Casas flotantes varadas en un lago de California que ha impuesto restricciones en el consumo de agua
Casas flotantes varadas en un lago de California que ha impuesto restricciones en el consumo de agua - AFP

No pronunciarás «cambio climático» en vano en EE.UU.

El calentamiento global se convierte en arma electoral para las presidenciales de 2016

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La existencia del cambio climático dejó hace mucho tiempo de ser una cuestión discutida en la comunidad científica. Pero en la arena política, al menos en la de EE.UU., todavía está muy viva la batalla entre quienes lo niegan y lo defienden, entre quienes buscan enfrentarlo o silenciarlo.

El último capítulo, y quizá el más significativo, se ha vivido en Florida. Un reportaje del Florida Center for Investigative Reporting (FCIR) denunció el mes pasado que las autoridades del Estado habían prohibido a los funcionarios del Departamento para la Protección Medioambiental (DEP, en sus siglas en inglés) utilizar menciones como «cambio climático» o «calentamiento global» en sus comunicaciones oficiales, correos electrónicos o informes.

Florida es el estado de EE.UU. más amenazado por el cambio climático.

La altura media de su territorio es de 30 metros por encima del nivel mar y se espera que la subida de los océanos a finales de siglo se coma el 30% de sus playas, sobre todo en el sur del Estado. Si se cumplen las previsiones de los científicos, dos millones de personas que viven pegadas al mar se verían afectadas.

«Yo no soy un científico»

En el centro de la polémica está el republicano Rick Scott, gobernador de Florida, que en 2010, durante la campaña electoral que le colocó en su actual puesto, aseguró que «no estaba convencido» sobre el cambio climático. El año pasado, el mismo en que el Panel Internacional sobre Cambio Climático de Naciones Unidas concluyó que la acción humana estaba relacionada con el calentamiento global, Scott utilizó una forma repetida después por otros políticos republicanos para no dar su brazo a torcer: «Yo no soy un científico».

El informe del FCIR se basaba en testimonios de trabajadores del DEP, como Christopher Byrd, a los que sus superiores habían insistido en no mencionar el cambio climático. También lo aseguraban fuentes como Jim Harper, un escritor contratado por el DEP para elaborar materiales educativos sobre la conservación de los arrecifes de coral a quien se le dijo que no usara esos términos.

Rick Scott y su oficina no tardaron en negar que hubiera una prohibición oficial sobre las menciones al calentamiento global. «No es verdad», dijo Scott a los periodistas sin dar más explicaciones. Pero no tardaron en salir testimonios en la prensa que hablaban de la misma política en otros departamentos: un empleado del Departamento de Transporte aseguró al «Miami Herald» que se les había exigido que no hablaran en público del cambio climático; por otro lado, el «Washington Post» relató un caso en el que se prohibía hablar a un especialista en epidemiología del Departamento de Salud sobre cambio climático en relación a un estudio sobre envenenamiento por consumo de pescado.

La polémica no tardó en saltar a la arena nacional: el secretario de Estado, John Kerry, exigió que no se perdiera el tiempo debatiendo sobre si se puede decir o no «cambio climático»: «Da igual cuanta gente entierre su cabeza en la arena; eso no cambia el hecho de que el 97% de los estudios científicos confirman que es una realidad y que la actividad humana es en buena parte responsable de ello».

El mensaje no solo iba destinado al gobernador de Florida, sino también a otros políticos republicanos y posibles aspirantes a la presidencia de EE.UU. El caso más claro es el del senador por Texas Ted Cruz: casi a la vez que confirmaba su carrera presidencial, comparaba a los defensores del cambio climático con los inmovilistas que proclamaban que la Tierra era plana en la Edad Media: «La verdad científica adoptada era que la Tierra era plana, y al hereje Galileo se le acusó de negacionista».

Otros posibles candidatos presidenciales de su partido, como Marco Rubio –senador por Florida– y Rick Perry –ex gobernador de Texas–, también están entre los escépticos y habrá que ver qué postura toman cuando se aborde el asunto en la campaña electoral. Su camino, por ahora, es el contrario al de la opinión pública: según las últimas encuestas, la mayoría de los estadounidenses, incluyendo la mitad de los republicanos, están a favor de tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Ver los comentarios