La central de Fukushima, a orillas del Pacífico
La central de Fukushima, a orillas del Pacífico - AFP

La radiación de Fukushima llega hasta las costas de Canadá

Cuatro años después del accidente nuclear en Japón, aparecen al otro lado del Pacífico pequeñas partículas tóxicas

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Cuatro años después del tsunami que arrasó la costa nororiental de Japón y provocó el accidente nuclear de Fukushima, el peor desde Chernóbil, la radiación ya está llegando a las costas de Norteamérica, al otro lado del océano Pacífico.

En concreto a las playas de un pequeño pueblo de Canadá, Ucluelet, donde han aparecido restos de cesio 134 y 137. Según informa la agencia Reuters, así lo detectó el pasado 19 de febrero la Institución Oceanográfica Woods Hole, que sin embargo aclaró que sus cantidades son tan pequeñas que bañarse durante un año en estas aguas de la isla de Vancouver equivaldría a una dosis mil veces menor que una radiografía dental.

En noviembre, este mismo instituto localizó radiactividad procedente de la planta de Fukushima a unos 160 kilómetros al norte de la costa de California.

Aunque la radiación aún no ha llegado a Estados Unidos, es solo cuestión de tiempo porque un millón de toneladas de escombros arrastrados por la corriente sigue flotando en el Océano Pacífico.

Desde noviembre de 2011, cuando los restos más ligeros, como planchas de corcho, arribaron por vez al norte de la costa oeste estadounidense, en las playas de Oregón han aparecido numerosos objetos procedentes de Japón. Mecidos por la corriente, lo seguirán haciendo durante los próximos tres años porque, de los 25 millones de toneladas de escombros que dejaron las olas gigantes a lo largo de 600 kilómetros del litoral nipón, una buena parte acabó en el mar. Los más pesados, como coches y casas, se hundieron frente a la costa, pero otros muchos fueron arrastrados por las olas.

Algunos de estos restos del tsunami contienen partículas radiactivas procedentes de las fugas que se escaparon de la siniestrada central nuclear de Fukushima 1, cuyas explosiones contaminaron el aire, la tierra y, por supuesto, también el mar, donde ser vertieron millones de toneladas con restos de yodo y cesio tóxicos.

El Giro del Pacífico Norte

Además de los que lleguen a EE.UU., algunos escombros quedarán atrapados en el Giro del Pacífico Norte, como se conoce a la zona formada por las corrientes marinas entre el archipiélago nipón y la costa norteamericana, una vez pasada la isla de Hawai. Aprisionada por su movimiento en círculo, allí se ha estancado la denominada Gran Mancha de Basura del Pacífico, que fue descubierta en 1988 y está compuesta por una capa de productos químicos, diminutos trozos de plástico y desechos procedentes de tierra (80 por ciento) y de los barcos que navegan por la región (20 por ciento).

Aunque dicha película tóxica es tan fina que no se puede apreciar fácilmente a simple vista o en fotografías tomadas por satélite, los expertos calculan que podría extenderse por 1,5 millones de kilómetros cuadrados, lo que equivale a tres veces la superficie de España.

Engordada con los islotes de escombros del tsunami, la Gran Mancha de Basura del Pacífico multiplicará sus efectos contaminantes sobre el medioambiente. Los grupos ecologistas ya han advertido del peligro porque los restos químicos y plásticos son tan diminutos que las medusas y los peces se los comen si fueran plancton y luego, al ser ingeridos por otras especies mayores, pueden pasar a la cadena alimentaria y ser consumidos por el ser humano. Un riesgo tóxico que se multiplica en caso de que dichos escombros sean, además, radiactivos.

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