Teresa Romero posó, cuando superó la enfermedad, con todo el equipo del Hospital La Paz-Carlos III
Teresa Romero posó, cuando superó la enfermedad, con todo el equipo del Hospital La Paz-Carlos III - afp
Un año del primer contagio de ébola en España

«A Teresa Romero la sacaron de la muerte en dos ocasiones»

Los enfermeros aseguran que hubo momentos críticos en los que dejó de respirar durante minutos

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25 de septiembre de 2014. El ébola ya había llegado a España y esa tarde, a las 18 horas y 40 minutos, se llevaba al segundo misionero repatriado desde Sierra Leona e ingresado en el hospital Carlos III de Madrid después de luchar diez días contra el virus. García Viejo estaba muy mal desde que llegó a nuestro país. El equipo del hospital se temía el desenlace. Finalmente, «evolucionó hacia la hipotermia y su corazón se paró», informó aquel día ABC.

Si bien no era el primer caso de ébola en España, llegó poco más de un mes después del fallecimiento de Miguel Pajares, también religioso de la Orden de San Juan de Dios. Por lo tanto, el mundo y nuestro país seguían en vilo por lo que el virus estaba provocando en África, Europa y Estados Unidos.

Aún así nadie imaginaba que ese día, una auxiliar de Enfermería cuyo nombre dio la vuelta al mundo, Teresa Romero, entró en la habitación de García Viejo, cuando ya estaba vacía para hacer uno de los trabajos más difíciles y de mayor riesgo de contagio: limpiar una habitación donde, posiblemente, había fluidos del hermano fallecido en el momento en el que carga viral era mayor. Romero se infectó y España contuvo la respiración. Era el primer contagio de ébola fuera de África.

Pero puertas adentro, pasaron muchas cosas, más de lo que todos los medios de comunicación contamos. Un año después, los verdaderos protagonistas, los enfermeros, que se la jugaron desde el minuto uno, cuentan lo vivido. «Tengo la sensación, un año después, de haber aprendido mucho, son esas cosas que no se pueden olvidar. A los primeros pacientes los veíamos de otra manera, pero Teresa es compañera nuestra, estábamos emocionalmente más implicados», explica una de las enfermeras que vivió el ingreso de los tres pacientes con ébola que tuvo España y prefiere no dar su nombre. Reconoce no haber sentido nunca miedo «pero sí respeto por la enfermedad porque no la conocíamos». Cuenta que con Pajares, aún no era obligatorio que una persona observara cómo un compañero se quitaba el equipo de protección individual (EPI). «Lo hacíamos nosotros porque queríamos. Lo que sucedió es que con García Viejo estuvimos pocos días y nadie controló cómo Teresa se quitó el traje. Un contacto hubo y ella posiblemente no se dio cuenta», relata su compañera. Romero fue dada de alta un 21 de octubre, después de 16 días de lucha. Fuentes sanitarias contaron a ABC que la paciente se curó no solo por el suero que recibió de las hermanas Paciencia y Helena, y la ayuda de los antivirales, sino «por su propia fuerza». Pero también por la valentía del equipo de enfermeros, «que son los que están 24 horas junto a los pacientes», reconoce un miembro del Carlos III.

Pulmones dañados

Y es que Romero pasó por situaciones muy críticas, de hecho, estuvo a punto de morir en dos ocasiones, según ha podido saber ABC. Hubo una tercera, que fue menos grave, pero todas relacionadas con su insuficiencia respiratoria (el virus atacó sus pulmones) que hizo necesario el uso de una mascarilla de oxígeno, ya que la paciente nunca estuvo intubada. «Teresa entró en parada respiratoria, no respondía, la saturación de oxígeno en sangre (el límite es 100) llegó a cero. Si tardábamos normalmente diez minutos en equiparnos, ese día tardamos tres, que fue lo que estuvo en parada», cuenta un enfermero. Él, que tampoco quiere revelar su identidad ha sido uno de los que entró en la habitación cuando Romero se quitó la mascarilla. «Se giró, y sin querer, tiró fuerte del cable que conectaba al oxígeno. Si no entra el sanitario, Teresa hubiera muerto», sentencia una compañera.

«Tengo esa noche grabada»

Teresa sufrió, en esos momentos, anoxia, es decir, falta casi total de oxígeno en la sangre y estuvo sin respirar durante tres minutos. «Pero ese tiempo no es suficiente para que haya lesiones», concluye el sanitario. Esa no fue la única vez en la que su vida estuvo al filo de la muerte. Una noche, al estar sedada, movió el brazo y se quitó la mascarilla. Nuevamente, la saturación de oxígeno llegó a cero y también entró en parada. Fue necesario que entrara una enfermera para hacer el trabajo más difícil. «Tengo esa noche grabada. Me puse el traje e hice lo que pude. Rezas y haces todo lo que sabes para que no ocurra nada...», recuerda la sanitaria. Otra fuente asegura que esa noche, en la primera semana del ingreso, fue la peor, «nadie esperaba que sobreviviera».

La enfermera que estuvo aquella noche insiste una y otra vez en que la labor no fue individual sino que «toda la enfermería tuvo su papel. Me tocó porque me tuvo que tocar, aunque cualquiera lo hubiera hecho. Éramos una piña». La compañera de ambos «héroes» que salvaron a Teresa recuerda aquellos días y asegura que lo hicieron fenomenal, «a Teresa la sacaron de la muerte en dos ocasiones», señala. Ellos, por su parte, dicen que jamás dudaron en entrar al a habitación de Teresa porque esto forma parte de su trabajo. Trabajo que hoy siguen realizando en el mismo lugar, en el hospital La Paz-Carlos III, donde hace un año el mundo miraba sin pestañear.

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