Australia, en el centro del apocalipsis

El país lucha sin descanso contra los incendios, que se han cobrado nueve vidas y han arrasado casi cinco millones de hectáreas. Las previsionespara finales de año aún son peores

La montaña de Gospers (en Australia), quemada EFE / EPA

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Australia vive este 2019 su Navidad más oscura. El país afronta en su verano su peor crisis medioambiental de la década debido a los despiadados fuegos que comenzaron en septiembre. Desde entonces, nueve personas han muerto por los incendios, que han afectado a miles de animales y han arrasado alrededor de cinco millones de hectáreas y destruido miles de hogares.

Aunque el fuego lleva ardiendo sin control por todo el país y ha quemado, según apunta el Gobierno, las zonas más afectadas son las que se incluyen en el estado de Nueva Gales de Sur, (NSW, ubicado en el sureste), en el sur del estado de Queensland (ubicado en el área noreste del continente), en el Territorio de la Capital Australiana (al sur de NSW) y en Victoria (en el sur del país). En estas zonas, además, se han superado los 40 grados de temperatura en la última semana, y el país ha batido récord de temperatura media máxima tras registrar 41.9 grados el 18 de diciembre (después de haberlo batido justo un día antes con 40.3 grados), según fuentes de la agencia de meteorología australiana (Bureau of Meteorology).

En cuanto a la fauna, el Gobierno ha declarado que no es posible cuantificar cuántos animales han sido afectados debido a la incesante actividad de los incendios. En este sentido, Deborah Tabart, presidenta de la Fundación Australiana del Koala , estima que más de 1.000 koalas han muerto y que el 80 por ciento de su hábitat ha sido destruido, una cifra que preocupa para la continuidad de la especie autóctona.

Miles de hogares, como éste en Adelaide, han sido arrasados por las llamas EFE

Clima adverso

A pesar de que los fuegos son propios del verano en Australia, este 2019 han comenzado dos meses antes de lo habitual y se han adelantado a la temporada de primavera, que abarca desde mitad de septiembre hasta mitad de diciembre. Angel Newcombe, voluntaria durante más de 13 años en la Brigada Rural de Fuegos de Nueva Gales del Sur (Rural Fire Service), explica para ABC que «la combinación de la extrema sequía y los eventos climáticos fuera de lo ordinario» han hecho de esta temporada «la peor» que ha visto. «El monte está tan seco que quiere quemarse, incluso a las tres de la madrugada, cuando el rocío normalmente ayuda, el fuego sigue rugiendo», añade. Newcombe vive en Lithgow , una ciudad que no alcanza los 13.000 habitantes ubicada en la parte oeste del Parque Nacional Blue Mountains de Sydney y una de las zonas cero de los incendios. Allí se han perdido, según indica, centenares de casas hace justo una semana. «También hemos salvado mucho. La comunidad ha sido increíble, salvamos las casas solo con los vecinos cortando el fuego con cubos de agua».

La lucha contra las llamas se alarga ya dos meses en esta zona de Australia desde que el fuego llegase a finales de octubre, según cuenta esta voluntaria. «Durante los últimos días de Navidad hemos estado poniendo líneas de contención y haciendo “back burning”, es decir, una “quema controlada” », que consiste en una técnica de extinción de incendios. A pesar de que en esta zona «el fuego está siendo controlado», otros cientos se propagan sin piedad por las zonas del sur y, mientras las autoridades piden ayuda a los ciudadanos para que se unan voluntariamente a las brigadas, que no dan abasto, más de 2.000 bomberos tratan de apagar los fuegos en condiciones extremas cada día sin descanso.

«Fuego sin precedentes»

Los datos apuntan a este 2019 como uno de los peores años de la historia en cuanto a superficie quemada, ya que los incendios están sucediendo en zonas pobladas, a diferencia de lo que suele ocurrir. Por ejemplo, los registros señalan que en 1974 el área quemada fue similar a la de NSW de este año (donde el fuego ha quemado 3,41 millones de hectáreas). Sin embargo, aquel año se quemó vegetación del interior en su mayoría en el extremo oeste del estado. En cambio, el fuego más mortal tuvo lugar en 2009 en Victoria, en el que se conoce como el Sábado Negro tras morir 171 personas .

El fuego más mortal que se recuerda en el país se produjo en 2009 y mató a 171 personas en Victoria

David Bowman, profesor de Biología del Cambio Ambiental y director del Centro del Fuego en la Universidad de Tasmania, determina que el fuego sin precedentes responde a que «la vegetación está excepcionalmente seca –de hecho, la humedad del suelo registra mínimos históricos en algunas áreas, y la lluvia en los primeros ocho meses del año fue la más baja registrada en las mesetas del norte y en el sur del estado de Queensland–, el clima es cálido y ventoso» , así como a que «hay numerosos incendios, algunos durante meses, y no hay lluvia significativa en el futuro cercano». El científico añade que el área quemada es enorme y «los incendios solo pueden extenderse» .

La intensificación de los fuegos desde el mes de noviembre ha disparado las alertas hasta alcanzar el nivel máximo de «catastrófico» en NSW. Gladys Berejiklian, primera ministra de este estado, advirtió del riesgo que amenaza a la región y que ha obligado a cortar carreteras y pedir a la población, en pleno calendario navideño, que permanezca en casa resguardada y evite «todo tipo de actividades al aire libre» debido a la contaminación del aire. De hecho, la previsión para la semana de fin de año apunta a una nueva ola de calor debido a los fuegos, por lo que se esperan de nuevo temperaturas sobre los 40 grados en ciudades del sur de Australia como Adelaida, donde el fuego sigue muy vivo estos últimos días.

«Hoy está bien, pero hay días que cuando menos te lo esperas hay tanto humo que apenas puedes respirar», cuenta Liza Jess , una joven australiana residente en el estado de NSW que vive de cerca la situación y que tuvo que ser desalojada del cine en el que se encontraba con sus amigos una tarde debido al humo de los incendios.

Columnas de aire gris e incluso restos de ceniza han llegado en numerosas ocasiones a ciudades costeras como Sídney, donde la densa nube borrosa ha cubierto por completo iconos como el Tower Eye o la Ópera, edificios que suelen avistarse desde cualquier punto de la ciudad. Los australianos celebran así estas Navidades pidiendo a gritos un descenso de temperaturas, lluvias por todo el país y la esperanza de que este renazca de sus cenizas y recupere el verde intenso que el fuego ha devorado estos largos meses.

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