«Es necesario replantear el sistema mundial para defender la familia»

En la primera comparecencia pública de un padre sinodal español, el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha subrayado el viernes «la densidad, la urgencia, la profundidad y el cariño con que se aborda el tema de la familia, y la libertad absoluta con que se está hablando tanto en mi grupo de trabajo como en el aula del Sínodo».

En una conferencia de prensa conjunta con el presidente de la conferencia episcopal norteamericana, Joseph Kurtz, y el cardenal de Manila, Luis Antonio Tagle, el arzobispo de Madrid ha explicado que «el modo de tratar la familia en el Sínodo es como una escuela de Bellas Artes: se está buscando las pinturas mejores y los pinceles mejores para mostrar lo que es la familia».

En cuanto a la necesidad, manifestada por muchos de los 270 padres sinodales, de encontrar un lenguaje nuevo, Carlos Osoro sugirió utilizar «el lenguaje de Jesús, que es el lenguaje del corazón. Es necesario salir a los caminos donde están los hombres, donde están las familias, para acompañarlas como acompañaba Jesús a los discípulos de Emaús. Aunque no le reconocían, sintieron algo especial».

Para el arzobispo de Madrid, la celebración del Sínodo de la Familia, que durará tres semanas hasta el domingo 25 de octubre, «es ya un mensaje», pues muestra el interés de la Iglesia por una realidad que es la base de la sociedad.

Yendo más allá de las preocupaciones localistas o simplistas, Carlos Osoro consideró necesario «replantear, reorientar el sistema mundial en la líneas de la encíclica " Laudato Si" («Alabado seas»). Es necesario crear una cultura ecológica, elaborar un pensamiento, un estilo de vida y una espiritualidad que defiendan a las familias, la estructura originaria de la vida misma».

En tono muy personal, el arzobispo de Madrid, aseguró que «las cosas mejores de mi vida no las aprendí en mis dos etapas en la universidad, sino en mi familia. Aprendí a saber querer, saber servir, saber respetar, a cuidar a los ancianos… Mis primeros catequistas fueron mi madre y mi padre. La familia cristiana ayuda a humanizar».

Como buena parte de los padres sinodales, Osoro pidió una acogida generosa a los inmigrantes y refugiados «ya que acoger al forastero es una obra de misericordia. Y no solo acoger, sino acompañar. En Madrid, la inmigración de América Latina ha renovado y enriquecido las comunidades cristianas, pues traían el frescor del Evangelio».

En cuanto a los métodos anticonceptivos y la caída de la natalidad, el arzobispo invitó a ir a las causas, entre las que mencionó «el problema del trabajo y el problema de la vivienda. ¿Qué viviendas hacemos? ¿Para dos personas? Y les llamamos viviendas sociales…»l.

Los 359 participantes en el Sínodo de la Familia –incluyendo los expertos, observadores y delegados fraternos, que también participan en los debates- seguirán trabajando este sábado, mientras que el domingo se tomarán el primer y merecido descanso al cabo de una primera semana verdaderamente agotadora.