Las dificultades de la vida en pareja: ¿qué nos molesta del sexo opuesto?

Las dificultades de la vida en pareja: ¿qué nos molesta del sexo opuesto?

Se acerca San Valentín, el día de «los enamorados». Pero por mucho que nos comportemos como «tortolitos» siempre hay detalles de nuestra pareja que nos atacan los nervios

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Se acerca San Valentín, el día de «los enamorados». Pero por mucho que nos comportemos como «tortolitos» siempre hay detalles de nuestra pareja que nos atacan los nervios

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  1. Los comportamientos más inocentes, ¿o no?

    Cada persona tiene sus propias costumbres. Pero suele suceder que llega un momento en la vida en que el enamoramiento deja paso a la vida en pareja. Y es entonces cuando las diferencias entre hombres y mujeres se hacen evidentes.

    Estas son algunas de las conductas típicas y tópicas que más nos molestan, El uso del baño, la falta de sensibilidad de uno y el exceso de atención que reclama ella, los gustos y preferencias de unos y otras, y sobre todo, la importancia que a determinados aspectos de la vida se dan desde el punto de vista masculino y femenino.

    Puede que alguna de las situaciones aquí descritas se consideren sexistas (tanto hacia ellos como hacia ellas). Pero, que levante la mano quien en alguna ocasión en la vida no se haya visto reflejado o reflejada en alguno de estos casos

  2. «Tengo los pies congelados, los acerco a mi pareja y listo»

    Una de las situaciones más temidas a la hora de compartir cama. Uno está tan tranquilo, perfectamente arropado, cuando de repente ella se mete en la cama.

    Si tiene calcetines (normalmente bastante gorditos y de color pastel), se los quita. Y de repente se da cuenta de que la temperatura de sus extremidades inferiores se encuentra a niveles bajo cero.

    El acto reflejo es acercar esos témpanos de hielo en que se han convertido sus pues a las pantorrillas de su pareja. Un escalofrío recorre todo el cuerpo del hombre, que ni siquiera es capaz de dejar escapar un grito.

    Mucho peor que una película de terror. Los segundos se hacen eternos hasta que uno es capaz de reaccionar. Hasta las neuronas se han quedado congeladas, por lo que en esa situación todo lo que puede hacer el hombre es callar y mirarla a ella con cara de «pese a todo...te quiero»

  3. Cuidado con la tapa del WC

    Puede que sea una de las críticas más típicas de las mujeres hacia los hombres. Puede que sea algo intrínseco al género masculino, y por mucho que parezca un tópico se hace realidad en un alto porcentaje de las ocasiones.

    Los hombres se olvidan la tapa del retrete levantada, y esto pone de los nervios a su pareja cada vez que esta entra en el baño. La crítica suele venir acompañada por las «gotitas» que se supone que deben de caer en el interior de la taza, y que las féminas encuentran a su alrededor.

    Además la crítica suele contener una frase del tipo: «A ver si apuntas mejor...no me creo yo que sea tan difícil acertar». Y lo cierto es que es una de esas cosas que no se pueden explicar, pero hay ocasiones en los que el líquido parece tomar sus propias decisiones. Tan solo un par de aclaraciones, primero para ella y después para él:

    1. No se controla como si fuese una manguera para regar las plantas

    2. Si sabes que vas a salpicar, prueba a hacerlo sentado

  4. Horror, sábado de compras

    No hay nada peor que acompañarla cuando va de compras. Y si va a probarse ropa es mucho peor. Se trata de una de esas obligaciones a las que todo hombre o marido se ve obligado, sabiendo de antemano que diga lo que diga o haga lo que haga el día no va a terminar bien.

    Los hombres no son buenos consejeros. No saben si una prenda de ropa es la adecuada o no. Se quedan en blanco cuando la novia le pregunta si determinado pantalón que se acaba de probar le hace parecer gorda o no.

    Son incapaces de diferenciar si en realidad la novia quiere una opinión sincera o no. Y con frecuencia suelen equivocarse. Ellas también lo saben, y pese a ello insisten en, de forma periódica, someter a esta tortura a sus parejas.

    Ellos no lo soportan. Se aburren soberanamente y además son conscientes de que opinen lo que opinen van a salir mal parados

  5. ¿No te acuerdas? Si te lo he contado

    Situación que odian las dos partes, ellos y ellas. Ellas porque están seguras de que le han contado algo «sumamente importante» a su novio. Y el novio porque está seguro de que, por mucho en que ella insista, en ningún momento le hizo tal comentario.

    La situación suele ser así:  

    - ¿Te acuerdas que ayer te conté que tal y cual?

    - No, no me contaste nada

    - Sí, si que te lo dije,. Lo que pasa es que no me haces caso cuando te hablo

    - Que no, que no me lo contaste. Se lo habrás dicho a otra persona...

     Y ahí es cuando empieza la discusión, que en algunos casos puede derivar en un día sin hablarse. Nunca quedará claro si ella le contó a él algo importante y él no se enteró porque estaba más atento a otra cosa (ya se sabe que los hombres no son capaces de hacer dos cosas a la vez), o si realmente ese comentario «tan importante» se lo hizo a alguien que no necesariamente tenía por qué ser su novio, marido o pareja.

  6. A la hora de vestirse

    Pongamos que la pareja va a asistir a un evento de gala, o al que haya que asistir más o menos arreglado. Este es otro de los momentos críticos en los que puede salir lo peor de cada uno. De ella hacia él porque el hombre no sabe combinar colores ni prendas. O porque va demasiado informal.

