«80.000 ucranianas darán a luz en tres meses siendo el parto una amenaza para sus vidas»

Judith Draleru, embajadora de paz de Uganda con dos ONG que luchan por los derechos sexuales de las mujeres en África, creció entre guerras y violaciones. Ahora estudia cómo resolver conflictos emergentes con un máster cursado en España

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Judith Draleru, líder de una ONG en Moyo, al norte de Uganda, y otra, Better Women Health (BWH), en Sudán del Sur ABC
Érika Montañés

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A Judith Draleru Maturu la vida no le ha resultado fácil. Lo cuenta a ABC desde un rincón de Uganda donde la cobertura y el WiFi no se mantienen muchos minutos seguidos, así que la entrevista se posterga y retoma durante varios días. Se hace a través del recurso de las tecnologías, la misma manera que ha usado esta ugandesa para conseguir sacarse su título de Master en Conflictología por la Universidad Oberta de Cataluña (UOC). La graduación tuvo también un carácter híbrido, con alumnos presenciales, en Madrid y Barcelona y algunos, al otro lado de la pantalla, como Judith. En la ceremonia deja una frase suya a sus compañeros que a buen seguro resume una vida: « Tuve la seguridad de que en la Universidad en España se me trataría como un individuo».

El curso ha sido de una gran ayuda porque, dice esta mujer en su literalidad, «me quitó el miedo a trabajar en la zona de conflicto». «Los conflictos son parte de la existencia humana, pero todos tenemos la responsabilidad de prevenirlos y resolverlos, así que esos conocimientos me ayudan mientras brindo servicio a varios entornos que van desde hospitales a comunidades y campamentos de refugiados», agrega.

La pregunta que uno se hace con Draleru es inevitable: cómo alguien que fue violado desde los 5 años no amasa rencor y estudia cómo resolver las crisis emergentes del mundo, entre otras la gran cantidad de vejaciones que perpretan unos humanos a otros.

Embajadora de la paz con dos ONG que aspiran a reducir el número de muertes de mujeres en algunas zonas del norte de su país y del vecino Sudán del Sur, Judith es una de los 54.004 (datos del curso 2019-20, último disponible) alumnos que desde el extranjero cursan alguna maestría en instituciones académicas nacionales. 18.000 lo han logrado esta primavera en la UOC, pero la historia de esta mujer no puede ser una más.

¿Qué le impulsó a estudiar un Master en Conflictología, qué perseguía?

Nací en una situación de crisis, sentí el dolor y la humillación de la violación, crecí en la guerra y he superado las dificultades de la guerra en el norte de Uganda y Sudán del Sur. Los conflictos parecen estar aumentando en todos los escenarios de nuestras sociedades. Si no se mitigan o resuelven, habrá muchos más problemas para la próxima generación. Siento que tododas las profesiones necesitan una orientación o capacitación para comprender los conflictos y resolverlos. «No hay desarrollo donde no hay paz. No hay camino a la paz, la paz es el camino», dijo Gandhi. Tengo la fuerte sensación de que si se me da la oportunidad de mediar con líderes de grupos rebeldes, me escucharán… Y no estoy loca [ríe].

Sufrió abuso sexual desde los 5 años durante una guerra. Vivió otra guerra. Y lucha por que las mujeres tengan derechos sexuales. ¿Qué le ocurrió?

Mi tío se unió a un grupo rebelde a principios de los 70. Luego se inició la lucha para sacar a Idi Amin y mi padre, que era profesor, fue acusado de ocultar a mi tío. El hogar se volvió inseguro y me mudé a vivir con mi tía materna. Un señor de 40 años que se refugió en su casa aprovechó para violarme porque nos quedamos solos. ¡Cuántas niñas están pasando por ello incluso sin guerra! Informé a mi tía y me dijo que me callara, hasta que mi madre murió nunca lo conté, pero siempre me sentí amargada. Perdoné a mi tía después y me liberé de la tortura: lo peor de África es el estigma que le queda a la persona abusada. Mientras caminábamos 100 kilómetros para escapar de la guerra, mi tía me acosaba: ‘Mira a la jovencita que tuvo sexo con un viejo’. Pero lo que no mata te hace fuerte. Creo que mi fuerza para luchar proviene de esa experiencia. Quiero demostrar que todos, ya sean nacidos en la guerra, violados, pobres o de una familia rica, tienen la opción de ser mejores personas cuando se les presenta esa oportunidad.

