Narcotráfico | cádiz

La orden previa al asesinato de los dos guardias civiles en Barbate: «Que os vean y se vayan»

La falta de patrulleras del Servicio Marítimo, todas inoperativas, provocó que se llamara al GEAS, un grupo que no está especializado en narcotráfico sino en rescates

El capitán del Servicio Marítimo sí se encontraba en el puerto pero no llegó a embarcarse ya que el resto le dijo que no lo hiciera. «Está completamente devastado», cuentan

La lancha en la que iban los efectivos antes de ser arrollados. La Voz
María Almagro

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El asesinato de dos guardias civiles en el puerto de Barbate tras ser arrollados por una narcolancha sigue generando muchísimo dolor pero también muchas preguntas. Y también incomprensión. Desde que ocurriera este fatídico suceso, compañeros de los agentes que han perdido la vida no dejan de cuestionarse cómo se pudo enviar allí a este dispositivo y además ordenarles que se metieran en el agua con una pequeña zódiac de seis metros y sin apenas potencia.

Este periódico ha podido recopilar de fuentes muy próximas a los actuantes cómo se desarrollaron cronológicamente estos hechos. Una concatenación de elementos y decisiones tomadas ante la falta de medios que desencadenaron en un suceso que ya estaba más que avisado que podía terminar ocurriendo algún día.

Era la tarde del viernes cuando el alcalde de Barbate, Miguel Molina, «harto» de que en el puerto de la localidad se agolpen las narcolanchas cuando se refugian del temporal muestra su queja a la Subdelegación (ya ocurrió de hecho en los dos anteriores temporales). Pide que se actúe ya que es un problema de seguridad e imagen evidente. Entonces se localiza al coronel jefe de la Comandancia de Cádiz y éste busca las opciones que puede haber. No hay muchas. No hay embarcaciones del Servicio Marítimo desde hace días. Están averiadas e inactivas. Se habla con Algeciras y con Ceuta y sí hay medios (patrulleras grandes) pero no pueden acudir por el fuerte temporal de poniente que les hacía imposible la navegación costera hasta Barbate.

Es en ese momento cuando se plantea que vaya una dotación del Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS) apoyados por efectivos del Grupo de Acción Rápida (GAR). Dos unidades que no son expertas en este tipo de actuaciones. El GEAS se dedica de manera más especial a operativos de búsqueda y rescates en agua, mientras que el GAR sí ha acompañado en alguna ocasión, como recientemente en Sanlúcar, en la desembocadura del Guadalquivir, al Servicio Marítimo como «medida disuasoria» pero no ha llegado a actuar de forma independiente contra los narcos sino siempre de apoyo, acompañando a patrones expertos y de años de navegación.

Todos ellos llegan al puerto de Barbate donde de las seis o siete 'gomas' que había dando vueltas, quedan otras dos. No hay ya casi luz y el capitán del Servicio Marítimo que sí está en el muelle traslada la orden de que se metan en el agua. Se plantea nuevamente como otra medida disuasoria, nada de acción, de detener a los que no están cumpliendo con la ley, de abordar... Para que los narcos se vayan de allí. La lancha que llevan, una zódiac de las que utilizan en sus rescates no da para más. No da para perseguirles ni para hacer abordajes. Por eso la orden se limita a lo que se puede debido a esos evidentes escasos medios. « Meteos en el agua y que os vean». Y así lo hacen. Los propios efectivos le dicen al capitán que él no se meta con ellos y éste se queda pendiente y muy preocupado.

Momentos después la zódiac de seis metros empieza a ser 'toreada' por la impunidad y el descaro de una de estas narcolanchas. De las grandes. De las de más de doce metros. La que, según las fuentes consultadas y la información judicial que hay hasta el momento, patronea Kiko el Cabra. Vitoreado por un grupo que hay en el muelle viendo lo que ocurre, se lanzan contra ellos. Dos agentes fallecen y otro queda en estado muy grave como ya se sabe.

La narcolancha, cuya simple navegación está prohibida por decreto desde 2018, no lleva ni droga ni petacas de combustible -algo que quizá les podría haber echado para atrás; para no perder la carga en el impacto y para no explotar-. Sus ocupantes, la mayoría de La Línea de la Concepción, se han refugiado del temporal en el puerto a la espera de poder salir a cargar y descargar. Como ha ocurrido tantas otras veces y este periódico ha venido contando desde hace meses.

Según fuentes consultadas y muy próximas a la investigación, el capitán está «devastado». La situación que vivieron él y el resto de los agentes que allí se encontraron era la peor que podían vivir. Perder de esta manera a unos compañeros y ante sus propios ojos. La relación de causas que provocaron ese desenlace fue fatal y así ha terminado ocurriendo lo que ya desde la Fiscalía, las asociaciones y sindicatos de Guardia Civil y Policía Nacional, y las plataformas sociales antidroga venían avisando. Una vez más, el resultado ha sido el peor.

 

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