    La discusión puede empezar con un gesto torcido y una «inocente» pregunta: «Pero… ¿vas a ir así?».  Porque, como es evidente, la americana azul no se la puede poner uno con la camisa marrón, por mucho en que él insista en que no se va a ver porque la chaqueta va a estar abotonada y en que la camisa está limpia y planchada.

    De él hacia ella, porque el novio o marido no es capaz de comprender que ellos lo tienen más fácil, ya que la ropa «de vestir» es siempre la misma, o como mucho se puede elegir entre dos trajes diferentes.

    Él ya está listo, se ha duchado, afeitado, vestido y perfumado. Faltan tan solo cinco minutos para salir y ella apenas ha elegido el vestido que se va a poner esa noche. Y ya no hablamos del tiempo que necesita para peinarse, maquillarse y elegir los complementos. Por mucho que se haya preparado el evento con antelación, lo más probable es que la pareja acabe llegando tarde.

  7. El orden y el desorden

    Si, vale, hay personas que son más ordenadas que otras, independientemente de su sexo. Pero la colocación de determinadas cosas en el hogar también es una constante fuente de confrontaciones que hace que el «orden-desorden» sea algo que ni ellas soportan de ellos ni ellos soportan de ellas.

    Son pequeños detalles que se producen como cuando uno llega a su mesa o cajón a por determinado objeto y no se lo encuentra en su sitio natural, es decir, arriba de todo, donde lo ha dejado horas o días antes. Al preguntarle a ella que dónde se encuentra la respuesta suele ser:«Pues dónde va a estar, en su sitio...».

    Pero esta relación suele ser bidireccional. Ellas también lo sufren debido sobre todo -y de nuevo- al factor masculino que ya hemos comentado. Es imposible hacer dos cosas a la vez.

    Si el novio o marido cogen un objeto o artículo para hacer algo es inevitable. Después de hacer ese «algo» lo van a dejar en cualquier sitio menos en el armario o cajón donde estaba guardado. ¿Por qué?. Simplemente porque mientras estaban haciendo ese «algo» ni se han dado cuenta de que tenían un objeto entre las manos (ya sea unas tijeras, un destornillador, un taladro percutor con sus correspondientes brocas o un paño de cocina)

  8. Las peleas por el mando

    Y llegamos al tercer miembro de la familia, y fuente de importantes desencuentros entre los miembros de la pareja.

    - ¿Qué ponemos en la tele?

    - Pues no sé, lo que quieras

    Y ese lo que quieras suele ser cualquier cosa menos el «fútbol, la Fórmula 1, las motos y la peli de vaqueros en el caso de ellos, y«el Sálvame, el programa de la Griso o de Mariló, Velvet o Puente Viejo» en el caso de que sean ellas las que quieran elegir.

    Vamos, que solo nos quedan los informativos y los documentales de La2, porque en el caso de los canales temáticos corremos el riesgo de que estén dando el programa en el que restauran coches o en el que un grupo de mujeres eligen su traje de bodas.

    En cualquier caso, y por mucho que digamos un«lo que quieras, cariño», una de las dos partes de la pareja tiene muchas posibilidades de aburrirse como una ostra. Si es él quien se aburre, en tan solo unos minutos comenzará a roncar y a molestar a su pareja. Si es ella la que se aburre el importunado será él, porque enseguida empezará a hacer uno de esos comentarios de los que hablábamos anteriormente a los que tendrá que asentir sin siquiera enterarse de lo que ella le está contando.

    «¡ A quien se le ocurre interrumpir constantemente cuando en la tele están dado algo tan interesante!»

  9. Preguntas trampa y respuestas poco concluyentes

    - ¿Qué te pasa?    

    - Nada      

    -¿Seguro?     

    - Si

    (Silencio. Ella le mira con odio)

    Y a partir de ahí «que tiemble Roma». Suele ser una situación en la que ella ve una demostración por parte del hombre de su escasa sensibilidad e interés, mientras que él se «rebota» porque ya ha cumplido preguntando si le pasa algo. Y porque si realmente le pasa «pues que lo diga».

    Es algo que por lo tanto molesta a los dos miembros de la pareja. Ella hace una pregunta y él o no responde o lo hace de forma confusa. Para él se trata de una «pregunta trampa», en la que «digas lo que digas vas a meter la pata». Y opta por «salir por peteneras», no contestar, o soltar una de esas respuestas «a la gallega», en las que ella puede interpretar que has dicho que sí o que no.

    Para ella es una demostración de que a él le importa bastante poco lo que le has preguntado, y que prueba la poca sensibilidad que tienen «los tíos» hacia lo que sienten las mujeres.

  10. Los regalos

    Se acerca San Valentín. Una de esas fechas señaladas que hacen salir lo mejor y lo peor de cada uno de los miembros de la pareja. Primero, porque ellos tienen la mala costumbre de olvidarse de los días señalados. El día de los enamorados, el día del aniversario, el día en que la pareja se dio el primer beso, el día en que se fueron a vivir juntos...

    Una muestra indudable de «la falta de interés» en la relación. Algún que otro comentario de ella un par de días (o un par de horas) antes del evento hace que de repente recupere la memoria.

    Y es así como surgen los regalos más caros e improvisados de toda la historia de la vida en pareja. Mientras, ella, ha puesto toda su ilusión en preparar una cena romántica de la que él no tiene ni idea. Y claro, la cena sorpresa puede ser más sorpresiva de lo esperado cuando él llame para decir que, precisamente ese día, va a llegar algo más tarde porque tiene trabajo.

    Todos sabemos que en realidad va a llegar más tarde porque está comprando el regalo. Y un ramo de rosas no es lo más apropiado. Un detalle de útlima hora debe de tener por lo menos un par de kilates. (Sí, tonto, con un diamantito puedes salir del paso, que todo se te tiene que explicar)

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