73 años de registros

MADRID Actualizado: Guardar
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Era previsible que después de un invierno inédito en el Ártico, la primavera también trajese mediciones de récord en esta región del mundo que abarca 30 millones de kilómetros cuadrados, repartidos entre Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y Estados Unidos. Ahora, las altas temperaturas han adelantado el deshielo en Alaska a fechas nunca registradas.

Mark Serreze, director del Centro Nacional para la Nieve y el Hielo (NSIDC, en sus siglas en inglés), ya había advertido en marzo de que nunca se había visto un invierno «tan cálido ni loco», con boyas árticas marcando en algunos días temperaturas de uno o dos grados sobre cero en pleno invierno, cuando deberían estar a 30 grados bajo cero.

Ahora, los científicos del observatorio estadounidense de la Agencia Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) en Barrow, Alaska, han lanzado una nueva señal de alarma. El deshielo comenzó en el punto más septentrional de EE.UU. el pasado 13 de mayo, la fecha más temprana en 73 años de registros.

Mínima extensión de hielo marino

Pero la nieve no es lo única que está desapareciendo. Los datos preliminares del hielo aportados por el NSIDC indican que este pasado invierno también nos traerá un récord de mínima extensión de hielo marino, eclipsando la marca de 2015. Las fotos realizadas por los satélites desde mediados de mayo muestran una preocupante ruptura temprana del hielo marino, con una serie de profundas aberturas que se extienden por el Ártico, y el Instituto Meteorológico de Dinamarca ha informado de la medida más baja del hielo marino en un mes de abril en 38 años de observación por satélite.

La fusión anticipada de la nieve y del hielo en el Ártico a consecuencia de las altas temperaturas perturba los ciclos biológicos de la tundra verde y las épocas de reproducción de la fauna. Pero también los ciclos químicos de las fluctuaciones de gases atmosféricos como el metano y el dióxido de carbono, cuyas emisiones pueden llegar a multiplicarse por 10 si se acelera y aumenta la descongelación del permafrost (suelo congelado casi permanentemente) que protege desde hace miles de años depósitos de carbono orgánico. Además, según los trabajos publicados en «Biogeosciences» por un equipo internacional de investigadores liderado por el CSIC, las altas temperaturas en el Ártico aumentan la respiración del plancton, lo que hace que esta prevalezca sobre la fotosíntesis, convirtiendo al plancton en un emisor de CO2.

La situacion que se vive ahora en Alaska es propia de finales del mes de junio

David Douglas, biólogo investigador del Servicio Geológico de EE.UU., asegura que «la situación que se está viviendo en este momento corresponde a la de finales de junio o principios de julio». Y este desequilibrio pasará factura a numerosas especies árticas, entre ellas, algunas emblemáticas como los osos polares, que utilizan el hielo como plataformas para cazar y que, según este biólogo, ahora «están teniendo que tomar decisiones acerca de cómo moverse y dónde ir con una capa de hielo más delgada». Otros animales como las morsas también podrían enfrentar un verano duro.

Esperando a La Niña

Detrás de la drástica reducción del hielo en 2016 a causa de las anómalas temperaturas, está el imparable calentamiento global y el fenómeno de El Niño que todavía vivimos, un evento meteorológico cíclico caracterizado por el calentamiento de las aguas en el Océano Pacífico tropical que va camino de convertirse en el más fuerte jamás registrado.

Afortundamente, la NOAA ha informado de que debajo de la superficie del Pacífico parece que un profundo «chorro» de agua fría ha estado deslizándose lentamente hacia el este en los últimos meses, lo que indicaría que El Niño puede estar llegando a su fin para dar paso a la posible llegada de La Niña, un fenómeno más frío y seco.

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