Acaba la epidemia ébola en el noreste de la República Democrática del Congo en medio de un «panorama desalentador»

El coronavirus ha provocado que la población no acuda a los hospitales para tratar otras enfermedades como el VIH, por lo que «es posible que la tasa de mortalidad aumente», indican desde Médicos Sin Fronteras

Sanitarios trasladan a una mujer contagiada de ébola a un centro de tratamiento en Butembo (República Democrática del Congo) Reuters

S.S.

Antes de la llegada del coronavirus a la República Democrática del Congo, el país africano ya luchaba a duras penas con el sarampión y con dos epidemias de ébola . Una de ellas, la que afectaba al noreste del país, la segunda más grave de la historia a nivel mundial , fue dada por concluida este jueves tras dejar más de 2.200 muertos confirmados en dos años.

No obstante, este logro ha ocurrido en medio de un «panorama desalentador» , según indica Médicos Sin Fronteras (MSF) en un comunicado. La pandemia de Covid-19 se ha ido extendiendo gradualmente desde que el pasado 10 de marzo se diera a conocer la aparición del primer caso en Kinshasa.

A pesar de las medidas preventivas, como las restricciones de movimiento, el confinamiento parcial de ciertos distritos, el uso obligatorio de mascarillas y las actividades de sensibilización y concienciación, los casos han seguido aumentando y ya se ha confirmado 6.200 positivos de Covid-19 en estos tres últimos meses, una cifra que con toda seguridad es mucho mayor, dado que apenas hay capacidad de hacer pruebas diagnósticas en gran parte del país.

Ante el peligro que representa el nuevo coronavirus, MSF estableció rápidamente intervenciones específicas en todos sus proyectos, en Kinshasa y en otras partes del país, fortaleciendo de inmediato las medidas de prevención, instalando espacios de aislamiento dentro de los hospitales y centros de salud en los que trabaja y llevando a cabo actividades de sensibilización comunitaria.

«En Kinshasa, hemos organizado equipos móviles para apoyar unas 50 estructuras de salud de la capital», explica Karel Janssens, coordinador general de MSF en la RDC. «Nuestros equipos han fortalecido las medidas de higiene allí, han proporcionado mascarillas y gel desinfectante, y han formado al personal médico y a los trabajadores comunitarios en la prevención y el control de infecciones. Proteger al personal y a los pacientes ha sido desde el principio nuestra máxima prioridad».

Casos cada vex más graves

Unas semanas después del inicio de la pandemia en el país, MSF también comenzó a apoyar al hospital Saint-Joseph, situado en la zona sanitaria de Limete. Se ha establecido una unidad de atención para pacientes con síntomas leves y moderados, que cuenta con una capacidad de 40 camas. Desde principios de mayo hasta principios de junio, el centro ha tenido un promedio de 30 pacientes hospitalizados por día.

«Al comienzo de nuestra intervención, la mayoría de los pacientes que recibíamos presentaban formas leves de la enfermedad», explica Karel Janssens. «Pero desde mediados de mayo, hemos constatado que los pacientes llegan en un estado cada vez más grave . Actualmente, de los 21 pacientes que tenemos ingresados, 6 están recibiendo terapia de oxígeno».

El país, cuya extensión es cinco veces la de España y que cuenta con más de 80 millones de habitantes, hasta hace pocos días solo disponía de un laboratorio para realizar las pruebas de Covid-19 , por lo que los pacientes tienen que esperar mucho tiempo hasta obtener los resultados. Eso incluye a aquellos que están esperando en los centros de salud a ser dados de alta. En Saint-Joseph, más del 10% de los pacientes tuvieron que esperar durante más de dos semanas hasta recibir los resultados de sus pruebas biológicas. Esto provoca situaciones muy difíciles tanto para los casos sospechosos, como para aquellos pacientes que ya se han recuperado y que no pueden abandonar el centro para seguir adelante con sus vidas. También provoca un colapso a nivel hospitalario, ya que se mantiene ingresados a pacientes curados en camas que deberían ser destinadas a quienes están en espera de recibir un tratamiento que en ocasiones puede resultar vital.

El efeco oculto en la atención sanitaria

La poca capacidad para hacer pruebas diagnósticas y los largos plazos de espera para recibir los resultados no son los únicos desafíos. Desde la declaración de la pandemia, MSF ha observado una marcada caída en el número de consultas e ingresos en las estructuras médicas que apoya en Kinshasa, incluido el número de personas que acuden a recibir tratamiento en el Kabinda Hospital Center (CHK), su centro de atención para personas VIH positivas.

«En el Centro Hospitalario Kabinda, el número de consultas por VIH se redujo en un 30% entre enero y mayo», señala Gisèle Mucinya, coordinadora médica de la clínica. «Y en el Centro Madre e Hijos de Ngaba, apoyado también por nuestra organización, se registró una caída del 44% en las consultas generales que se pasaron entre enero y abril. Son datos muy preocupantes», añade.

En la misma línea de preocupación se expresa el doctor Rany Mbayabu, director gerente del hospital privado Mudishi Liboke. «Desde marzo, las consultas han caído más de la mitad . Hemos pasado de atender a aproximadamente 250 pacientes por mes a solo 100. Nuestros pacientes nos dicen que tienen miedo de contagiarse con el coronavirus si acuden a nuestra consulta. Otros argumentan que las restricciones impuestas en el transporte y el impacto económico que está teniendo la crisis les dificulta el poder llegar hasta el centro».

«Es altamente probable que esté pasando lo mismo, y quizás aún en mayor medida, en otras estructuras sanitarias de la capital. Dado que muchos pacientes están dejando de recibir la atención médica y los tratamientos que necesitan para combatir otras patologías, es posible que la tasa de mortalidad de esas otras enfermedades aumente y cause muchas más víctimas de las que dejará la propia Covid-19», explica Gisèle Mucinya.

«Muchas personas temen ser contagiadas con el virus si van a centros de salud que, según ellos mismos, no cuentan con el material de protección adecuado. También tienen miedo a ser aislados durante mucho tiempo debido a la larga espera que hay que hacer hasta recibir el resultado de las pruebas. En otros casos es el miedo a sufrir rechazo por parte de otros miembros de su comunidad», señala Karel Janssens. «Esta situación puede poner sobre todo en peligro a las personas que necesitan recibir tratamiento y seguimiento continuo para patologías como diabetes, tuberculosis, malaria o VIH/sida».

Ante esta situación, MSF alerta de la necesidad de facilitar más equipos de protección personal a los centros de salud y estructuras médicas. «Es la única manera de mejorar el grado de confianza de los pacientes y, a su vez, fortalecería los esfuerzos para contener la propagación de la Covid-19. También ayudaría a poder seguir ofreciendo todos esos otros servicios médicos esenciales que están dejando de prestarse», explica el coordinador general de MSF.

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