última etapa de su viaje a hispanoamérica

El Papa rinde homenaje a la mujer paraguaya a su llegada a Asunción

Pide al gobierno «gestiones transparente y lucha impetuosa contra la corrupción»

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En su primer discurso en el Paraguay, pronunciado ante el presidente Horacio Cartes y las principales autoridades del país, el Papa Francisco rindió homenaje a la mujer paraguaya, que forma la espina dorsal de la nación y de hecho la reconstruyó cuando la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) contra Brasil, Argentina y Uruguay, se transformó en genocidio y redujo a un décimo el número de varones en el país.

El Santo Padre reconoció «con emoción y admiración el papel desempeñado por la mujer paraguaya en esos momentos dramáticos de la historia. Sobre sus hombros de madres, esposas y viudas, han llevado el peso más grande, han sabido sacar adelante a sus familias y a su país, infundiendo en las nuevas generaciones la esperanza en un mañana mejor».

El Papa recordó que «Paraguay es conocido como el corazón de América», pero, por desgracia, «ya desde sus primeros pasos como nación independiente, y hasta épocas muy recientes, la historia de Paraguay ha conocido el sufrimiento terrible de la guerra, del enfrentamiento fratricida, de la falta de libertad y de la conculcación de los derechos humanos. ¡Cuánto dolor y cuánta muerte!».

Pese a esa dura realidad, Francisco advirtió de que «un pueblo que olvida su pasado, su historia, sus raíces, no tiene futuro». La memoria, «asentada firmemente sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio, transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la tragedia y la sinrazón de la guerra», añadió el Santo Padre, que pidió al Gobierno una «gestión transparente y una lucha impetuosa contra la corrupción».

El Papa incluyó en su mensaje un contundente llamamiento a la construcción de la paz. «¡Nunca más guerras entre hermanos! ¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la colaboración».

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