Vista parcial de un enorme glaciar antártico localizado en la Isla del Rey Jorge
Vista parcial de un enorme glaciar antártico localizado en la Isla del Rey Jorge - efe

Detectan la pérdida «dramática» de hielo en la Península Antártica

Desde 2009 los glaciares de la región han añadido 300 km3 de agua al océano, lo que equivale al volumen de 350.000 edificios como el Empire State Building

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Hasta ahora la Antártida occidental era la señalada por los científicos como el área más afectada por la pérdida de hielo en respuesta al calentamiento global, dejando a la Península Antártica (el territorio más septentrional del continente, y a la Antártida oriental, que hasta hace bien poco hasta tenía ganancias de hielo) fuera de las peores proyecciones. Sin embargo, la misión Cryosat de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha detectado una aceleración muy importante en el deshielo de esta lengua de tierra cubierta de hielo de 750 kilómetros de longitud bañada al este por el mar de Weddell y al oeste por el mar de Bellingshausen.

Los últimos hallazgos de un equipo de científicos de la Universidad de Bristol (Reino Unido), que aparecen en la revista «Science», muestran que sin haber dado ninguna señal previa, muchos de los glaciares a lo largo de la Península Antártica comenzaron en 2009 a arrojar hielo al océano a una velocidad de unos 60 kilómetros cúbicos cada año.

Esto convierte a esta región en una de las mayores contribuyentes al aumento del nivel del mar en la Antártida, después de haber añadido unos 300 kilómetros cúbicos de agua en el océano en los últimos seis años, lo que equivale al volumen de 350.000 edificios como el Empire State Building. Tanto es así que algunos glaciares están encogiendose a razón de 4 metros al año, sumando hasta 30 metros desde 2009.

Antes de 2009, esta lengua de 750 kilómetros de largo no había mostrado signos de cambio, por eso, dice Bert Wouters, de la Universidad de Bristol y autor principal del estudio, «irónicamente, es de las zonas menos estudiadas del continente», a pesar de albergar la mayor densidad de bases de investigación antárticas. Sin embargo, explica Wouters, «parece ser que en algún momento alrededor de 2009, el adelgazamiento de la capa de hielo y el derretimiento de los glaciares del subsuelo pasaron un umbral crítico que provocó la pérdida de hielo repentina».

Cambios en el viento que calienta el océano

«El hecho de que tantos glaciares en una región tan grande comiencen de repente a perder hielo fue una sorpresa para nosotros -continúa Wouters-. Esto revela una respuesta muy rápida de la capa de hielo: en pocos años el régimen dinámico estará completamente desplazado». Y este cambio tan repentino no puede explicarse por alteraciones en las nevadas o la temperatura del aire, sino que los investigadores atribuyen la rápida pérdida de hielo al calentamiento de los océanos.

Y es que gran parte del hielo conectado a tierra en el sur de la Península Antártica está bajo el nivel del mar. Los cambios en la circulación del viento alrededor de la Antártida, que han aumentado en fuerza en las últimas décadas, probablemente como resultado del calentamiento global y los cambios en el agujero de ozono -explican los investigadores-, habría estado transportando aguas más cálidas del Océano austral hacia el Polo. Estas aguas tienen una temperatura de 1-2 grados centígrados, que es suficiente para fundir los glaciares y sus plataformas de hielo desde abajo.

En este sentido, una investigación del Instituto Scripps de Oceanografía, de la Universidad de California-San Diego, financiada por la NASA y que el año pasado publicó también «Science», reveló que el espesor de las plataformas de hielo flotante que rodean la Antártida se ha reducido casi un 20% en algunas áreas en las últimas dos décadas. Aunque el derretimiento de estas capas de hielo flotante no contribuye directamente a la elevación del nivel del mar, los investigadores indicaban que hay un efecto indirecto importante, pues estas plataformas de hielo hacen de contrafuerte y ayudan a contener el flujo de corrientes heladas terrestres hacia el océano. Pues bien, precisamente en ese estudio anterior, se indicaba que las zonas que mayor cantidad de hielo perdieron fueron las de los mares de Amundsen y Bellingshausen, este último baña al oeste la Península Antártica.

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