Las personas mayores corren mayor riesgo de sufrir un gol
Las personas mayores corren mayor riesgo de sufrir un gol - Eduardo San Bernardo

Cómo actuar frente a un golpe de calor

Con el aumento de las temperaturas, se recomienda que las personas mayores beban muchos líquidos, realicen comidas ligeras y evitar permanecer en vehículos cerrados

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El verano acaba de llegar y trae consigo temperaturas elevadas que que pueden poner en serio riesgo nuestra salud si no tomamos las debidas precauciones, especialmente entre las personas mayores.

Si nos exponemos mucho tiempo al sol empezaremos a sudar, más aún si realizamos ejercicio y no tomamos ningún líquido. Una vez que la temperatura de nuestro cuerpo sobrepase los 40 grados, la sudoración y la dilatación de los pequeños vasos periféricos que favorece el paso de la sangre por la piel, principales mecanismos para «refrigerarnos», ya no podrán ayudarnos y entonces entraremos en hipertermia, es decir, en peligro.

Así lo ha explicado el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), José Antonio López Trigo. Indica que el dolor de cabeza, sensación de boca seca, náuseas, vómitos, mareos, piel seca y enrojecida, calambres musculares, desorientación, perdida de conciencia y no sudoración ante las temperaturas altas, son los principales síntomas de la hipertermia, una complicación que puede provocar un golpe de calor y originar un fallo orgánico irreversible.

Si esta situación no se corrige a tiempo y progresa, se llega a una situación de «shock» en la que sucede un fallo de los distintos órganos, convulsiones y coma.

Qué hacer

Si esta situación no se corrige a tiempo y progresa, se llega a una situación de «shock» en la que sucede un fallo de los distintos órganos, convulsiones y coma. El presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), José Antonio López Trigo, explica que, «en caso de producirse un golpe de calor, y mientras esperamos a los servicios de urgencias, tenemos que actuar como cuando una persona tiene 40 de fiebre, es decir, bajar la temperatura, y para ello podemos utilizar paños de agua fresca y aplicarlos en la frente, en la nuca o en los pulsos. También es recomendable actuar como en un caso de bajada de tensión, que la persona esté tumbada, con las piernas levantadas, y hacerle beber líquidos poco a poco, por ejemplo agua con un poco de sal y azúcar, o alguna bebida isotónica».

López trigo explica que las personas mayores son el grupo que más riesgo tiene de sufrir problemas relacionados con las altas temperaturas, debido a que suelen olvidarse de beber porque tienen una menor sensación de sed que el resto de la población. Esto provoca que los ancianos se deshidraten más rápido, al igual que las personas con sobrepeso, enfermedades crónicas o que estén medicadas.

Para evitar los golpes de calor, la SEGG recomienda tomar muchos líquidos, realizar comidas ligeras, evitar la exposición al sol cuando las temperaturas son elevadas, no realizar ejercicio ni deportes que aumenten el esfuerzo y la sudoración en momentos de calor, mantener la casa fresca y ventilada, n o permanecer en vehículos estacionados o cerrados y evitar llevar ropa ajustada y elegir tejidos ligeros.

Perdemos calor por evaporación

Nuestro organismo está preparado, explica López Trigo, para mantener una temperatura constante de entre 36 y 37 grados. Si se sobrepasa, el principal mecanismo para regularla es la dilatación de los pequeños vasos periféricos que favorece el paso de la sangre por la piel. Esto, unido a un aumento de la sudoración, hace que se pierda calor por evaporación, lo que puede llevar a una perdida «importantísima» de líquidos que repercute a nivel de los diferentes órganos como, por ejemplo, el riñón, corazón o cerebro.

Además, si la temperatura exterior es muy alta y las pérdidas de líquidos no se reemplazan de forma adecuada, se entra en una situación de deshidratación, la tensión arterial desciende, aparece sensación de debilidad e incluso calambres musculares. «Cuando la temperatura de nuestro cuerpo rebasa los 41 grados se produce una hipertermia, superando los mecanismos de regulación térmica de los que dispone nuestro organismo y originando el temido golpe de calor, situación en la que el organismo ya no puede responder a las altas temperaturas con repercusiones tan graves que podría llevar a un fracaso orgánico irreversible», explica el presidente de la SEGG.

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