Gustavo Virués, uno de los fallecidos
Gustavo Virués, uno de los fallecidos - abc

El Atlas marroquí: un paraíso para los amantes del riesgo

La ruta del cañón del Uandras, donde se produjo el accidente en el que fallecieron dos espeleólogos españoles, es un estrecho paso encajado entre paredes verticales de cientos de metros

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Los desolados parajes del Atlas se han ganado en los últimos años un puesto entre quienes buscan emociones fuertes. La necesidad de adrenalina al margen de los paquetes turísticos tradicionales lleva a los más aventureros a dirigirse a lugares cada vez más inexplorados y esta cordillera marroquí es para los españoles con ese perfil todo un paraíso al otro lado del estrecho de Gibraltar. Con cimas que llegan a superar los 4.000 metros, este macizo montañoso ofrece las más variadas opciones, desde rafting a senderismo o espeleología, pasando por el descenso de cañones.

En concreto, la ruta del cañón del Uandras, donde se produjo el accidente en el que fallecieron dos espeleólogos españoles, es un estrecho paso encajado entre paredes verticales de cientos de metros y el pueblo más cercano está a una hora de camino.

Hasta allí no llegan carreteras asfaltadas, sino simples caminos o pistas de tierra.

«Allí las montañas son mucho más grandes que en España, con pendientes más fuertes y en condiciones más duras», explica David Castán, que ha sido guía de deportes extremos en Marruecos y en la actualidad dirige el Centro Multiaventura Outdoor Factory. «Mucha gente viaja a Marruecos a perderse -explica Castán-, porque le gusta diferenciarse de los demás y lo que se lleva es la aventura», pero eso implica riesgos, advierte. En ese país «no tienes los rescates a cinco minutos ni los hospitales son como en España», explica. De hecho, este empresario del deporte de aventura asegura que ha dejado de llevar clientes a Marruecos precisamente por los riesgos que conllevaba ese destino.

Jorge Fernández, director de SkiMadrid, sí trabaja aún en Marruecos y lleva allí a aficionados al esquí. Pero también precisa que, «cuando las actividades se hacen lejos de sitios habitados -como en el caso de los espeleólogos accidentados- aumenta el riesgo y el tiempo de rescate es mayor».

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