Durante el año pasado, 28.365 agresores fueron condenados por violencia de género
Durante el año pasado, 28.365 agresores fueron condenados por violencia de género - Roldan Serrano

Así se reforma un maltratador

Personificar la terapia y evitar juzgar a los condenados por violencia de género son dos de los factores claves para que la terapia de reinserción tenga efecto

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Según el Observatorio contra la violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial, las mujeres cada vez se animan más a denunciar los malos tratos. Así lo demuestran los últimos datos publicados por el organismo, correspondientes al año 2014, cuando se registró un aumento de un 1'5 por ciento de denuncias por parte de presuntas víctimas de violencia de género. Durante el año pasado, 28.365 agresores fueron condenados por este delito. Una sentencia que marca para la mayoría el inicio de una nueva vida de mano de la terapia.

«Nuestro trabajo no es juzgar, es dar opciones de cambio», ha asegurado José Luis Graña, director de un programa de tratamiento psicológico para maltratadores desarrollado por la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

Junto a su equipo, Graña ha desarrollado una terapia basada en la Teoría del Aprendizaje Social, en la que parten de diferentes variables a la hora de aproximarse a un hombre condenado por violencia de genero, desde el aprendizaje familiar hasta baja autoestima o abuso del alcohol. «Hay que lograr que tomen conciencia del problema que tienen», ha explicado Graña durante su participación en el encuentro «Violencia de género, logros y retos de futuro», organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Y por eso, Graña apuesta por la personificación a la hora de tratar a los condenados.

«Hay que ajustar la intervención, en Estados Unidos un 40% de estos hombres abandona el tratamiento porque no está enfocado hacia ellos», ha incidido, «nosotros apostamos por entender las motivaciones de esa persona y aplicar diferentes terapias».

Cuando un hombre es condenado por maltratar a su pareja e Instituciones Penitenciarias lo deriva a este programa de tratamiento, lo primero que hace es reunirse con un profesional. «Tenemos que entender cómo actúa en pareja y explicar por qué sucedió el maltrato», ha explicado el profesor, «es fundamental entender que ellos también se sienten víctimas de la situación». Por eso, durante los nueve meses como tiempo máximo en los que el agresor acude a terapia, se intenta darles un contexto general que ayude a entender a nivel emocional por qué le han detenido. «Llevamos a cabo siete módulos con varias sesiones semanales de 90 minutos», ha enumerado Graña, «y tenemos el único programa en el que el primer paso es el contexto terapéutico para que entiendan su nueva situación».

Terapia a la carta

Entender el significado de la Ley Integral contra la Violencia de Género, analizar situaciones de abuso y explicar el concepto de «maltratador» puede llevar todo el primer mes de terapia, que puede ser individual o grupal. «Hay aspectos, como tomar conciencia de episodios violentos, que es más enriquecedor en grupo. Empiezan a contar sus propias historias y pueden verse reflejados unos en otros», argumentó el profesor. Entre las «clases particulares» que se imparten esta el desarrollo de estrategias para el control de la ira o de las habilidades sociales, como por ejemplo saber llevar una ruptura cuando hay hijos de por medio. «Casi todos nos plantean formas eficaces de hablar con la madre de sus hijos para trabajar en común con ellos», confesó el director.

Entre los datos recogidos por el equipo de Graña, se desprende que la tasa de abandono de los condenados apenas llega al 10%. «Todos dicen que la terapia les ayuda, lo que demuestra la importancia de ajustar el programa a las características personales de cada uno», destacó el profesor. Entre los pacientes que han pasado por sus manos, ha habido quien ha necesitado dos meses para tratar la victimización, mientras que otros acudieron hasta a cinco sesiones para tratar sus problemas de alcohol. «El programa de reinserción tiene que ser flexible, si es rígido y no les das tiempo a procesar lo que está pasando, no van a escucharte», repitió.

Ver los comentarios