Hizo ese curso en España para analizar conflictos. Hoy Europa está sacudida por otra guerra, ¿qué mensaje le gustaría transmitir?

El análisis de conflictos es un rompecabezas complejo, ya que obtener información real de las partes lleva tiempo. Ningún ser humano acepta las culpas con facilidad y tampoco es sencillo perdonar. Ni forzar una resolución ni imponer sanciones funciona para que las partes pongan fin al conflicto, sino que lo frena y vuelve a estallar. ¿Cuántas veces Rusia ha sido sancionada? ¿Funcionó?

Todos los conflictos tienen causas y es inviable pasar por la vida sin experimentar conflictos: recursos como la tierra, el poder, el dinero, el ego, la insatisfacción o el aburrimiento los causan. Para evitarlos, es muy necesario comprender las causas profundas, el problema central, los efectos y las partes en conflicto. No hay forma de que los conflictos terminen a menos que ambas partes acuerden vivir con la resolución después de comprender las consecuencias y la necesidad de terminarlo. La gestión de conflictos en el lugar de trabajo, las instituciones y las universidades es una parte esencial de la gestión y es muy importante que todos los líderes tengan habilidades en la resolución de conflictos y solo se resolverán a través de negociaciones o con la ayuda de un mediador neutro. Diferentes conflictos requieren diferentes enfoques según las causas y los intereses de las partes. Una parte neutral crea una zona de comodidad y una dirección clara.

Además, los conflictos que tienen raíces étnicas necesitan más estrategias para abordarlos: el genocidio en Ruanda, el conflicto de Sudán del Sur, el conflicto en Etiopía, también podemos ver a los rusos dentro de Ucrania asociados con su linaje y muchos más. Necesitamos llegar a las raíces del puzle como analistas de conflictos. Los resultados de resolver un conflicto son sorprendentes cuando lo resuelves.

«Un señor me violó cuando me refugiaba de la guerra en casa de mi tía. Ella me hizo callar»

¿Si el foco internacional está en Ucrania se aparta de África?

El problema de Ucrania ha conmovido al mundo entero. Lo que está sucediendo necesita más atención. Todos los seres humanos, negros o blancos, son igual de importantes. Lo que el mundo no sabe es que los ugandeses necesitan un cambio de régimen pero están cansados de la guerra. Si miramos la historia de Uganda, es una ‘prostituta política’. La guerra en Europa afecta a África , ya que una gran cantidad de apoyo humanitario llega aquí de Europa.

Las ucranianas están siendo usadas como arma de guerra, víctimas también de abusos y violaciones...

Es un hecho obvio: la historia muestra que las mujeres y los niños son la mayoría de los refugiados y desplazados. Más aún, son los más afectados por el abuso y la violencia sexual . Las ucranianas no son una excepción. La guerra del Kremlin contra Ucrania es también una guerra contra sus mujeres. La violencia de género civil y militar contra las mujeres en el Donbass ha empeorado desde 2014 . El desplazamiento interno masivo también ha disparado los riesgos de violencia de género. El conflicto agrava las vulnerabilidades femeninas y en los días transcurridos desde que Rusia invadió Ucrania, el mundo ha visto fotografías de mujeres dando a luz en estaciones subterráneas de metro y recién nacidos que se trasladan apresuradamente a refugios antibombas improvisados a medida que las instalaciones de salud se vuelven inaccesibles. Se estima que 80.000 darán a luz en los próximos tres meses en Ucrania , muchas de ellas sin acceso a atención de salud materna crítica. Para algunas, el parto será una amenaza para su vida en lugar de una esperanza para su vida.

¿Qué te ayudó a saber la guerra? ¿Y qué crees que te quitó?

La guerra no supone ninguna ayuda cuando se calcula en términos de vidas humanas perdidas y propiedades destruidas, pero hasta cierto punto sacó al dictador del poder y restableció la calma en Uganda, aumentó el empoderamiento económico/político para hombres y mujeres.

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