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El Sínodo de la Familia ultima un documento de consenso que deja todo en manos del Papa

Ninguna de las tres «armas de distracción masiva» ha conseguido sabotear su trabajo

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En vísperas de la votación final del Sínodo de la Familia, que tendrá lugar el sábado por la tarde, el optimismo aflora cada vez más. Se registra un amplio consenso respecto a un documento final que reflejará serenamente las diversas opiniones en algunos temas como la comunión a los divorciados vueltos a casar, y dejará todo, con muchísima tranquilidad, en manos del Papa.

Los tres ataques con «armas de distracción masiva» que ha sufrido este Sínodo no han logrado descarrilar su trabajo. La atención al «show» del sacerdote polaco del Vaticano que hizo «coming out» con su compañero sentimental catalán la víspera de la apertura del Sínodo duró apenas dos días.

El incidente trajo incluso un efecto positivo cuando, en la audiencia general del 14 de octubre el Papa dio una sorpresa al pedir «perdón en nombre de la Iglesia por los recientes escándalos tanto en Roma como en el Vaticano».

Fue otro gesto de realismo y humildad que permite pasar página y centrarse en lo esencial.

El mismo efecto «boomerang»produjo la maniobra de trece cardenales conservadores que escribieron –y alguno de ellos filtró a un vaticanista absolutamente de su cuerda- una carta al Papa en que le acusaban indirectamente de manipular el Sínodo.

Aparte de que 13 personas son una minoría inferior al cinco por ciento de los 270 padres sinodales, el intento de deslegitimar el Sínodo produjo en la gran mayoría de los participantes el efecto contrario, sobre todo cuando Francisco les confirmó que esta asamblea no puede «cambiar la doctrina», no debe reducirse «al problema de la comunión a los divorciados» y no debe caer en «teorías conspiratorias».

El cardenal australiano George Pell, promotor y coordinador de la carta,se ha constituido por su cuenta en «supervisor doctrinal» del Papa pero volvió a sufrir otro revés esta semana. El último informe del grupo de trabajo de lengua alemana -del que forman parte tanto el cardenal Walter Kasper como el cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe- aprobó por unanimidad rechazar por «erróneas y ofensivas» las declaraciones periodísticas de Pell en que trata de dividir a los padres sinodales alemanes en «kasperianos y ratzingerianos».

La tercera «bomba fétida» lanzada sobre el Sínodo ya en la recta final se desmontó sola. La falsa noticia sobre un supuesto tumor cerebral benigno del Papa fue desmentida primero por el interesado, y después por el famoso neurocirujano japonés a quien se le atribuía el diagnostico. Takanori Fukushima manifestó en un comunicado: «Yonunca he examinado al Papa. Esas noticias son completamente falsas».

En la conferencia de prensa del viernes, el arzobispo de Los Ángeles, Jose Horacio Gómez, manifestó que la noticia, desmentida con rapidez, no tuvo impacto en el Sínodo «donde hemos trabajado maravillosamente para encontrar juntos nuevas vías para reforzar la familia y el matrimonio».

En ese mismo encuentro informativo, el cardenal Oswaldo Gracias, arzobispo de Bombay, presidente de la conferencia episcopal de la India y de la federación de obispos de Asia, manifestó que el documento final «no ofrece todas las respuestas pero formula todas las preguntas».

El cardenal Gracias, uno de los diez miembros de la comisión que debe incorporar las enmiendas que sugieran hoy viernes los padres sinodales, traslucía optimismo de cara a la aprobación del documento, con votación párrafo por párrafo, el sábado por la tarde. Es posible que, después de votar cada párrafo, se haga un voto final sobre el documento completo para medir el apoyo que recibe.

Con la idea de dejar mayor libertad al Papa, varios de los trece grupos de trabajo por idiomas –inglés, italiano, francés, español y alemán- han sugerido que la técnicamente llamada «relación final» del Sínodo no reciba el nombre de «proposiciones» ni de «propuestas» al Santo Padre, sino de meras «reflexiones».

En realidad, ese documento refleja tan solo lo debatido en el aula y en los grupos de trabajo. Es una especia de «acta» de lo tratado, que recoge las opiniones y sugerencias salidas a la luz en estas tres semanas.

Se trata de una especie de «memoria» que sirve al Papa como parte del material de trabajo para elaborar el documento pastoral que actualice el modo de anunciar el «Evangelio de la familia».

El cardenal Gracias insistió en que «no es un documento doctrinal» y en que «no va dirigido al mundo sino al Papa», por lo que habrá que leerlo con esa óptica. También adelantó que «recogerá enseñanzas de san Juan Pablo II en su exhortación apostólica "Familiaris Consortio" de 1981, pero no se limitará a repetirla». Concretamente, profundizará en el número 84, que aconseja «discernir bien las situaciones» de los divorciados vueltos a casar, «diferenciando entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente valido».

La propuesta del grupo de trabajo alemán –donde están los principales teólogos del Sínodo-, de tener cada vez más en cuenta la conciencia de las personas caso por caso, ha ido ganado terreno entre los padres sinodales.

El informe final del grupo de trabajo «Ibérico A», del que forman parte el cardenal Lluís Martínez Sistach y el arzobispo de Madrid Carlos Osoro, propone «plantear un movimiento generoso quitando del camino muchas trabas para que los divorciados vueltos a casar puedan participar más ampliamente en la vida de la Iglesia: no pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden dar clases de religión…».

Según el documento, «tenemos que acabar con el continuo reproche que lanzamos a la cara de quienes han fracasado en sus primeras nupcias», del mismo modo que «hay que acabar con la actitud elitista y sectaria que muestran muchos miembros de la comunidad hacia esas personas».

El informe del grupo de trabajo «Ibérico B», en el que han participado el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, y el obispo de Bilbao, Mario Iceta, pide que no se llame «camino penitencial» a la acogida de los divorciados vueltos a casar sino más bien «itinerarios de reconciliación, pues hay realidades irreversibles».

El documento señala que el acceso a la eucaristía «no puede ni debe ser el punto focal de la atención a esas situaciones. Creemos que la mejor oferta que podemos hacer al Santo Padre es señalarle las dudas que tenemos, para que él pueda, con la ayuda del Espíritu, señalar a la Iglesia y al mundo la salvación de la que es portador, custodio y centro de la unidad en la fe». El Sínodo de la Familia, consultivo por naturaleza, concluye este domingo. Las decisiones quedan en manos del Papa. Y eso tranquiliza a los fieles.

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